La alcaldesa Ibarrola no da puntada sin hilo. La ceremonia de encendido de la iluminación navideña soltará 3.000 farolillos biodegradables desde la Vuelta del Castillo (Autobuses) y repartirá 3.000 pulseras fluorescentes en la plaza Consistorial para que la luz a pie de adoquinado se extienda hacia el ornato luminoso de la fachada municipal. Los farolillos, un guiño a la ciudad hermana de Bayona. Un espectáculo con esos elementos abre cada año sus fiestas navideñas.

El número de farolillos y pulseras se puede tomar también como un guiño burlesco a EH Bildu. Viene a coincidir con la diferencia en votos entre la pequeña hegemonía de UPN y su directo rival. En concejales, uno de diferencia. El futuro de la Alcaldía, pendiente quizá de que Sánchez encienda los farolillos de la investidura y la gobernabilidad.

Llegado el caso, Elma repartirá pulseras para moción de censura. San Saturnino o San Cernin es el patrono de la Ciudad. San Fermín lo es de la Diócesis. Una distinción cuyo conocimiento no es universal ni siquiera entre los pamploneses. La festividad de San Saturnino se bautiza ahora como Día de Pamplona. ¿Entonces, el 7 de julio lo etiquetamos como Día de la Diócesis? El encendido del alumbrado es a la Navidad lo que la apertura de la Tómbola a los Sanfermines: un anuncio remoto. El botón del encendido será pulsado por voluntarios del programa municipal Pamplonistas.

Prestan su tiempo para ayudar al vecindario y mejorar la ciudad. Hay otros Pamplonistas, menos apreciados por alcaldesa y equipo de gobierno, que prestan su tiempo voluntariamente para la atención a sus barrios desde Asociaciones de Vecinos y otros colectivos. Los Gigantes bailarán en el interior de la Parroquia de San Saturnino por el sexto centenario del Privilegio de la Unión. A la usanza tudelana. Como los riberos en su Catedral en la novena de Santa Ana. Al alcalde Toquero le gustará la emulación. Pero Ibarrola aspira a ser el Gallico de UPN. Su pináculo.