Los balances políticos tratan siempre de interpretar los resultados que producen las decisiones adoptadas estratégicamente. Por ello, el balance, debe identificar réditos, ganancias y pérdidas. Veamos, entonces, en ese marco, el balance del último bloqueo de caminos que protagonizo Evo Morales y que mantuvo en vilo al país durante 16 días.

En principio, a modo de contextualizar, es importante colocar al conflicto en el ámbito de la pugna visceral dentro el MAS. Una intestinal disputa donde el resto del país no tiene incumbencia. De ahí, la repugna total, pues ellos tienen la obligación de resolver sus problemas internamente, sin involucrar al resto.

Ahora, está claro que el conflicto radica por la candidatura del MAS de cara al 2025. En el estado de situación actual, Evo Morales no tendría ninguna posibilidad de ser candidato. Lo confirmó el mismo García Linera en una reciente entrevista, cuando le sugiere que busque un “plan B”. La posibilidad de revertir su inhabilitación implica contar nuevamente con el control de los magistrados. Tiene en contra al órgano judicial y electoral. “Ya no tendrá tiempo para revertir su inhabilitación, es una batalla perdida” (García Linera dixit). En ese escenario, el único camino que le queda, en su desenfrenada lucha por el poder, es el bloqueo de caminos. El estilo que le dio muchos réditos en su ascenso.

Con el bloqueo de caminos pretende demostrar, entonces, su fuerza en las calles y capacidad de movilización. Empero, desde el 21F —el punto de inflexión— su poder ha ido resquebrajándose gradualmente. Fue alejado de la presidencia el 2019 y cuando todos pensaron que había recuperado el poder, con el triunfo de Arce, en las elecciones del 2020, la realidad fue distinta. En los planes, Arce debía ser solo un gobierno de transición para devolver el poder a Morales el 2025. Sin embargo, las mieles del poder lo sedujeron y hoy quiere mantenerse en el poder. Esto los ha convertido en enemigos “a muerte”. En la pugna por la candidatura, donde el control de los movimientos sociales y la sigla es de importancia capital, Evo se convierte en el principal opositor del gobierno, su discípulo.

Ahora bien, en la decisión política del bloqueo, se puede entrever que la lucha de Morales por su candidatura se trasladará a las calles, donde pretenderá demostrar su fuerza y “derrotar” al enemigo.

Ciertamente, su ultimo bloqueo requirió una gran movilización y logística, al margen de grandes presupuestos. El centro de operaciones fue el trópico de Cochabamba. Con esa férrea dictadura sindical, desde ahí, movilizaron “afiliados” a todos los puntos de bloqueo.

De esto, una primera conclusión. Fuera del trópico, no son los comunarios —los del lugar— los que protagonizan la extrema medida. Esto denota una pérdida sustantiva de su capacidad de movilización, pues, para bloquear, ahora, debe trasladar y pagar gente.

Por esas limitaciones, el bloqueo tuvo sólo alcance regional. En Cochabamba se concentró casi el 90 por ciento de los puntos de bloqueos. Empero, por su estratégica ubicación, como nexo entre occidente y oriente, la medida trascendió a todo el país.

La “bandeara” del bloqueo —aunque todos saben el fondo— fue la inmediata convocatoria a elecciones judiciales y la cesación “ipso facto” de los magistrados “autoprorrogados”.

Con todo, la ley de convocatoria para las elecciones judiciales es promulgada. Queda pendiente la cesación de los prorrogados. Se levantan los bloqueos con la amenaza de retomarlos. Ambos bandos anuncian la victoria. Quieren capitalizar resultados. Morales proclama el triunfo al movimiento indígena que “nuevamente salió a las calles y carreteras para defender la justicia …”. En el ala “arcista” se asegura que “estas elecciones no son producto de la imposición de los bloqueos ni de la imposición del bloque radical, sino producto del mandato de nuestro presidente Lucho”.

Ahora bien, ¿quién ganó la pulseta? Hay, eventualmente, un resultado parcial. La pulseta continúa. Los bloqueos, como el único y ultimo recurso de fuerza que le queda a Morales, en cualquier momento, pueden retornar. Sin embargo, a la luz de estos resultados parciales, se puede inferir que Morales ya no tiene capacidad de convocatoria a nivel nacional. Su fuerza se reduce a Cochabamba. Aunque, desde este departamento, puede afectar a todo el país.

El “arcismo”, por su parte, si bien no entro al “juego violento de las calles” que pretendía Morales”, tiene el sartén por el mango. Puede seguir “cocinando a fuego lento” a Morales, que ya está inhabilitado.

Mientras tanto, el país, atónito, observa las miserias de una lucha política interna.

QOSHE - Balance de los bloqueos - Rolando Tellería A.
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Balance de los bloqueos

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11.02.2024

Los balances políticos tratan siempre de interpretar los resultados que producen las decisiones adoptadas estratégicamente. Por ello, el balance, debe identificar réditos, ganancias y pérdidas. Veamos, entonces, en ese marco, el balance del último bloqueo de caminos que protagonizo Evo Morales y que mantuvo en vilo al país durante 16 días.

En principio, a modo de contextualizar, es importante colocar al conflicto en el ámbito de la pugna visceral dentro el MAS. Una intestinal disputa donde el resto del país no tiene incumbencia. De ahí, la repugna total, pues ellos tienen la obligación de resolver sus problemas internamente, sin involucrar al resto.

Ahora, está claro que el conflicto radica por la candidatura del MAS de cara al 2025. En el estado de situación actual, Evo Morales no tendría ninguna posibilidad de ser candidato. Lo confirmó el mismo García Linera en una reciente entrevista, cuando le sugiere que busque un “plan B”. La posibilidad de revertir su inhabilitación implica contar nuevamente con el control de los magistrados. Tiene en contra al órgano judicial y electoral. “Ya no tendrá tiempo para revertir su inhabilitación, es una batalla........

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