RICARD Torquemada

Periodista

Una de las frases que Xavi dejó en la rueda de prensa tras la dolorosa derrota contra el Madrid fue “tenemos que hacer un reset”. Cuando un dispositivo se bloquea o está saturado, es la primera solución que recomienda cualquier técnico. De esta manera, se desconecta y se vuelve a activar para empezar de cero. Normalmente es efectiva. Sin embargo, si no funciona, hay un daño que necesita una reparación o incluso un cambio de aparato.

Es muy sencillo. Se apaga con un “off” y se enciende con un “on”. Cuando esto se traslada desde la tecnología a un grupo humano, la cuestión se complica. No hay un botón que cumpla con la misión, lo debes encontrar. Y no es una tecla, es volver al origen. Es fácil decirlo, pero extremadamente complejo conseguirlo porque tratas con personas que necesitan ser seducidas y convencidas para la misión.

La sensación que transmitió el Barça en Riad es la de un equipo con poco alma, además de poco fútbol. No jugó bien, pero compitió mucho peor. El reset que pretende Xavi no sólo necesita conectar emocionalmente con los futbolistas, algo al alcance del entrenador siempre que no se haya roto la confianza en él, sino mejorar todas aquellas asignaturas del juego que se han suspendido. Si alcanza el primer principio, parece todavía más difícil que de un día para otro, el equipo encuentre el rumbo.

Por ejemplo, cuando el Barça no presiona bien desde hace días, no sólo es cuestión de intensidad, también de saber qué pretendes con tu acción defensiva o de estar ordenado para no llegar tarde reiteradamente. Si el paso adelante no es efectivo, la inseguridad hace que retrocedas, que des tiempo al rival para pensar y filtrar un pase. Si la línea defensiva no anticipa lo que está pasando, queda retratada porque su reacción llega tarde. Es una cadena de sucesos que no se resuelve con un botón mágico. Se requiere un diagnóstico claro, mucha energía para intervenir y valentía para ejecutar.

Un reset de emergencia siempre desconecta, pero hay veces que no vuelve a reconectar.

El fútbol está expulsando a los jugadores con encanto individual. Afortunadamente, siempre quedan entrenadores que los valoran. Algunos los quieren matizar, otros cambiar e incluso unos pocos están dispuestos a aceptarlos. Edon Zhegrova es un jugador especial por los infinitos recursos que maneja en el uno contra uno. Zurdo de 24 años, el extremo kosovar del Lille juega a banda cambiada, tiene un potente tren inferior ideal para el cambio de ritmo y el cambio de dirección. Es muy hábil en el trato del balón en la conducción, que combina con una imaginación ilimitada en el regate. Falta ver si puede mejorar su producción ofensiva con más goles, quizás su asignatura pendiente. Un placer para la vista.