Lluis Canut

El “més que una samarreta” de Roger Cruz, del que he tenido el privilegio de escribir el prólogo, junto a los “tresors del Barça” del entrañable Francesc Aguilar, son los títulos de referencia de la bibliografía barcelonista de cara al próximo Sant Jordi. Del primero bien harían los responsables de las negociaciones a tres bandas del nuevo contrato para la indumentaria deportiva de todas las secciones del FC Barcelona, para que tengan una idea del peso de una camiseta con 125 años de historia. Desde aquella primera a dos colores, rojo y azul, con diseño de camisa de lino, de lino algodón, que se mantendría inalterable desde 1899 hasta el 1910, como uno de los modelos más longevos, hasta las de Nike de la próxima temporada que recupera las esencias de la del centenario, considerada como uno de los mejores diseños de los efectuados por la firma de Oregón desde que en 1998 suscribió con el Barça un contrato estratégico para su penetración en el desconocido mundo del fútbol para los norteamericanos. Un contrato en el que tuvo mucho que ver un joven ejecutivo, recién desembarcado del COOB’92. con la cabeza bailándole un sinfín de nuevas ideas, como Sandro Rosell, cuya amistad con los hijos del presidente Núñez, resultaría clave para que las conversaciones llegasen a buen puerto.

De ello hace 25 años, que rápido pasa el tiempo, con el club acechado por la necesidad de renovar patrocinios. Multiplicando acuerdos y a dos años de que caduque el actual contrato con Nike, el Barça ha introducido en la ecuación a Puma, nacida del enfrentamiento fratricida entre los hermanos Dady y Rudy Dassler, quienes en 1947 rompieron toda relación para crear por separado Adidas y Puma. La primera, por medio de sus alianzas con el COI y la FIFA, posee el control del deporte mundial, a pesar de que Nike es la que más factura. Pero a Puma nadie le puede quitar el prestigio de haber calzado a tres de las cuatro grandes estrellas históricas del futbol mundial: Pelé, Cruyff y Maradona. Únicamente Messi, emblema de Adidas, se les resistió. Ahora la firma germana irrumpe con fuerza y se ha posicionado como “outsider” en las desavenencias entre el Barça y Nike. Está claro que la brecha abierta en esta alianza que parecía indisoluble por la manera que ambas partes se han retroalimentado en el cuarto de siglo de relación, nazca de la necesidad del club, asfixiado económicamente, de recrear nuevas fuentes de ingresos que se puedan convertir en futuras palancas de financiación.

Es lícito que Laporta se valga de los deseos de Puma para posicionarse como alternativa de los grandes referentes de la industria mundial del márketing deportivo y que su retorno vaya de la mano de uno de sus iconos históricos como el FC Barcelona, pero otra bien diferente es enviar a un grupo selecto de ejecutivos del club a explorar en China y satélites las grandes cadenas de producción textil mundial, para crear tu propia marca, por medio de intermediarios desconocidos. Que la necesidad no nos enloquezca, zapatero a tus zapatos