Josep Maria Minguella

Con la Navidad, silencio sobre Ucrania y resoluciones que no se cumplen en Gaza. También esta semana hubo la resolución del Tribunal Europeo sobre el pleito legal de lo que se denomina la Superliga. Alegría en algunas partes pensando que ha llegado la solución a los problemas económicos. Escepticismo generalizado en países y clubs ingleses, alemanes y franceses. Al-Khelaifi presidente de la ECA, se ha manifestado totalmente en contra. Creo que hay mucho recorrido aún. No sé de dónde van a llegar los chorros de dinero para tapar deudas y satisfacer deseos de dirigentes con manos rotas. Seguramente habrá patrocinadores, televisiones, etc., pero encuentro a faltar en esta sobredimensión de partidos en la temporada quien piense en los futbolistas. En estos momentos, en el Barça, por ejemplo, tenemos varios profesionales con lesiones de medio alcance. En el Real Madrid están sin portero ni defensas titulares, además de dos delanteros, como Vinicius y Rodrigo, de baja. Si se llegase a concretar la Superliga, el número de partidos aumentaría y el riesgo de bajas se multiplicaría. A esto hay que añadir el desaforado interés de FIFA y UEFA en organizar torneos con cuantiosos ingresos que no especifican a nadie y también el interés de los últimos años de los países árabes en contratar, a cualquier precio, los nombres más luminosos de cualquier deporte. Y ya hemos llegado al fútbol.

Con todo esto, creo que hay que analizar seriamente la situación, no cantar victorias y sobre todo tengo una preocupación de veterano. En 125 años de historia del Barça no recuerdo una sola vez en que los del centro nos hayan dado la mano para ir hacia arriba. Más bien nos la han apretado para ir hacia abajo. Y ahora me pone los pelos de punta, curiosamente blancos, cada vez que veo esta complicidad entre los dos presidentes. No olvidemos que el Barça vendió a Sixth Street parte de los derechos televisivos de futuro con facilidad por parte del presidente blanco, y ahora estos mismos inversores son los que están detrás de la Superliga. Como decía José María García, ojo al dato, mejor dicho, a los datos, que hace temblar.

No quiero terminar el año sin enviar un gran mensaje de esperanza a los socios y aficionados culés. Somos indestructibles. Ni nosotros mismos nos podemos hacer daño. Quiero desearos a todos unas felices fiestas y a celebrar estos días tan maravillosos

Cosas veredes. Hace cinco años presenté a la dirección deportiva del Barça, con Raúl Sanllehí, Silvio Elías y Javier Bordas la posibilidad cierta de fichar a Kylian Mbappé. Afortunadamente están vivos para contarlo. La respuesta fue que los técnicos preferían a Dembélé porque se adecuaba más al juego del equipo. Sin comentarios. Hace dos años, por mi insistencia, ofrecí a los técnicos del Barça a Julián Álvarez, actual campeón del mundo con su selección y su club. Cláusula con River Plate de 20 millones. Tengo los mensajes de WhatsApp en mi móvil. Pago financiado en cinco años. Creo que no lo conocían. No me contestaron. El otro día Julián Álvarez hizo dos goles en la final del Mundial de Clubs. Ah, es que al no ficharlo nosotros lo fichó el Manchester City y el Barça, clarividente, contratamos a Ferran Torres por 60 millones. Merecen medalla de latón