Josep Maria Minguella

Desastre en Moscú, sigue el horror en Ucrania y no hay quien frene lo de Gaza. Diferente de lo que pasa en el mundo del fútbol en que las cosas cambian a velocidad a veces incontrolable. La pasada temporada el Barça ganó la Liga y la Supercopa no ofreciendo un fútbol brillante sino especulativo conformándose en muchos partidos con el 1-0 y no estando al nivel que exige la historia del culé. Sin embargo, ganar pacifica los ánimos, hace respirar profundamente al personal y piensa que esto va a mejorar, cosa que ocurre normalmente en los grandes clubs mundiales.

La situación económica de la entidad, deficiente poco a poco y prácticamente desde la marcha de Josep Lluís Núñez pero agravada en la última década con fichajes insostenibles como Griezmann, Dembélé y Coutinho (fíjense, casi 500 millones sólo en compra de derechos para no ganar nada), afectó a la economía junto a contratos de varios jugadores de la plantilla impagables. Esto hace que el Barça no esté libre para fichar a quien considera más conveniente si el coste es mínimamente elevado.

Esta temporada ha habido partidos totalmente insufribles. Se ha caído en la Copa y la Supercopa y llegó el momento en que el presidente Joan Laporta hizo volar la bandeja de canapés pero el fútbol es incontrolable. Llegó el Nápoles, resuelta la eliminatoria en 20 minutos con 2-0 y respiro profundo. Vamos al Metropolitano, 0-3 y la profundidad del respiro es ya incalculable. Ahora ya pensamos en que se puede eliminar al Paris Saint-Germain en los cuartos de final de la Champions, cosa que puede ocurrir, y que la Liga aún es posible. En estas circunstancias, Jan, siempre en el punto de optimismo, ya se sienta en un sofá con el balón en los pies y casi promete campeonatos inmediatos. De la bandeja al sofá. Así es el fútbol y así será siempre.

Mi admirado Josep Maria Artells recordaba el pasado sábado en la última página de Mundo Deportivo las estancias del equipo profesional de fútbol del Barça en el Hotel Vallès de L’ Ametlla del Vallès. Tuve la suerte de vivir aquellos momentos formando parte del ‘staff’ del club con el inigualable Vic Buckingham y uno se da cuenta de con qué facilidad cambian los tiempos. ¿Se imaginan al Barça actual, que ni se concentra, yendo a dormir a 50 kilómetros de Barcelona para luego regresar en autocar, a veces con problemas de tráfico, para llegar a la hora del partido? No se lo imaginan. Ahora todo es mucho más sencillo, los controles son de otro tipo y L’ Ametlla queda como sitio de veraneo aunque en este hotel luego estuvo la selección de Brasil en el Mundial-82. Eran otros tiempos

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De la bandeja al sofá

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25.03.2024

Josep Maria Minguella

Desastre en Moscú, sigue el horror en Ucrania y no hay quien frene lo de Gaza. Diferente de lo que pasa en el mundo del fútbol en que las cosas cambian a velocidad a veces incontrolable. La pasada temporada el Barça ganó la Liga y la Supercopa no ofreciendo un fútbol brillante sino especulativo conformándose en muchos partidos con el 1-0 y no estando al nivel que exige la historia del culé. Sin embargo, ganar pacifica los ánimos, hace respirar profundamente al personal y piensa que esto va a mejorar, cosa que ocurre normalmente en los grandes clubs mundiales.

La situación económica de la entidad, deficiente poco a poco y........

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