Josep Maria Minguella

Sigue el horror en muchos lugares y da la impresión que los que mandan se van de fin de semana como si nada. Incluso se sumó la desgracia de ver caído un puente mecánico. Por nuestros lares no se ha caído nada por el momento, sino que el Barça ha sabido resistir una situación que podía ser complicada ante un Las Palmas muy bien ordenado por García Pimienta. Ni el frío ni el agua fueron freno suficiente para que los blaugrana intentasen combinar con cierta calidad y llegar a la portería canaria aunque sin crear demasiado peligro. Nunca sabremos qué hubiese pasado si el equipo amarillo no se hubiese quedado con diez jugadores tan pronto. Quizá contra 11, el Barça habría jugado más directo y hubiera dispuesto con más facilidad de ocasiones de gol. Este partido era importante porque mantiene la ilusión de cara a LaLiga y da confianza ante el próximo enfrentamiento de Champions. Por cierto, nuestra Liga parece organizada por alguien que busca el zigzag continuo. Acabamos de salir del parón de selecciones, que es una manera de fabricar dinero para las federaciones y satélites, y ahora, después de esta jornada, otro parón con motivo de la final de Copa. Uno recuerda aquellos tiempos en los que la final cerraba la temporada y se jugaba en diferentes ciudades, según estuviese el mandatario. Espero que este zigzag no perjudique al Barça, aunque nuestros técnicos, de alguna forma, ya prepararon el descanso de algunos jugadores en Cádiz, con unas sorprendentes amarillas más o menos deseadas en el último momento. Atención porque una vez en Cádiz, precisamente, íbamos a celebrar el campeonato de Liga y nos metieron una goleada. Ayer se puso el colofón a la semana de los chavales por la celebración del MIC, esta competición que se organiza por diferentes localidades de la Costa Brava y que cada año tiene una gran organización. Ya son 20 años de éxito de un vivero en el que siempre salen cracks.

Aprovechando estos días festivos estuve en Peralada. Tranquilidad total, concierto de Semana Santa como inicio del próximo Festival. También he pasado por Andorra y la gente está nerviosa por la situación del equipo de fútbol. Hasta el punto, de que se ha producido el cese de Eder Sarabia, entrenador dinámico y entendido, pero que no ha podido resistir la dureza de esta Segunda división. Por suerte, el sábado ganaron. Hace años recuerdo haber tenido una reunión con el presidente del país en la que le ofrecí la posibilidad de formar una Andorra potente, al estilo Mónaco, con la ayuda del gobierno local, y convertir las montañas en un foco de fútbol, espectadores y promoción. No me debí explicar muy bien porque la idea no cuajó. Esperemos que ahora se salven y puedan salir adelante.