No era luna llena, era cuarto menguante, pero la puerta de Emergencias de Maternidad de la Caja Nacional de Salud (CNS) estaba repleta. Las mujeres embarazadas esperaban varias horas con dolores de parto para ingresar solas por última vez. Luego de cinco horas (mentalmente fueron como 10), ingresé a un mundo paralelo.

Cuando entré a Emergencias, todas las camillas estaban llenas. La doctora no demoró en verme y muy rápidamente expresó la necesidad urgente de una cesárea. Sin embargo, los residentes, internos y enfermeras indicaban que no había camas disponibles.

El personal de salud corría de un lado a otro, definitivamente estaba en un universo paralelo. Luego de más horas, las enfermeras me apuraron, pues el quirófano estaba listo y debía utilizarse pronto. Sin embargo, con dolores y una panza gigante, era complicado ir a su ritmo.

Las enfermeras y todos los médicos dentro del quirófano fueron personas amables, empáticas, atentas y alegres con las que pude encontrarme. Lo que ocurrió en ese quirófano no es de interés del lector, pues no sucedió nada fuera de lo común o que merezca una llamada de atención al sistema de salud pública, a diferencia del resto de la experiencia.

Es después del alumbramiento que comenzó la serie de experiencias que, según mi psicólogo, entran en la categoría de violencia obstétrica, pero carezco de un conocimiento profundo sobre el tema por lo que no estoy del todo segura. Usted juzgará.

Una vez que di a luz, se llevaron a mi bebé para limpiarla y cambiarla, y yo fui trasladada a una sala de recuperación, sola. Mi cabeza y corazón estaban al pendiente de saber dónde se encontraba mi nena, en qué manos, quiénes eran los primeros rostros que veía, no sabía si lloraba o estaba calmada ni cuánto tiempo pasaría hasta que me la entreguen, nadie me dijo nada.

Una vez que fui a la habitación con otras cuatro mujeres, llevaron a mi bebé, la colocaron a mi lado y me dijeron “dale de comer”. Soy mamá primeriza y leí mucho sobre lactancia, pero nada me había preparado para ese momento. Mi cuerpo apenas estaba recuperándose del alumbramiento, pero debía ponerme de costado para dar mi pecho a una bebé que no sabía succionar aún.

Me sentí frustrada, pregunté “¿cómo?” y la respuesta fue: “Ponte pues de costado”. Parecía sencillo, pero ¿cómo demonios podía colocarme de costado? Pensé que quizá yo estaba siendo débil y no estaba reaccionando como una madre debía.

Nos decían que demos de comer a nuestros bebés cada dos o tres horas; yo la tenía en la cama a mi lado, pero ella no quería succionar. Les expresé a las enfermeras esta situación y sólo venían a decirme: “Moléstale en la mejilla”. No funcionaba.

Yo recibía llamadas de atención: “Es que no has preparado tus pezones, por qué no hiciste eso”. Aunque sí lo había hecho, pero parece que no fue suficiente o no lo hice bien.

No fue hasta el día siguiente que una enfermera me explicó cómo colocarme. Aun así, mi pequeña no succionaba y cuando me iba del hospital, recibí una sentencia que llevo marcada: “Si tu bebé viene a ser internada (por no comer bien), va a ser tu culpa”.

Me dolió. Me empeñé en que coma, medía los minutos, no dormía casi nada para despertarle y darle pecho. Me obsesioné. Han pasado meses, ella crece sana y bien alimentada, pero aún sigo obsesionada.

QOSHE - Un universo paralelo - Lorena Amurrio Montes
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Un universo paralelo

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05.03.2024

No era luna llena, era cuarto menguante, pero la puerta de Emergencias de Maternidad de la Caja Nacional de Salud (CNS) estaba repleta. Las mujeres embarazadas esperaban varias horas con dolores de parto para ingresar solas por última vez. Luego de cinco horas (mentalmente fueron como 10), ingresé a un mundo paralelo.

Cuando entré a Emergencias, todas las camillas estaban llenas. La doctora no demoró en verme y muy rápidamente expresó la necesidad urgente de una cesárea. Sin embargo, los residentes, internos y enfermeras indicaban que no había camas disponibles.

El personal de salud corría de un lado a otro, definitivamente estaba en un universo paralelo. Luego de más horas, las enfermeras me apuraron, pues el quirófano estaba listo y debía utilizarse pronto. Sin embargo, con dolores y una panza gigante, era complicado ir a su........

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