Xavier Bosch

Reenviado muchas veces. Cuando uno recibe un mensaje con un encabezamiento así, en el mundo del Barça, o es un meme o es un bulo. A menudo, interesado. En la última semana ha corrido por Barcelona el rumor de que Joan Laporta, ante la debacle económica del club, estaría meditando dar un paso al lado más pronto que tarde. Cuando algún consocio me pregunta qué posibilidades veo que dimita el presidente, mi respuesta es contundente: ninguna. A riesgo de comerme esta página a pedazos, me mojo porque ni existe tal intención, ni Laporta es de los que se rinde, al contrario.

Superado el susto de salud –el trombo de principios de temporada– su talante tozudo y su optimismo contagioso le hacen crecerse ante la adversidad. Además, él se mueve por barcelonismo (“Estimem el Barça”), aunque pueda parecer que el ‘modus vivendi’ de no pocos amigos y algunos familiares depende, hoy por hoy, de su sueldo en el club. Laporta, personalmente, pasó por un momento peor. Después de superar la perdida moción de censura –una de esas contradicciones del Barça–, “tuve que hacerme el muerto para sobrevivir”. Así lo contó en la Contra de La Vanguardia en 2009, cuando su Barça –ya sin Soriano, ni Ingla a su lado– había conseguido el primer triplete de la historia.

Ahora, la fórmula para salir del atolladero no puede ser la de entonces. Messi no está en el campo, Guardiola no volverá al banquillo y la tremenda deuda del club impide rehacer la plantilla con fichajes de campanillas. Los jóvenes de la plantilla, muchos y muy buenos, son todavía adolescentes como para esperar que lideren el proyecto deportivo. ‘La nueva era’, la serie sobre el presunto renacer del Barça, tiene un título comercial demasiado alejado de la realidad. La verdad es mucho más dura. En lo deportivo, en lo económico y en lo social.

Estos días, que hay análisis de todo tipo sobre el tercer aniversario del retorno de Laporta a la presidencia, he releído sus entrevistas de campaña electoral, he mirado los debates de 2021 y he tomados apuntes de los actos que el candidato protagonizó en su sede. De la entrevista que MD le hizo al candidato que recogió más firmas el titular era “Mi sueño es celebrar el 125 aniversario con el nuevo Camp Nou y con Messi en el equipo”. Y acuñó otra frase que, luego, repitió en campaña: “En el Barça no hay temporadas de transición”. El programa económico, presentado junto a Jaume Giró, Xavier Barbany y el que fuera decano del Col·legi d’Economistes, Joan Casas, de la candidatura de Laporta aseguraba que la solución a las tensiones de tesorería pasaba por dos emisiones de bonos. Los “bonos singulares” para socios y simpatizantes, y los “bonos institucionales”, autorizados por la CNMV, con intereses y remuneración a cinco años. Nunca más se supo. El modelo de ingresos tenía cinco pilares: patrocinios, Barça Academy, Barça Experience Centers, e-sports y el Espai Barça. No hace falta decir nada más. En el acto de su programa electoral llamado “Estimem l’Afició” dijo: “Apostamos por mandatos de junta directiva de cinco años porque seis años, a veces, se hacen muy largos”. Llevamos tres. Durará seis. Una vez más, se cumple el teorema de Mario Cuomo, ex gobernador de Nueva York: “Se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa”.

En toda la temporada 2023-24, el Barça todavía no ha conseguido dejar la portería a cero en tres partidos consecutivos. El viernes, ante el Mallorca, tendrá la oportunidad de lograr algo insólito en lo que va de campaña. En tres ocasiones, al inicio de temporada, Ter Stegen logró dejar su portería imbatida en dos encuentros y, al llegar al tercero, gol al canto. Y ya puestos, le perforaban en plural. El Villarreal le metió tres, el Celta se avanzó con dos goles en Montjuïc y en Granada el Barça regaló dos goles tras dos partidos sin encajar. En tiempo de Iñaki Peña, y no por culpa del portero alicantino, no hubo ni tan siquiera dos partidos seguidos sin gol en contra. Ahora, para encontrar algún punto positivo al panorama, el equipo viene de golear al Getafe y de empatar en San Mamés sin que los rivales apenas hayan inquietado la portería del Barça. El sistema defensivo, con Christensen por delante, se ha visto reforzado. Veremos cómo le va al equipo, en adelante, sin tener a De Jong cortando y recuperando como en él es habitual. Y sin Araujo, que vio la quinta amarilla en San Mamés y llegará fresco para atar a Víctor Osimhen dentro de una semana para la importantísima cita ante el Nápoles. La confianza se genera cuando, un partido tras otro, conviertes tu portería en un muro.

La camiseta blanca del Barça es muy bonita, pero ni es el color del Barça ni trae suerte. Al contrario, el mal fario empieza a ser evidente. El Athletic Club nos apeó en la Copa con los de Xavi vestidos de blanco y con dos ocasiones de las que Lamine Yamal no perdonará en toda su carrera. Con la misma camiseta y en el mismo estadio, el Barça dejó escapar, el pasado domingo, la oportunidad de oro de engancharse a la Liga. Ya con este atuendo, el equipo perdió en campo neutral contra el Shakhtar Donetsk, una derrota que nos puede dejar sin jugar el primer Mundial de Clubs en serio. En Mallorca, el Barça tampoco consiguió la victoria (2-2) con una indumentaria que es para guardarla en el armario y no ponérnosla nunca más. O, dicho de otra manera, de las siete victorias en Liga fuera de casa, y en la única victoria a domicilio en Champions (en Oporto), solo en una de ellas el Barça vistió con la camiseta blanca. Fue en la primera ocasión de todas, el 3-4 en Villarreal en la tercera jornada de Liga. Desde entonces, disgustos. Sin duda, los males del Barça no vienen por una superstición con la moda. A la postre, la Liga se ha tirado en casa, vestidos de azulgrana, donde han volado ya 11 puntos.

1. Jules Koundé, en la jornada 27, vio la primera tarjeta amarilla en la Liga. Para un defensa que lo ha jugado casi todo, debemos reflexionar sobre si este es un dato positivo o negativo.
2. Luis Enrique se sentó ayer en Anoeta en medio de la polémica con Mbappé. La primera vez que se sentó en ese banquillo, se enzarzaron con Messi, echaron a Zubizarreta y Bartomeu tuvo que convocar elecciones. Eso sí, la temporada terminó en triplete.
3. En el Museo de Gil Manzano ya tenía las expulsiones de Messi, Suárez, Neymar y Lewandowski. ¿Tanto les cuesta entender que también quería exponer la roja a Bellingham en una vitrina?
4. La policía registró ayer la sede de la Federación Catalana de Fútbol. La actuación de los Mossos tendría que ver con las irregularidades en las últimas elecciones. Qué raro. ¿Lío en la catalana? No se podía saber.
5. Por cierto, Pedro Rocha, todavía presidente de la RFEF, sigue enrocado y sin convocar las elecciones, aunque se comprometió que serían en el primer cuatrimestre de 2024. Claro que viendo según qué candidatos, casi que ‘Rubi’ nos parecerá un dechado de virtudes.

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Laporta no abandonará

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06.03.2024

Xavier Bosch

Reenviado muchas veces. Cuando uno recibe un mensaje con un encabezamiento así, en el mundo del Barça, o es un meme o es un bulo. A menudo, interesado. En la última semana ha corrido por Barcelona el rumor de que Joan Laporta, ante la debacle económica del club, estaría meditando dar un paso al lado más pronto que tarde. Cuando algún consocio me pregunta qué posibilidades veo que dimita el presidente, mi respuesta es contundente: ninguna. A riesgo de comerme esta página a pedazos, me mojo porque ni existe tal intención, ni Laporta es de los que se rinde, al contrario.

Superado el susto de salud –el trombo de principios de temporada– su talante tozudo y su optimismo contagioso le hacen crecerse ante la adversidad. Además, él se mueve por barcelonismo (“Estimem el Barça”), aunque pueda parecer que el ‘modus vivendi’ de no pocos amigos y algunos familiares depende, hoy por hoy, de su sueldo en el club. Laporta, personalmente, pasó por un momento peor. Después de superar la perdida moción de censura –una de esas contradicciones del Barça–, “tuve que hacerme el muerto para sobrevivir”. Así lo contó en la Contra de La Vanguardia en 2009, cuando su Barça –ya sin Soriano, ni Ingla a su lado– había conseguido el primer triplete de la historia.

Ahora, la fórmula para salir del atolladero no puede ser la de entonces. Messi no está en el campo, Guardiola no volverá al banquillo y la tremenda deuda del club impide rehacer la plantilla con fichajes de campanillas. Los jóvenes de la plantilla, muchos y muy buenos, son todavía adolescentes como para esperar que lideren el proyecto deportivo. ‘La nueva era’, la serie sobre el presunto renacer del Barça, tiene un título comercial demasiado alejado de la realidad. La verdad es mucho más........

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