Iñaki Ugalde
Ayer volvió a jugar Euskal Selekzioa. Lo hizo además ante un rival de entidad. Una Uruguay que de la mano de Bielsa vuelve a recuperar prestigio, caché y competitividad.
Un rival que en sus dos anteriores visitas a la Tricolor había perdido. 5-1 en Anoeta en 1998 y 2-1 en La Catedral en 2003. De la mano del Loco, sin embargo, el combinado charrúa ha vuelto a ser capaz de tumbar a Brasil y a la actual campeona del Mundo en la propia Argentina. Casi nada.
Recomendable cita, por tanto, la de anoche en el estadio bilbaíno. La presencia de la Tricolor, cierto es, sigue sin despertar el interés de antaño cuando venía a ser una especie de costumbre más en la época navideña. Lo de ahora es otra cosa.
Resulta evidente que la oficialidad sigue siendo el objetivo final, pero el camino no es nada sencillo y algunos pasos ya se han dado en tal sentido. Unos entienden que no han sido suficientes. Otros, en cambio, prefieren continuar por la vía del pragmatismo.
El partido de ayer noche, se mire por donde se mire, sirvió para retomar una tradición perdida hace tiempo. Euskal Selekzioa llevaba años sin comparecer. Desde el 16 de noviembre de 2020, en Ipurua y a puerta vacía.
Raro hubiese sido pasar la noche sin incidente alguno en las gradas. Haberlos, los hubo en forma de bengalas y petardos. Multa al canto.
Ayer, en definitiva, Euskal Selekzioa mostró al mundo una vez más su demanda por la oficialidad Alguna vez tendrá que ser.
Un clamor por encima de todo
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24.03.2024
Iñaki Ugalde
Ayer volvió a jugar Euskal Selekzioa. Lo hizo además ante un rival de entidad. Una Uruguay que de la mano de Bielsa vuelve a recuperar prestigio, caché y competitividad.
Un rival que en sus dos anteriores visitas a la Tricolor había perdido. 5-1 en Anoeta en 1998 y 2-1 en La Catedral en 2003. De la mano del Loco, sin embargo, el combinado........
© Mundo Deportivo
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