Santi Nolla

Hay casos de éxito que no son solo repentinos. El fútbol, el deporte, a veces retorna dosis de trabajo y sacrificio. Es el caso de Saúl Ñíguez, el jugador del Atlético de 29 años con contrato hasta 2026, que marcó un gol clave para los colchoneros en el estadio de La Cerámica en los últimos segundos y que permitió al equipo de Simeone dormir en puestos de Champions. Saúl atravesaba un mal momento deportivo había fallado un penalti contra el Inter, el único del equipo rojiblanco que había errado en el lanzamiento, y describió su sentir en redes sociales: “Es un momento de mierda para mí a nivel deportivo, y soy consciente, acepto todas las críticas, pero lo único que me han enseñado es a seguir trabajando en las buenas y en las malas, hasta conseguir cambiar la situación”. Y la cambió en un juego que cada tres días eleva y hunde a alguien o a algo, con la tremenda capacidad de tres días después levantar al caído y hundir al soberbio. Le enseñaron bien a Saúl.

También al coreano Lee Kang-In, 23 años, que llegó al PSG procedente del Mallorca a cambio de 22 millones de euros, récord histórico de traspaso para el club balear. También debió trabajar mucho y ahora es el jugador del equipo parisino que más camisetas vende on line. Más que Mbappé, que solo le supera en ventas presenciales. El medio asiático ha conseguido cubrir en parte la fuga de ventas que provocó la marcha de Messi y de Neymar. Lee no lo pasó bien en su etapa en Valencia, apadrinado por Peter Lim, contando inicialmente para entrenadores como Marcelino o Celades, pero después relegado a un segundo plano. También trabajó lo suyo y hoy es un tipo de éxito en París. De Leo a Lee.

Pedro Martínez es el entrenador del Baxi Manresa de básket que venció al Madrid en su propia casa y que había hecho lo mismo con el Barça. Un entrenador histórico de gran talento, del que habló un discípulo suyo Carlos Ruf, en una buena entrevista de Sergio Heredia en La Vanguardia. “Hace divertido lo desagradable”, comentó Ruf que añadió: “Hace mejor a cualquier jugador; tenías que ser un patán para que perdiera la fe en tí”. Un tipo muy trabajador que también tocó el éxito con las manos. Gente (algo más que) corriente.