Carles Rexach

Ya lo dije la pasada semana y cuantos más días pasan, más me afirmo en esa idea: me sabe muy mal que, con la dinámica tan buena que llevaba el Barça, se pararan las competiciones de clubs, una consecuencia de este calendario desproporcionado y absurdo. Al final, los jugadores acaban viéndose en un Francia-Alemania, en un Inglaterra-Brasil o en un Colombia-España y lo de ‘amistoso’ es ya muy relativo. Al menos, el aficionado puede acabar viendo partidos con gancho aunque no tengan un valor competitivo real de cara a los títulos. En la selección española vimos debutar en Londres con la absoluta a Cubarsí jugando unos minutos con 17 años y a Lamine, con 16, ya como un habitual. Entonces, viendo el partido pensé que en el fútbol, por bueno que seas, también hay que tener suerte, que en este caso es estar en el sitio y el momento precisos. En mi época esa suerte la tuvimos Pujol, Martí Filosía o yo mismo porque el Barça, tras los Kubala, Suárez, Kocsis y compañía, atravesaba un periodo difícil. Luego hay casos como el cambio de guardia en una plantilla, como el que se produjo en 2008 y que, entre otros, propició el ascenso de Busquets o Pedro desde Tercera. De Busquets ya se ha dicho todo, pero de Pedrito a veces tengo la impresión de que nunca se le hizo la justicia que merecía. ¡La de goles y situaciones difíciles que resolvió en partidos grandes! Para tener continuidad en la élite es una suma de tu talento y el momento del equipo. Normalmente, cuando un joven juega es porque un veterano no está rindiendo. La habilidad del entrenador es medir ese ascenso del talento que viene sin que al chaval se le suba a la cabeza cuando tiene regularidad en las alineaciones o que, en sentido contrario, no se frustre y se venga abajo cuando le dejen en el banquillo. Como decimos en catalán, “totes les masses piquen”, que sería algo así como ‘”todo exceso perjudica”. La presión está ahí y hay que saber llevarla. La gran satisfacción es que lo están haciendo.

Por lo demás, hoy martes tenemos un España-Brasil en el Bernabéu, con los ojos puestos en Vinicius, por un lado, y para los culés una nueva ocasión para ver en acción en otro partido de máximo nivel a ‘nuestros’ Lamine y Cubarsí. Porque esto, de amistoso, nada. Cuando juegan selecciones como Brasil, Argentina y el otro día, Colombia, no hay partidos de relleno.

Es verdad, en el fútbol es importante tener ese tipo de jugadores que mueven la pelota a uno o dos toques, que se obsesionan con no perderla y que dan estabilidad al juego. Pero de cara al espectador, más aún viendo un partido como el Colombia-España, fue un aliciente y un antídoto para el sueño ver a un jugador con la chispa de Luis Díaz. Cuando recibía la pelota se generaba la expectación de que allí iba a “pasar algo”, y eso sigue siendo la salsa del fútbol, lo que te lleva al estadio. Y sí, el extremo colombiano del Liverpool perdió balones, unos cuantos, pero los que le salieron bien era un “¡uy, uy, uy!” para el rival. Así llegó el golazo de Colombia. Al final, los que generan desequilibrio es porque arriesgan y, como arriesgan, pierden más pelotas. Pero ganan partidos

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Talento más momento, la suerte de los jóvenes

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26.03.2024

Carles Rexach

Ya lo dije la pasada semana y cuantos más días pasan, más me afirmo en esa idea: me sabe muy mal que, con la dinámica tan buena que llevaba el Barça, se pararan las competiciones de clubs, una consecuencia de este calendario desproporcionado y absurdo. Al final, los jugadores acaban viéndose en un Francia-Alemania, en un Inglaterra-Brasil o en un Colombia-España y lo de ‘amistoso’ es ya muy relativo. Al menos, el aficionado puede acabar viendo partidos con gancho aunque no tengan un valor competitivo real de cara a los títulos. En la selección española vimos debutar en Londres con la absoluta a Cubarsí jugando unos minutos con 17 años y a Lamine, con 16, ya como un habitual. Entonces, viendo el partido pensé que en el fútbol, por bueno que seas, también hay que........

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