Ángel López

Está demostrado que, desde el mismo momento en el que uno se convierte en padre o madre, la perspectiva de las cosas cambia radicalmente. Y uno mira todo lo que sucede también desde los ojos de esos locos bajitos, como los denominaba Serrat. Mucho más duro que ser testigo de la derrota a penaltis de la Real contra el Mallorca fue ver a un vástago de ocho años con los ojos todavía llorosos, hundido por el dolor y el sueño, subir al bus del colegio. No fue más llevadero el momento de tener que trasladarle que a ese partido que mataba por ver ante el PSG de Mbappé no podía acudir porque empezaba tarde y porque había unos chicos vestidos de negro a los que les gusta pegar que pululaban por Donosti. A los de ocho e incluso a los de 13 habrá que empezar a decirles que esto no es siempre así, que jugar la Champions suele pasar una vez cada 10 años, que clasificarse para la final de la Copa de la Reina, aunque lo hayan visto dos veces en cinco años, tampoco es lo más natural. Para que luego no sea tan dura la caída.

Barrene y Turrientes eran niños cuando la Real pasó por Segunda; Nahia, Mirari y Cecilia también cuando se creó el equipo femenino. Y es un niño, aunque mida 186 centímetros, el chaval de 12 años del Mariño al que puede llevarse el Athletic. Por eso es indecente que ya le traten como mercancía, que venga un buitre vestido de representante impulsado por un club sin escrúpulos a llevárselo aprovechando la precaria situación de su familia. Pero tampoco es de ley que su cara salga en la portada de un diario y todos los días en los medios. Habría que advertirle de que a Primera llegan dos o tres de cada 100 y que le que le toca es ser niño, hacer que lo hace un chico de 12 años.

Ganar hoy es vital, a todo esto. Por los niños txuri urdin.

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Que son niños, carajo

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15.03.2024

Ángel López

Está demostrado que, desde el mismo momento en el que uno se convierte en padre o madre, la perspectiva de las cosas cambia radicalmente. Y uno mira todo lo que sucede también desde los ojos de esos locos bajitos, como los denominaba Serrat. Mucho más duro que ser testigo de la derrota a penaltis de la Real contra el Mallorca fue ver a un vástago de ocho años con los ojos todavía llorosos, hundido por el dolor y el sueño,........

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