Xavier Bosch

El Barça perdió en el Bernabéu y se despidió de la Liga. Lo hizo en la misma decepcionante semana que había sido apeado de la Champions, en una eliminatoria que llegó a tener dos goles de ventaja. Como consecuencia del adiós europeo, el Club se quedará sin disputar el primer Mundial de Clubs. Entre no llegar a semifinales y no jugar el Mundial de Estados Unidos, más allá del batacazo reputacional, el Barça dejará de ingresar 70 millones (20+50) que bien habrían ido para tener a un Zubimendi. Por todo ello, la Liga pasaba por Madrid. Era el último clavo ardiendo pero “las ganas de volver a veros” se esfumaron con la remontada final. Los goles de Lucas Vázquez y Bellingham fueron la estocada, dolorosa y cruel. Y sí, el balón de Lamine Yamal entró. Y sí, es una vergüenza que el VAR no lo pudiera dilucidar.

Y es ridículo que en la Liga no haya tecnología de gol, y es absurdo creer que de las 36 cámaras de la realización del partido, ninguna pudiese dar una imagen sin que Lunin encubriera el delito con su cuerpo. Pero el vídeo del presidente del Barça, pidiendo la repetición del partido en caso de poder certificar que era gol, es ridículo. Habíamos aparcado el victimismo y, como si de una manguera contra incendios se tratara, ahora rompe el cristal para usarla a conveniencia. Esta idea explicitada por Laporta, que no va a tener ningún recorrido, es de vergüenza ajena. Tiene algo de pataleta infantil y un mucho de cortina de humo.

Y es que antes de Sant Jordi ya sabemos que vamos a tener un año en blanco. En la final de la Supercopa el Madrid nos metió 4, el Athletic nos metió 4 para el adiós copero y el PSG nos metió otros 4 en casa. Demasiadas goleadas. Así, de 4 en 4 se cayeron tres títulos. Podemos mirar a Soto Grado, que de Getafe al Bernabéu ha machacado al Barça desde la primera jornada hasta sentenciar el título, pero los males del equipo no visten de negro (o de amarillo, de azul turquesa o como disfracen ahora los colegiados su torpeza).

Era de esperar que en la primera temporada con el escándalo Enríquez Negreira en el juzgado, al Barça le saldrían cruz todas las decisiones de interpretación arbitral. Y así ha sido. Es lo que tiene que cuatro presidentes del Barça, Laporta incluido, durante 17 años hiciesen rico al vicepresidente del CTA, ni que fuera para pagar unos informes técnicos, ni que fuera para calmar a un pícaro con ínfulas de chantajista. Tampoco es que el Barça actual, en lo que a relaciones institucionales se refiere, esté muy bien con UEFA, Liga, Federación… Y de toda esa macedonia, junto a un equipo demasiado irregular, poco fiable, que ha sufrido muchas lesiones, que ha encontrado tarde la forma de competir, se llega a esta triste situación de final de curso.

En el primer mandato, de los siete años de Laporta, solo hubo dos temporadas en blanco (la primera y la última de Rijkaard). En el segundo mandato, ya son dos años sin título en tan solo tres temporadas. “En el Barça no hay años de transición” y “conmigo, perder tendrá consecuencias” son frases suyas, de campaña electoral. Claro que el relato, luego, se modula en función de la realidad. Arrimar el ascua a su sardina es lógico, humano y comprensible. Pero arrastrar el Barça al ridículo, como en el video de la semana, el Presidente no hace ningún favor al club.

Vueling celebra sus primeros veinte años de vida, conectando Barcelona con el mundo, con un interesantísimo acuerdo con el Barça. Por primera vez en el mundo del fútbol femenino, un equipo tendrá un avión propio para sus viajes. Mañana jueves podremos ver, por primera vez, el fuselaje azulgrana para los desplazamientos europeos de las campeonas de Europa, con la imagen de las jugadoras luciendo en el cielo, de aquí para allá. El avión de Vueling se estrenará para jugar el sábado en Londres ante el Chelsea y, ojalá, sirva para volar hacia el siempre ventoso aeropuerto de Bilbao para jugar la final de la Champions. El Barça no ingresará nada en concepto de patrocinio pero sí que se ahorrará los costes de los viajes. Vueling, compañía catalana, refuerza su identidad gracias al siempre positivo vínculo con el Barça. Un win-win interesante para todas las partes. Eso sí, el avión hará vuelos comerciales el resto de días del año, llevando pasajeros que, en muchos casos, serán aficionados de otros equipos. A ver cuántos merengues se niegan a coger un avión con el escudo, los colores, y las cracks del Barça sobre el ala… Magnífica iniciativa que refuerza dos marcas, a la espera que, en un segundo paso, el avión también sirva para ir a jugar los encuentros de Liga por España.

Barça 0- Chelsea 1. En el partido más importante de la temporada, derrota. La primera del equipo femenino y, esperemos, que la última de la 2023-24. Además del resultado, todo fue muy raro en la ida de las semifinales de la Champions. El horario del partido (13.30), el encuentro en Montjuïc y la forma de jugar del Barça. Rematar una sola vez a portería en 95 minutos es lo nunca visto durante años en el mejor equipo del mundo. Generar tan poco, hilvanar poco fútbol, prescindir de Alexia hasta el tramo final… Raro. Putellas la tuvo, en el último balón del partido, y un remate que suele terminar en gol se fue a la puerta de Maratón para desesperación de todos. El palo fue tremendo y el entrenador fue incapaz de ordenar el equipo, cambiar al guion y volver a lo de siempre: un martillo pilón que destroza a las rivales por físico, fútbol e insistencia. El Chelsea, defendiendo con uñas y dientes, tuvo bastante para poner un pie en la final. Seguro que en Stamford Bridge, el Barça sacará el orgullo, el hambre y la eficacia que no vimos en Montjuïc. Llegar a una final no es fácil y hay que darle mucho mérito a lo conseguido los últimos años, pero el pasado no cuenta. Tampoco el partido de ida. Y este Barça está capacitado para ganar en Londres por más de un gol. Y de dos. La confianza debe ser, todavía, absoluta.

1. La Generalitat, en su campaña de publicidad para minimizar el impacto de la sequía y a favor de las piscinas vacías, debería contratar a Lucas Vázquez. Es el mejor ejemplo del que se tira a la piscina sin agua.
2. El alemán Rüdiger es tan innovador que cometió el primer penalti de la historia con el culo. Como pasa con tantos pioneros, incomprendidos por su tiempo, no se lo pitaron. Demasiado moderna su forma de derribar a Fermín.
3. Gol fantasma de Lamine Yamal. A falta de una visión nítida del VAR, a falta de reloj de ojo de halcón, a Soto Grado y Sánchez Martínez les habría bastado fijarse en la cara de Camavinga para darse cuenta de que era gol. Su mueca, en primera línea de la jugada, debería servir como prueba para validar el tanto.
4. Vinicius, Gündogan, Lamine Yamal, Valverde… Es impresionante cuántos jugadores de Primera no sabían que aquí, en la Liga, el reloj del árbitro no les da la señal de gol o no gol.
5. Ahora ya sabemos por qué al Real Madrid-Barça le llaman “clásico”. Porque con VAR o sin él, pasa lo de siempre.

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No hagamos el ridículo

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24.04.2024

Xavier Bosch

El Barça perdió en el Bernabéu y se despidió de la Liga. Lo hizo en la misma decepcionante semana que había sido apeado de la Champions, en una eliminatoria que llegó a tener dos goles de ventaja. Como consecuencia del adiós europeo, el Club se quedará sin disputar el primer Mundial de Clubs. Entre no llegar a semifinales y no jugar el Mundial de Estados Unidos, más allá del batacazo reputacional, el Barça dejará de ingresar 70 millones (20 50) que bien habrían ido para tener a un Zubimendi. Por todo ello, la Liga pasaba por Madrid. Era el último clavo ardiendo pero “las ganas de volver a veros” se esfumaron con la remontada final. Los goles de Lucas Vázquez y Bellingham fueron la estocada, dolorosa y cruel. Y sí, el balón de Lamine Yamal entró. Y sí, es una vergüenza que el VAR no lo pudiera dilucidar.

Y es ridículo que en la Liga no haya tecnología de gol, y es absurdo creer que de las 36 cámaras de la realización del partido, ninguna pudiese dar una imagen sin que Lunin encubriera el delito con su cuerpo. Pero el vídeo del presidente del Barça, pidiendo la repetición del partido en caso de poder certificar que era gol, es ridículo. Habíamos aparcado el victimismo y, como si de una manguera contra incendios se tratara, ahora rompe el cristal para usarla a conveniencia. Esta idea explicitada por Laporta, que no va a tener ningún recorrido, es de vergüenza ajena. Tiene algo de pataleta infantil y un mucho de cortina de humo.

Y es que antes de Sant Jordi ya sabemos que vamos a tener un año en blanco. En la final de la Supercopa el Madrid nos metió 4, el Athletic nos metió 4 para el adiós copero y el PSG nos metió otros 4 en casa. Demasiadas goleadas. Así, de 4 en 4 se........

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