Julián Redondo

Carlos Alcaraz confiesa, después de tres derrotas consecutivas (Safiullin, Dimitrov y Zverev) y antes de vencer al “suicida” Rublev, que sufre “cansancio mental”. Medvedev le ve más lento, con menos confianza, de ahí que la victoria ante Djokovic en Wimbledon sea una postal. Disfruta menos en los partidos, se enfada más porque las soluciones de antes ahora le esquivan y se descentra, salvo que el extraviado sea el rival. Su retroceso coincide con la burbuja que habita. Nada de homenajes ni galas ni reconocimientos. Pierde el contacto con los seguidores, que ahora se limita al perímetro de la pista. En su nueva realidad la fatiga mental es un lastre que meses antes no le acosaba. Está encapsulado, con el talento constreñido. Necesita oxígeno, frescura social.

La alegría, el desafío, la espontaneidad y la ambición forman parte de la privilegiada naturaleza del genio Carlitos. Si le recortan las alas se estanca. Su caso podría asemejarse al de Vinicius, pero quiá, son diferentes. A Vini le están reeducando. Cuando empieza a irse de los partidos y cae en las provocaciones, monta su teatrillo, exagera una falta y reta a la grada (visitante). Entonces los compañeros acuden al rescate, tratan de calmarlo, le sosiegan y finalmente el entrenador le retira de la escena con gesto paternal: “Por ahí no, ´ragazzo´”. En el despacho de Carlo Ancelotti le espera una clase de pedagogía. Así, mientras que el futbolista progresa adecuadamente en el cole, al tenista le cuesta avanzar porque apenas sale del internado, pierde su esencia. Alcaraz necesita huir de la rutina, que le dé el aire, jugar cómodo en vez de crispado, recuperar su juego alegre, la confianza para insistir con las eficaces dejadas y esa sonrisa abierta que, como su juego, cautiva a todos los públicos. Son dos genios, en libertad condicionada.

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Vinicius, en el cole

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16.11.2023

Julián Redondo

Carlos Alcaraz confiesa, después de tres derrotas consecutivas (Safiullin, Dimitrov y Zverev) y antes de vencer al “suicida” Rublev, que sufre “cansancio mental”. Medvedev le ve más lento, con menos confianza, de ahí que la victoria ante Djokovic en Wimbledon sea una postal. Disfruta menos en los partidos, se enfada más porque las soluciones de antes ahora le esquivan y se descentra, salvo que el........

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