Mònica Planas

El programa arrancaba mostrando un saludo inicial donde se hacía evidente la camaradería entre ambos: “¿Qué tal la familia? ¿Los niños?”. Y Jasikevicius, con una sonrisa, le advertía: “No te voy a contar mucho porque las cámaras están aquí…”.

Piti Hurtado plantea sus entrevistas alternando con habilidad aspectos estrictamente baloncestísticos con cuestiones personales y del entorno. Desde un buen principio, supo apelar al cambio de vida entre Barcelona y Estambul. Hurtado usó la figura de Nick Calathes y antiguos resquemores para saber de su nueva etapa juntos en el Fenerbahçe: “¿Qué tal lo lleváis?” Y Saras lanzó el primer dardo distinguiendo entre “lo que cuenta la prensa” y “la verdad”. Las preguntas sobre su etapa en el Barça servían para entrar en calor hasta tocar hueso: “Ganáis la liga, se desarrollan muchas cosas en pocos días y tú te vas. ¿Cómo fue la cosa?”. Hasta Hurtado parece incómodo y mira un poco los papeles para preguntar. Y aquí Saras no deja espacio a la ambigüedad: “Me llevé una decepción muy grande con mis jefes ahí. (…) No era serio. No era un club grande”. A continuación, Hurtado le recuerda una circunstancia del entorno que, en cierto modo, sirve para reforzarle sus argumentos y que Jasikevicius siga verbalizando ese resentimiento: “Cuando ganabas nunca se aludía a que tú exigías mucho, pero cuando perdíais, sí”. Y la estrategia funcionaba. Saras lamentaba: “Hubo reuniones por detrás con periodistas para decir cosas. Ha dolido mucho. Poco serio”. Después, Hurtado, relajaba de nuevo el clima de la conversación. Un impasse para volver a la carga: “¿Crees que habrá una tercera etapa y veremos a Jasikevicius ganando la Euroliga con el Barça?”. Saras se distanciaba de esta posibilidad. Y Hurtado lo aprovechaba, muy oportunamente, para exhibir un mate final preguntándole por el Real Madrid con una pregunta cerrada a dos opciones: “Imagínate, en el mismo timing, una oferta de la NBA y una del Real Madrid. ¿Cuál agarras?”. Y Saras, después de subrayar su respeto al club blanco respondía: “Pienso distinto de lo que pensaba antes. (…) En la vida nunca se sabe”. Una insinuación sibilina, un final con tensión que casi sonaba a amenaza. A veces sí se saben las cosas. Uno tiene la sensación de que Jasikevicius sabía perfectamente lo que quería expresar desde un buen principio y que Hurtado también sabía qué teclas tocar y el estado de ánimo de su invitado para que le proporcionara unas declaraciones potentes.