En El mundo como objeto (2006), uno de los poemarios más singulares y sólidos de nuestra literatura desde el comienzo del siglo a la fecha, Marcelo Morales o el sujeto lírico que toma su voz, inicia diciendo:

“Creo en el sonido de las flores cuando crecen, en / la profundidad del espíritu cuando Dios se /asemeja a una luz temblando sobre un charco. / Creo en la belleza y el amor y en su sonrisa / cuando acaba de bañarse. // Creo en los colores de la aurora cuando caen y su / pelo se confunde en los trigales y como un niño / me he visto temblar entre las cosas. Pero creo / también que todo acaba irremediablemente en la /muerte. También el mundo, también su pelo / confundido en los trigales.”

Ese poema, sin título, se hace acompañar de una cita del francés René Daumal: “Tout pure, tout centre, moins toi.” 1

Y aquí, pienso, está contenida, si no toda su poética, al menos su postura, excéntrica, ante ese espacio paradójico, de ensoñación vigilante, que es para Morales el ejercicio poético. El asombro ante el prodigio del mundo y la certeza aterradora de la finitud de la existencia. “Todo lo que tiene fin es breve”, reza un refrán de la antigua china. Nuestro poeta, al parecer, participa del aserto. La poesía, su descubrimiento, su plasmación y socialización mediante la escritura, es lucidez. La lucidez puede ser ocasional fuente de gozo, pero, sobre todas las cosas, infringe dolor a quien la padece.

Marcelo Morales (La Habana, 1977) estudió Historia en la Universidad de La Habana, y Lengua y cultura italiana en la Universidad para Extranjeros de Parugia. Es, además de poeta, ensayista y novelista.

Se dio a conocer con el poemario Cinema (La Habana, 1997). Entre otros títulos, tiene inéditos La tradición despótica (ensayo), las novelas Cristo, Margarita y la oruga y El susto, además del poemario Realidades mentales.

Ahora, como dicen los mexicanos, vayamos al “chile”.

Intenta una definición de la poesía, o comparte alguna de otro autor que asumas como propia.

Sospecho que, en el fondo, no vamos a estar hablando más que de esto. Podría decir cosas como que [la poesía] es el arte de lo imposible, la definición de una verdad, un sentido eureka de la vida, una forma de pensar el mundo, una forma de verlo, de entenderlo, de estar en él, pero estaría simplificando.

Rafael Alcides Pérez, en uno de sus poemas, dice que la vida es una nube que a veces parece una cosa y luego otra y luego otra; eso puede pasar con las definiciones del arte: a veces parece una cosa y luego otra y luego otra.

¿Cuándo, de qué modo, tuviste la primera noción de la poesía como género literario?

Hay una frase de Eliseo Diego en la que siempre pienso cuando no estoy en Cuba. Eliseo decía algo así como que los cubanos vivíamos en la luz. Uno podría decir que vivimos en la resolana y el vapor, pero él eligió decir que vivíamos en la luz.

Yo puedo decir que he vivido en la poesía; eso, que suena muy lindo, no lo es del todo, porque la poesía, al contrario de lo que mucha gente piensa, no es sólo acerca de la belleza, la poesía más bien, al menos la que escribo, tiende a crecer de un dolor.

No puedo precisar cuándo tuve la primera noción de la poesía como género literario. Nací rodeado de poetas, porque tenía un tío abuelo poeta, Roberto Branly. Él y su esposa, mi tía abuela Migdalia, fueron mi puente hacia la literatura. Roberto murió joven, casi con la edad que tengo ahora, fue el primer muerto de mi vida; entonces tendría unos cuatro años.

Recuerdo la fascinación con la que abría las gavetas del escritorio que estaba en la biblioteca, ahí, entre gomas redondas y tachuelas y pisapapeles, estaban las cartas y los abrecartas que parecían puñales y los poemas llenos de tachaduras, montañas y montañas de poemas escritos a máquina o a mano. A través de ellos conocí en mi niñez a muchos escritores, a Eliseo, a Guillén a Alcides, a Onelio… Mi tía Migdalia me decía que ella se molestaba con Branly porque él se ponía a leerme poemas en voz alta “para que cogiera oído.” No puedo ni empezar a imaginarme esa escena.

Asumiendo la poesía como prisma más que como empleo de la palabra con sentido de tensión estética, ¿cuál sería el primer hecho de trascendencia poética de tu vida? Entendamos el adjetivo ordinal en su doble significado de importancia y de lugar en el tiempo.

Esa es una pregunta que tiene muchas respuestas. ¿Es el primer día que uno escribe un poema? ¿El primer poema que lo conmueve a uno? ¿La primera muerte en la vida? A veces he pensado que vivimos buscando un milagro cuando en verdad el milagro nos rodea entero; digo esto porque creo que vivimos dentro de la poesía, el lenguaje que usamos está lleno de traslaciones de sentido, de metáforas, de imágenes imposibles. ¿Hay algo más humano que el lenguaje?, ¿algo que defina más lo que somos como especie? ¿No es la lengua que usamos día a día una expresión de lo poético? ¿No lo es el mecanismo mudo con el que habla el tiempo?

En Cuba, a diferencia de otros países de nuestro universo lingüístico, la palabra poeta se asocia con conceptos como enajenado, desasido de la realidad, tonto o poco práctico. Esto contrasta con el hecho de que algunos de los prohombres cubanos —Martí a la cabeza— fueron poetas muy notables. ¿Te asumes tú como poeta?

A mí me costó muchísimo asumir mi condición de poeta, en parte por esas cosas que comentas, y porque asociaba la poesía con el dolor, con un daño psicológico, con el hecho de que uno escribe poesía casi siempre cuando la vida te pone al centro de algo. Yo quería ser otra cosa, historiador, novelista. Pero la verdad es que la poesía, entre las cosas inefables que es, es también una forma de ser. Por más que me aleje de ello, termino tratando de entender el mundo de ese modo, casi todo lo que vivo lo paso por ese prisma. Por otro lado, Cuba es un país fundado por poetas y filósofos, pensado por poetas, deseado por poetas (que han sido a su vez, hombres de acción) pero gobernado mayormente por la prosa y por los militares. Hay una falta de equilibrio histórico, al menos desde la llegada del almirante, entre el poder cívico y el militar. Esto es así, incluso, en las guerras de independencias del siglo XIX. No son pocos los poetas desterrados, fusilados o encarcelados en este país, entre ellos, José Martí, quien es, quizá, como dijo alguien, el político más solo de la isla.

¿Cuál es tu linaje poético? ¿Tu poesía se inscribe en una órbita estética en particular?

Creo en la verdad de la obra. Son muchas las discusiones que he tenido alrededor del tema. Recuerdo que una amiga me dijo que la verdad no era un valor poético, a lo que respondí que la mentira tampoco lo era, y pienso que los dos teníamos razón. El valor poético no es completamente un asunto de verdad o mentira. Y es que hay como dos razas de poetas, gente que se embelesa con la forma y gente a la que le interesa más el contenido. Me interesa la verdad de la obra, te repito. Para mí es como la diferencia que hay entre un tigre real y uno de juguete. El tigre de plástico cabe en una mano, ni te muerde, ni te mata, ni se muere. Cuando lo acaricias, no estás en peligro; al tigre de plástico le puedes borrar las rayas con tu sudor. Por otro lado, el tigre real, la experiencia real, o lo que llamo la verdad de la obra, no garantiza la calidad de la obra, como la condición del tigre de plástico no es una sentencia de mediocridad. Sea como sea, en mi concepción, el arte no debe ser inocuo.

Me niego a hacer un arte que ha roto con el peligro, con el dolor, que ha roto con el placer, pero, sobre todo, me niego a hacer un arte que ha roto con el deseo y la necesidad, que ha roto con la debilidad y el descontrol, que ha roto con el miedo. Sé que es un tema lleno de aristas, muy complejo. Pero si me preguntas por mi linaje, te diría que es el linaje de los que pasan el arte por la vida, el de los que viven el arte en carne propia.

¿Escribes poemarios o poemas que luego se insertan en un conjunto donde cobran pleno sentido?

Hace un rato me preguntabas por un momento de trascendencia poética, creo que uno de ellos fue escribir El mundo como objeto. De pronto tenía una voz que salía de un dolor real, no había fintas, no había edulcorantes, arabescos o guata; yo estaba escribiendo el miedo.

Empecé a girar alrededor de una idea, a escribir libros de poesía como si fueran ensayos de Emerson. Eso fue en 2001, estudiaba en Roma y estaba completamente obsesionado con la idea de la muerte. Desde ese momento he estado escribiendo un solo libro de poesía, o más bien, una sola obra poética, con sus diálogos entre libros. Por ejemplo, catorce años después, sentado en la barra de El Emperador, en el Focsa, (luego de escribir, El círculo mágico, Materia, Realidades mentales) estoy ahí, medio borracho, hablando con mis amigos. Hacía poco había estado adentro de La Sagrada Familia, en Barcelona, que me había impresionado mucho porque sentía que había ahí una concepción vegetal y mineral de lo divino, panteísta, si se quiere. Estaba pensando en eso de una manera subterránea, y me digo, así, de repente: el mundo no es un objeto, es un ser y está vivo, y ahí mismo, en el teléfono, empiezo a escribir El mundo como ser. Luego le seguirían The Star Spangled Brand y El mecanismo mudo. Todas, piezas separadas de un mismo cuerpo, funcionan solas, a excepción de Realidades mentales, que no ha sido publicado, porque es un eslabón, tiene sentido sólo entre Materia y El mundo como ser. Mi sueño es publicarlos todos juntos algún día.

Cubierta del libro. Foto: Cortesía del entrevistado. Cubierta del libro. Foto: Cortesía del entrevistado. Cubierta del libro. Foto: Cortesía del entrevistado. Cubierta del libro. Foto: Cortesía del entrevistado. Cubierta del libro. Foto: Cortesía del entrevistado.

Supón que quieres recomendar a un grupo de jóvenes la lectura de tu antología poética La serpiente se mueve como un río. ¿Qué les dirías? ¿Qué pueden encontrar entre sus páginas?

La serpiente se mueve como un río no es una antología de poemas, sino de libros. Es la suma de los libros de los que hablaba hace un momento. Faltaría incluir El mecanismo mudo y, con franqueza, no creo ya que lo vayan a publicar. Hace años, más de cinco, que está en imprenta, pero no hay papel y, al parecer, no habrá. En un país donde existen mercados privados, y galerías privadas y cine independiente, no hay editoriales independientes, y las editoriales estatales no tienen papel. Pero si se publicara, les diría que van a encontrar una poesía ontológica, pero también política y social, un viaje del cuerpo, la única máquina del tiempo que conocemos hasta ahora.

El mundo en general y Cuba en particular, están en crisis… La nuestra es económica, política y moral. Pienso que el rasgo que denota el mayor daño antropológico es la desesperanza. ¿Permaneces en Cuba por elección o por imposibilidad de establecerte en otro país? ¿Tiene sentido, en medio de tantas carencias materiales, escribir poesía?

Uno escribe poesía por gusto, por puro gusto, por necesidad vital; la escribe tenga o no tenga sentido hacerlo, tengas o no lectores, tengas o no tengas éxito. Es una de las artes más desinteresadas. Todos sabemos que ahí no hay dinero, fama o reconocimiento.

Soy el único de mi familia que vive en Cuba. Son incontables los seres queridos que se han ido. En ocasiones, esto me ha provocado un gran dolor. Es más fácil mejorar tu vida que mejorar un país. No todo el que se ha ido ha querido irse y no todos los que quieren volver pueden hacerlo, ni todos los que nos hemos quedado lo hemos hecho por elección.

No sé si voy a morir en Cuba, hasta ahora lo he escogido, entre otras muchas cosas, porque pienso que alguien tiene que quedarse, que por poco que sea, por mínimo que sea, uno también mejora a Cuba estando en ella. Me gusta mucho una frase de Díaz Martínez: “No es uno quien echa raíces en las cosas, son las cosas las que echan raíces en uno.” Quizá eso es lo que me ha pasado, quizá Cuba ha echado sus raíces.

Los poemas no se terminan, se abandonan. ¿Las entrevistas también?

Sin dudas. Podríamos estar hablando por horas. Al final, Cuba, la poesía, los poetas, los poemas, la literatura y el arte en general, son temas, por decirlo de algún modo, a los que le hemos entregado buena parte de nuestras vidas.

Comparte cinco poemas en los que creas haber alcanzado un nivel cercano a la excelencia.

Voy a hacer trampa. Comparto aquí fragmentos de un texto largo y sin nombre, escrito en 2015, al que le llamo en privado “El poema de Facebook”, no porque haya alcanzado la excelencia en él, sino porque creo que tiene que ver con algunas de las cosas de las que hemos hablado.

***

1

¿Que estás pensando? Facebook.

Yo pienso en todo ese humo contra los mosquitos, en todas esas cadenas de oro falso, en mi esqueleto en una caja allá en La Habana, en todas esas rayas que dividen la calzada y pienso en el destino y en las moscas que tropiezan contra el vidrio y en todos esos bancos de hospitales bajo el alma y en mis padres que envejecen y en mis padres juntos y pienso en el amor, sobre todo, siempre pienso en el amor, más que nada, pienso en el amor, más allá de todo, siempre pienso en el amor y pienso en gente llevando flores a los muertos y pienso en las flores y en los muertos y en lagartos que se tragan a mosquitos y en mosquitos y pienso el Big Bang como acto de violencia y en el mundo como acto de violencia y en los collares de la cobra como un acto de violencia y pienso en las almas gemelas, en estados que nos llevan hacia el miedo y pienso en el miedo y el poder, sobre todo siempre pienso en el poder, el punto azul de la bomba, el punto crítico. Y en el amor, sobre todo, siempre pienso en el amor.

2

Yo pienso en los cristales de la nieve y en paisajes de un milímetro de diámetro y en organismos de un milímetro de diámetro y en universos de un milímetro de diámetro y pienso en cosas que han vivido sin ser vistas y en la estructura de la célula y en las olas que se elevan sobre el muro y en pancartas con consignas socialistas y en moléculas de Adn y en los close up de las películas del oeste y en el peso de la luz y en la onda de la luz y en la punta enrollada del helecho y en los días de mercurio y en las lágrimas de las lámparas de araña y en nosotros convirtiéndonos en otros y en nosotros convirtiéndonos en otros y pienso en mitocondrias y electrones y el espacio y en colillas aplastadas contra el piso y en nosotros convirtiéndonos en otros y en nosotros convirtiéndonos en otros y en estrellas que miramos en pasado, la cara de Jackie Chan descascarándose en un bolso y en los tres mil de la luz en un segundo y en nosotros convirtiéndonos en otros y en nosotros convirtiéndonos en otros y en nosotros convirtiéndonos en otros y en nosotros convirtiéndonos en otros.

3

Y pienso en la Umap y en la revolución de cuando era un niño y en pioneros por el comunismo y en lo que ven los babalaos cuando empiezan a morirse y en patria o muerte venceremos, la luz de Sachsenhausen sobre hornos para infantes y pienso en arbeit macht frei 2 y en las ondas de posibilidad y en las partículas de experiencia y en el campo unificado y en la liebre de los galgos y pienso en dios y en las carnadas. La coherencia entre la pudrición y la peste, entre la muerte y la peste, entre la descomposición y la muerte. Pienso en arbeit macht frei y en la muerte de Martí y en no me pongan en lo oscuro y en la muerte de Fidel y en a morir como un traidor y en la de Villena y Guiteras. Los ojos de Abel descansando sobre un plato y pienso en meteoritos y en neones y en apellidos terminados en kovsqui y en las células muertas de cuando yo era un niño y en los ojos del Che tan abiertos en la muerte y pienso en arbeit macht frei y en Guantánamo y en las papilas de la lengua y en el sabor del hielo y en los átomos de hidrógeno y en las cruces que se asoman en la vía. Yo Pienso en arbeit mach frei y en Valeriano. En la sonrisa de Bush y Berlusconi. Yo pienso en arbeit macht frei.

4

Yo pienso en los objetos artificiales de las ciudades del futuro y en el calor de los iglús y en la piel de las termitas y pienso en la claridad y en el lóbulo frontal y en la red de las neuronas y en el pasillo del oncológico cuando cae la noche y en la glándulas de la oncóloga cuando cae la noche y en la soberbia de la oncóloga cuando cae la noche y en la perra de la oncóloga cuando cae la noche y pienso en la ambición y en la búsqueda y en mi tía bajo la vía láctea y en marcelo bajo la vía láctea y en mi muerte bajo la vía láctea y en nuestras muertes bajo la vía láctea y en esos mundos en los que no voy a nacer, en los que no voy a morir, en los que nunca has nacido, en los que nunca has muerto y en los palillos dentales y en los bosques encerrados en los libros y en la madera de la páginas en blanco y en la fosforescencia de las rosas en la noche y en el amor de los perros y en las cosas que no sé de mí y en las que voy a saber y en la voluntad del salmón y en el mundo de los recién nacidos y en los ojos de los recién nacidos y en la lógica del cardumen y en mi tía bajo la vía láctea y en mi muerte bajo la vía láctea y en las especies extintas y el trabajo del bufón y la actitud de los bufones y en los hombres bombas y en las bombas y en lo que ven los poetas cuando empiezan a morirse, en lo que ven los poetas cuando entran al círculo y en lo que ven las personas cuando empiezan a morirse.

5

Y pienso en la OTAN y en el grupo de los siete y en Pinochet y en Sendero Luminoso y en lo blanco del anón, lo verde del anón, lo negro del anón y en la cortina de hierro y en el mundo como objeto y en la muerte como objeto y en el aire del esófago y en el amor de los ciegos y en el encendedor de cocina cuando salta la chispa y en la muerte bajo la vía láctea y en mi muerte bajo la vía láctea y en la rotación de la tierra, pero sobre todo pienso en ti, sobre todo pienso en ti, yo pienso mucho, en ti. Yo estoy pensando siempre en ti, yo pienso siempre, en ti.

Notas

1 En español: Todo puro, todo centrado, menos tú.

2 Inscripción forjada por los nazis a la entrada del campo de concentración de Auschwitz: “Solo el trabajo les hará libres.”

QOSHE - Marcelo Morales: “Me niego a hacer un arte que ha roto con el peligro, con el dolor” - Alex Fleites
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Marcelo Morales: “Me niego a hacer un arte que ha roto con el peligro, con el dolor”

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05.04.2024

En El mundo como objeto (2006), uno de los poemarios más singulares y sólidos de nuestra literatura desde el comienzo del siglo a la fecha, Marcelo Morales o el sujeto lírico que toma su voz, inicia diciendo:

“Creo en el sonido de las flores cuando crecen, en / la profundidad del espíritu cuando Dios se /asemeja a una luz temblando sobre un charco. / Creo en la belleza y el amor y en su sonrisa / cuando acaba de bañarse. // Creo en los colores de la aurora cuando caen y su / pelo se confunde en los trigales y como un niño / me he visto temblar entre las cosas. Pero creo / también que todo acaba irremediablemente en la /muerte. También el mundo, también su pelo / confundido en los trigales.”

Ese poema, sin título, se hace acompañar de una cita del francés René Daumal: “Tout pure, tout centre, moins toi.” 1

Y aquí, pienso, está contenida, si no toda su poética, al menos su postura, excéntrica, ante ese espacio paradójico, de ensoñación vigilante, que es para Morales el ejercicio poético. El asombro ante el prodigio del mundo y la certeza aterradora de la finitud de la existencia. “Todo lo que tiene fin es breve”, reza un refrán de la antigua china. Nuestro poeta, al parecer, participa del aserto. La poesía, su descubrimiento, su plasmación y socialización mediante la escritura, es lucidez. La lucidez puede ser ocasional fuente de gozo, pero, sobre todas las cosas, infringe dolor a quien la padece.

Marcelo Morales (La Habana, 1977) estudió Historia en la Universidad de La Habana, y Lengua y cultura italiana en la Universidad para Extranjeros de Parugia. Es, además de poeta, ensayista y novelista.

Se dio a conocer con el poemario Cinema (La Habana, 1997). Entre otros títulos, tiene inéditos La tradición despótica (ensayo), las novelas Cristo, Margarita y la oruga y El susto, además del poemario Realidades mentales.

Ahora, como dicen los mexicanos, vayamos al “chile”.

Intenta una definición de la poesía, o comparte alguna de otro autor que asumas como propia.

Sospecho que, en el fondo, no vamos a estar hablando más que de esto. Podría decir cosas como que [la poesía] es el arte de lo imposible, la definición de una verdad, un sentido eureka de la vida, una forma de pensar el mundo, una forma de verlo, de entenderlo, de estar en él, pero estaría simplificando.

Rafael Alcides Pérez, en uno de sus poemas, dice que la vida es una nube que a veces parece una cosa y luego otra y luego otra; eso puede pasar con las definiciones del arte: a veces parece una cosa y luego otra y luego otra.

¿Cuándo, de qué modo, tuviste la primera noción de la poesía como género literario?

Hay una frase de Eliseo Diego en la que siempre pienso cuando no estoy en Cuba. Eliseo decía algo así como que los cubanos vivíamos en la luz. Uno podría decir que vivimos en la resolana y el vapor, pero él eligió decir que vivíamos en la luz.

Yo puedo decir que he vivido en la poesía; eso, que suena muy lindo, no lo es del todo, porque la poesía, al contrario de lo que mucha gente piensa, no es sólo acerca de la belleza, la poesía más bien, al menos la que escribo, tiende a crecer de un dolor.

No puedo precisar cuándo tuve la primera noción de la poesía como género literario. Nací rodeado de poetas, porque tenía un tío abuelo poeta, Roberto Branly. Él y su esposa, mi tía abuela Migdalia, fueron mi puente hacia la literatura. Roberto murió joven, casi con la edad que tengo ahora, fue el primer muerto de mi vida; entonces tendría unos cuatro años.

Recuerdo la fascinación con la que abría las gavetas del escritorio que estaba en la biblioteca, ahí, entre gomas redondas y tachuelas y pisapapeles, estaban las cartas y los abrecartas que parecían puñales y los poemas llenos de tachaduras, montañas y montañas de poemas escritos a máquina o a mano. A través de ellos conocí en mi niñez a muchos escritores, a Eliseo, a Guillén a Alcides, a Onelio… Mi tía Migdalia me decía que ella se molestaba con Branly porque él se ponía a leerme poemas en voz alta “para que cogiera oído.” No puedo ni empezar a imaginarme esa escena.

Asumiendo la poesía como prisma más que como empleo de la palabra con sentido de tensión estética, ¿cuál sería el primer hecho de trascendencia poética de tu vida? Entendamos el adjetivo ordinal en su doble significado de importancia y de lugar en el tiempo.

Esa es una pregunta que tiene muchas respuestas. ¿Es el primer día que uno escribe un poema? ¿El primer poema que lo conmueve a uno? ¿La primera........

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