Carles Rexach

El empate ante el Granada, no nos engañemos, es un golpe bajo para la moral del barcelonismo. Vale, la victoria del Madrid ante el Girona alejaba por un lado la opción del Barça de pelear por el título de Liga pero, en contrapartida, acercaba mucho la segunda plaza. Para colmo, el Atlético había perdido en Sevilla y eso daba al equipo de Xavi una oportunidad de oro para poner distancia de puntos en la lucha por asegurar una de las posiciones que clasifican para la próxima Champions League. Por eso sentó tan mal ese 3-3, en casa y ante el penúltimo.

La tentación de dar giros radicales de timón puede estar ahí para algunos, pero preferiría que el barcelonismo respirara hondo y encarara el fin de curso con temple y un esfuerzo de fe que debe partir de dentro. Xavi ya anunció que dejará el banquillo en junio y lo que recomendaría es permitirle que intente hacerlo lo mejor posible. No veo soluciones mágicas.

Sí veo, en cambio, que técnico y plantilla deben cerrar filas y establecer dos objetivos. Uno de mínimos, que es quedar entre los cuatro primeros poniendo el punto de mira en ser segundos, porque si bajas el listón corres el riesgo de acabar quinto.

Y otro objetivo de máximos, que pasa por permitirse soñar. Aunque a veces lo pueda parecer, en fútbol no todo está escrito, ni para pensar que vas a ganarlo todo en días de euforia, ni para dar por hecho que no tienes ni una posibilidad cuando empieza un partido. Lo digo porque los octavos de Champions están a la vuelta de la esquina y conviene autocensurar a corto plazo pensamientos negativos.

En un análisis sincero, si la Champions se jugara en formato Liga hay varios equipos que hoy están por delante del Barça. Pero en un torneo corto como la Champions intervienen muchas más cosas, como el bombo y el día que tengas. Por eso vimos hace unos años al Chelsea ganar una en año desastroso.

Eso sí, para soñar con ‘algo’ antes hay que creer que puedes intentar ese ‘algo’. Le pido a los jugadores y al staff técnico que crean en sí mismos aunque como equipo hoy no sean el mejor. Ese ‘creer’ en general se debe ver ya en cada partido: el equipo, siendo solidario sin balón y atrevido con él; que la defensa esté concentrada, el extremo drible, el 9 busque el gol y los medios, también. Porque una cosa está clara: si ellos no sueñan, no creen, entonces sí que no hay ni una opción.

Hace unos días supimos de la muerte de Miguel Ángel, una triste noticia para todos los que compartimos una época del fútbol, cada uno defendiendo sus colores lo mejor que sabíamos. Portero del Real Madrid, padecía una grave enfermedad. Desde estas líneas en Mundo Deportivo trasladar el pésame a su familia. Con él coincidimos en la selección, por ejemplo en el Mundial de Argentina, en 1978. Fueron décadas de grandes porteros, cada uno con su estilo y características. Como el ‘Chopo’ Iribar, en el Athletic de Bilbao, o nosotros con Sadurní, Mora o Reina. O la Real Sociedad, con aquella gran hornada de Artola y Urruti, que luego vinieron al Barça, y con Arkonada, que también marcó una época, entre los 70 y los 80.