Imagina un tren que no para nunca. Tú vas montada en ese misterioso tren que nunca se detiene. Mirando la rápida y cambiante agitación exterior por la ventana. No recuerdas cómo has llegado hasta allí. Aunque, de vez en cuando te adormeces, claro. Pero también te gusta mirar las estrellas de la noche. Las estrellas de la noche son fascinantes, te dices a ti mismo bajando el cristal de la ventana para recibir por un momento el aire frío en la cara. Recibir en la cara el frío aire de la noche y poder ver las estrellas brillando en el cielo nocturno te parece una buena razón para haber nacido y estar vivo. A ti y a todo el mundo. Y lo es. Ahora bien, ¿has pensado alguna vez, Lutxo, viejo y reseco endriago de los páramos, en lo triste que tiene que ser viajar en un tren del que uno no puede apearse?, le digo a Lucho, el lunes por la mañana, en la terraza del Torino, mientras hago sonar los hielos en el vaso que sostengo en la mano tiesa. Derecha, de hecho. Y me dice: Todos viajamos en un tren rumbo a la muerte. A veces, es más fatalista que yo, el pobre. Pero luego siempre sale con alguna enormidad. Por eso yo me apunto a la filosofía del Carpe diem, exclama a continuación, el viejo cenutrio. Y ¿cómo lo exclama? Pues lo exclama con ruido, como si quisiera que se enterara todo el barrio antiguo y parte del moderno. Así que le digo: Pero yo me refería a las estrellas, Lutxo. Te decía que no hay nada más maravilloso que mirar a las estrellas. El acto mismo de mirarlas con fascinación. Y entonces hace una pausa y dice: Sé que, cuando te refieres a las estrellas, te refieres a los asistentes a la boda de la corte de Madrid. Pero yo no me refiero a ese tipo de estrellas, le digo. Cada cual se fascina con las estrellas que puede, dice él.

QOSHE - Las estrellas - F.l. Chivite
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Las estrellas

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09.04.2024

Imagina un tren que no para nunca. Tú vas montada en ese misterioso tren que nunca se detiene. Mirando la rápida y cambiante agitación exterior por la ventana. No recuerdas cómo has llegado hasta allí. Aunque, de vez en cuando te adormeces, claro. Pero también te gusta mirar las estrellas de la noche. Las estrellas de la noche son fascinantes, te dices a ti mismo bajando el cristal de la ventana para recibir por un momento el aire........

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