Esta semana una escritora ha ganado un premio literario japonés para jóvenes talentos con una novela escrita en parte por una Inteligencia Artificial. La autora se llama Rie Kudan y en realidad no se ríe de nadie porque ha explicado tranquilamente, no bajo amenaza de denuncia ni de tortura, que el 5% de su novela Tokyo Sympathy Tower es obra de ChatGPT. Al jurado no sólo le ha parecido una novela “prácticamente impecable” sino que no les ha generado ningún conflicto ético, ni moral ni filosófico que la autoría de la novela ganadora pertenezca en una pequeña medida a una IA generativa, ya que “se mencionaba en la obra”. Quedaría por saber qué les ha parecido al resto de participantes en la convocatoria del premio. A quienes no hayan recurrido también a esta herramienta, claro.

Margaret Atwood, que sólo lleva sesenta y dos años publicando novela, poesía, ensayo, relato y, quizá, hasta instrucciones de cómo montar lavadoras y en qué dosis tomar ciertos medicamentos, y que salvo el Nobel –si vive, caerá- ha ganado el 80% de los premios literarios más prestigiosos, engrosa las filas de una armada integrada por 10.000 autoras y autores que han pedido a los líderes de las empresas desarrolladoras de Inteligencia Artificial una sola cosa. Que antes de dejar a sus criaturas digitales sus obras para que aprendan cómo se escribe bien y de verdad les pidan autorización y les paguen por utilizar su trabajo. Lo normal, vamos. Tanto que por no haberlo hecho el autor de best sellers John Grisham y otros 9.000 compañeros estadounidenses en esta cosa de juntar palabras y tratar de darles algo de alma, denunciaron hace cuatro meses a OpenAI. Por violar sus derechos de autor y por “robo sistemático”.

¿Es lo mismo redactar bien que escribir? No. ¿Cómo sé yo esto? Porque se lo he leído alguna vez a la autora de esta columna, que en vez de estar tecleando se ha ido al cine. Y después me pondrá verde. ¡Qué ganas tenía de usar esta expresión! ¿Lo he hecho bien?

QOSHE - Autoría - Maite Esparza
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26.01.2024

Esta semana una escritora ha ganado un premio literario japonés para jóvenes talentos con una novela escrita en parte por una Inteligencia Artificial. La autora se llama Rie Kudan y en realidad no se ríe de nadie porque ha explicado tranquilamente, no bajo amenaza de denuncia ni de tortura, que el 5% de su novela Tokyo Sympathy Tower es obra de ChatGPT. Al jurado no sólo le ha parecido una novela “prácticamente impecable” sino que no les ha generado ningún conflicto ético, ni moral ni........

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