Los acontecimientos políticos de las últimas semanas son muestra elocuente de la catastrófica situación de deterioro de las instituciones democráticas, aquellas que permitirían la protección de los derechos humanos con mejores condiciones de universalidad y sostenibilidad.

El cinismo de los políticos campea, a la par de la carencia de propuestas que contengan una visión de futuro para el país, con proyectos sólidos y garantes del bien común. La “ch’ampa guerra” en la que ha degenerado la práctica política del MAS es quizá el síntoma más fuerte de este desastre, sin que se atisbe una luz en el túnel, peor aun cuando los datos de la economía revelan una crisis de grandes dimensiones, permanentemente negada y soterrada por el gobierno.

En este contexto, las duras palabras de César Apaza en pasados días -al referirse al rol que desempeñaron sobre su caso actores oficiales de los DDHH- expresan una urgente honestidad ante los hechos. Al referirse al rol que jugó la CIDH, y particularmente José Luis Caballero Ochoa, Comisionado y Relator para Bolivia, Apaza dijo: “A veces con mucha bronca recuerdo que, al no haber encontrado justicia en mi país, tuve que acudir a la internacional, a la CIDH y al relator actual de este momento quiero decirle que es la peor mierda humana que he conocido”. Y respecto a la actuación del Defensor del Pueblo, Apaza espetó: “Señor (Defensor)... agarre sus trastes, agarre sus cositas, deje de ser un gasto de mi país. Váyase a su casa por inoperante”.

Para lograr su libertad, Apaza tuvo que someterse a un juicio abreviado, forzado a aceptar su culpabilidad, después que la CIDH no atendiera su solicitud de medidas de protección y decidiera cerrar el caso, a pesar de haber recibido abundante información, incluso durante la última visita de Caballero Ochoa a Bolivia. Apaza, tras la violencia policial en su aprehensión, sufrió una embolia que le quitó funciones motoras, obligándolo a recibir asistencia para tareas diarias.

Más allá de la anécdota, las palabras de Apaza, son un dramático ejemplo digno de destacar, pues la honestidad ante lo real es el primero paso para no permitir que siga triunfante el cinismo de los actores de este dantesco escenario de la política, y reconstruir un país desde sus cenizas.

UN POCO DE SAL

MIGUEL ÁNGEL MIRANDA H.

Filósofo

miguel6706@gmailcom

QOSHE - Honestidad ante los hechos - miguel Ángel Miranda Hernández
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Honestidad ante los hechos

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02.02.2024

Los acontecimientos políticos de las últimas semanas son muestra elocuente de la catastrófica situación de deterioro de las instituciones democráticas, aquellas que permitirían la protección de los derechos humanos con mejores condiciones de universalidad y sostenibilidad.

El cinismo de los políticos campea, a la par de la carencia de propuestas que contengan una visión de futuro para el país, con proyectos sólidos y garantes del bien común. La “ch’ampa guerra” en la que ha degenerado la práctica política del MAS es quizá el síntoma más fuerte de este desastre, sin que se........

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