Josep Maria Minguella

No se paran ni por Navidad, ni Año Nuevo, ni Reyes. Siguen cayendo bombas que hacen llorar a la gente normal. Yo no estoy llorando pero me afectan estas cosas y esta semana, afortunadamente, he tenido un punto positivo que ha sido el recibir en casa por sobre el carnet de socio del Barça con el número 645. No quiero quitarle a mi admirado Xavi Bosch el detalle de número de socio, pero los años marcan toda una vivencia de color blaugana. De golpe me acuerdo del campo de Les Corts, de aquel equipo de Les Cinc Copes y aquellos jugadores imborrables como Ramallets, Biosca, Segarra, Seguer, Llansana y la delantera serratiana de Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón, y me acuerdo de estar en el Gol Sur, al lado de mi padre, detrás de la portería, vibrando con los culés. Pero mi larga trayectoria con el Barça también me llevó a Berna y regresar en coche casi llorando, después de perder contra Benfica la final de la Copa de Europa. Y luego llegó la época dura del barcelonismo: no había equipo, no había jugadores, no había dinero, nuestro objetivo satisfactorio era ganar la Copa del Generalísimo -así era la situación-. Hasta que llegó un entrenador inglés Buckingham, luego un holandés, Michels y un crack mundial, Johan Cruyff. Ya nos habíamos trasladado al Camp Nou, habían pasado años de muchas derrotas y pocas victorias, pero un 0-5 en Madrid, en el Bernabéu, fue una explosión de gozo que duró mucho tiempo, quizá incluso aún dura para los más veteranos. Poco a poco, la situación se fue normalizando, vinieron títulos de Liga, cuatro seguidos con el Johan de míster y Romario y Stoichkov de figuras, y fuimos a Wembley. Me da la impresión de que todos teníamos miedo y temblábamos, pero cuando Ronald le pegó de derecha y puso el 1-0 el desborde en las gradas fue incontrolable. Todo esto lo he vivido con este carnet y luego llegó Messi, sucediendo a Maradona. Llegaron éxitos mundiales, por esto estoy agradecido a este Barça, que hace sufrir a menudo, pero que también tiene el camino para sentirse muy ligado a unos colores y a una entidad que aún atravesando momentos difíciles siempre tiene un sitio donde llegar.

Ahora es momento de tener paciencia, aunque le pediría a la directiva que nos hablase con más claridad y verdad. Los socios del FC Barcelona lo comprenderemos y estamos para ayudar en todo lo que podamos.