Aquí la gente tiende ahora a volverse cafre en sus andanzas, en su cotidianidad, y amenaza con mostrar cachos y cola, además del tridente humeante entre la candela: auténticos diablos inmundos están regresando de su encierro infernal en el otro mundo, de los tenebrosos abismos donde fueron consignados tras cometer muchas maldades en épocas remotas, milenarias. Sus actitudes guardan sintonía con el abuso y con el contrasentido, pasando por el irrespeto al prójimo, untados de arrogancia y presunción. Pero el tiempo se está acabando para que ellos se regeneren, según el escritor brasileño Divaldo Pereira Franco, experto en los asuntos de la vida espiritual y quien trabaja hace cerca de un siglo en la rehabilitación de miles de niños expósitos, en medio de las gavelas más peligrosas de su ciudad de origen. ‘No habrá más oportunidades para trascender’, asegura el espiritualista internacional. A su juicio, la Tierra se encuentra quemando los últimos cartuchos del equilibrio planetario y presenta una transición de cara a la regeneración definitiva. Pero como nuestro tema es la bulla de Neiva, debemos continuar en el enfoque planteado al comienzo de esta columna. Una pandemia de motociclistas escandalosos, de automovilistas estrepitosos, de perros cuyo ladrido molesto proviene del maltrato por el encierro habitual, entre otras causas, amenazan con volvernos sordos –incluso locos-si no se les pone freno a tiempo. El caso de las motos rompe-tímpanos es una moda que el mundo vivió en grandes ciudades (y no en todas) desde hace mucho tiempo, aunque la tecnología misma sirvió para que con sensores dispuestos en las vías públicas se detectara su presencia irregular y se aplicara la sanción coercitiva pertinente: detención inmediata y cárcel, nos informan desde Francia y desde los Estados Unidos de Norteamérica algunas personas consultadas sobre ese particular. Los informantes afirman que se tomó la decisión de exportar esa basura tecnológica, y Colombia se volvió uno de los destinos preferidos para el negocio. La mala fama que nos gastamos ante la opinión del mundo no es de ninguna manera gratuita. Frente al gobierno actual vale decir que respetuosamente se le pide que imponga la suscripción de pólizas de salud contra la sordera y otras patologías extremas. Por igual, el contagio somático (enfermizo) en la movilidad se reproduce con carros perturbadores que lanzan sonidos disparados por miles de decibeles nocivos en las calles mientras ejecutan música chatarra, chandosa, ‘perrata’, ‘campeche’ –un veneno para el espíritu y para la paz de la naturaleza-. En el fondo, se puede configurar una violación de los derechos humanos, en estricto sentido jurídico, además de la destrucción de la propia tierra que nos abriga con su fauna y su flora. Por último, el tema de los caninos contaminantes del ambiente sano tiene que ver más con los amos irresponsables de estos animales, pues los someten a un encierro forzado en áreas reducidas –antejardines, balcones, edificaciones cerradas, entre otras-. Este fenómeno se volvió recurrente, con prolongación hasta altas horas de la noche. Cada distorsión de nuestra realidad cotidiana es otra pata que le nace al cojo, en medio de una tendencia a la autodestrucción, sin remedio aparente, al menos en esta capital.

QOSHE - La bulla, invitada de honor - Fernando Amezquita
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La bulla, invitada de honor

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25.02.2024

Aquí la gente tiende ahora a volverse cafre en sus andanzas, en su cotidianidad, y amenaza con mostrar cachos y cola, además del tridente humeante entre la candela: auténticos diablos inmundos están regresando de su encierro infernal en el otro mundo, de los tenebrosos abismos donde fueron consignados tras cometer muchas maldades en épocas remotas, milenarias. Sus actitudes guardan sintonía con el abuso y con el contrasentido, pasando por el irrespeto al prójimo, untados de arrogancia y presunción. Pero el tiempo se está acabando para que ellos se regeneren, según el escritor brasileño Divaldo Pereira Franco, experto en los asuntos de la vida espiritual y quien trabaja hace cerca de un siglo en la rehabilitación de miles de niños expósitos, en medio de las gavelas más peligrosas de su ciudad de origen. ‘No........

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