Carles Rexach

Es evidente que el partido de hoy es clave en la temporada del Barça. Pasar a cuartos de final de la Champions mejoraría bastante la percepción general y tengo la sensación que el equipo cambiaría buena parte de la presión que le atenaza por liberación. El peso del club se siente en las piernas y en las cabezas de los futbolistas y la prueba es que quienes más alegres están jugando son claramente los dos críos, Lamine Yamal y Cubarsí, mientras a los veteranos se les ve bastante más ‘acollonits’ (ya me entienden, no creo que necesite traducción). Ante el Mallorca volvió a costar porque el Barça jugó como ‘contracturado’, agarrotado. Es algo que está pasando esta temporada mucho más en casa, en Montjuïc, que fuera. Históricamente, el Barça perdía las Ligas en Salamanca, Burgos o Córdoba, nunca en su estadio. Pero Montjuïc no se siente como un hogar propio y ahí se explica cómo se ha ido esta Liga. Si no, hagan cuentas: sólo ganando a Girona, Villarreal y Granada estaríamos codo con codo en lo alto de la tabla con el Madrid.

El factor campo no ha jugado esta temporada a favor del Barça y , de cara al partido de esta noche ante el Nápoles, estoy por asegurar que de ser en el Camp Nou seríamos mucho más favoritos que en Montjuïc. Aun así, creo que pasaremos. No recomiendo para nada pensar que el 1-1 de la ida es un tesoro a cuidar. Creo que este es un partido para ir a por él desde el principio y no caer en la tentación de especular. Para resumirlo, la gente acabará yendo hoy al campo consciente de lo mucho que está en disputa, pero la receta que espero es que, esta vez, sea el equipo el que meta al público en el partido y no el público al equipo. Me plantearía como un objetivo arrancar los ‘¡uys!’ desde el minuto 1, aun a riesgo de no guardar tanto el orden. Por expresarlo de alguna forma, prefiero ver un partido de séptimo de caballería que el lago de los cisnes.

El Nápoles es un buen equipo, claro, pero tampoco es el ‘coco’ y hay que hacerle sentir que está jugando lejos de su entorno. En esta clase de partidos el entrenador no necesita alertar al jugador de su importancia: la motivación viene sola. Hay que jugar sin miedo, implicando a la grada con determinación y sin complejos. Porque, repito, pasando a cuartos tengo la impresión de que se cambiaría presión por ilusión y eso siempre es bueno en el fútbol.

Cuando hablo de que esta temporada el ‘factor campo’ le ha pasado factura al Barça, que estaría peleando con más opción de renovar el título de Liga de haber ganado simplemente al Villarreal y al Granada, no me refiero solamente al ‘caliu’ que te da el apoyo de tu afición. Que Montjuïc no es el Camp Nou ya lo sabíamos todos y que habría que apechugar con eso, también. Lo han admitido hasta los rivales que visitan Barcelona como una ventaja a su favor. Me refiero también a que en un campo tan abierto los jugadores pierden incluso las referencias físicas, como la de chutar apuntando a algo. Montjuïc es distinto, iguala a los equipos. Por eso clubs como la Real Sociedad adecuaron su estadio en cuanto pudieron al clasicismo del fútbol, con la grada y las referencias cerca.