Mònica Planas

El lunes, en ‘El golazo de Gol’, estaban intrigadísimos y muy preocupados por un gesto que detectaron en la celebración del gol de João Félix: “¡Se lleva la mano a los cascarones!” se escandalizaba Manolo Lama. “Hace João Félix como un gesto de falta de respeto a los aficionados. ¿Es que le picaba en ese momento el elástico? ¿Qué pasó ahí?”. Añadían música de suspense. Repetían la imagen en bucle y utilizaban la escena como cebo para mantener a la audiencia esperando a que aclararan el misterio. Minutos más tarde preguntaban a la audiencia y a sus colaboradores: “¿Qué te molestó más: el gol o la celebración?” y seguían especulando sobre posibles picores en los genitales del portugués. Esto era lo que les pareció más relevante de la victoria del Barça contra el Atleti. Se preguntaban si se trataba de una provocación a la afición colchonera, pero lo cierto es que la imagen estaba captada desde un ángulo inaudito, ampliando mucho el plano, para mostrar, a través de una brecha entre los jugadores, lo que sucedía en el interior del corrillo. Algo de lo que nadie se percató desde la grada y que ‘El golazo de Gol’ pretendían convertir en un escándalo mayúsculo y una falta de respeto al rival.

El colmo llegó cuando Manolo Lama se puso en modo true-crime pidiendo a la audiencia que se fijara en los cascarones de João Félix: “Vamos a diseccionar. A partir de ahora les pido, por favor, que miren, que observen detenidamente y luego saquen las conclusiones que quieran. ¿Qué ocurrió en el corrillo donde abrazan a João? ¿Le pica? ¿Se agarra? ¿Es un desprecio a la afición? ¿Es un gesto instintivo?”. Mientras lo comentaba, en pantalla repitieron en bucle el gesto del jugador acomodándose la chacinería. Hasta 15 veces repitieron la imagen con lupa incluida. Después, un vídeo repitió de nuevo todo el relato misterioso sobre los cascabeles de João Félix. Repitieron en bucle 11 veces la imagen de nuevo. Y, en un tercer round, por si todavía no nos habían quedado claras las palpaciones del portugués, consultaron de nuevo a los colaboradores. Mientras los señores especulaban sobre el empeño en la exploración testicular, en pantalla repitieron 31 veces más el gesto. Por lo tanto, nos mostraron el toqueteo un total de 57 veces para averiguar su esencia, como si de ello dependiera el futuro del fútbol. Un manoseo sin aparentes consecuencias que solo los alteró a ellos. Por cascarones, los que hay que tener por forzar una provocación y convertir en noticia una anécdota absurda.