La sociedad organizada hizo historia el año 2000 en la Guerra del Agua, logrando revertir la privatización del servicio en Cochabamba y sentando un precedente mundial.
Toca reconocer lo lejos que estamos de la administración eficiente y la democratización de la gestión del agua, pero sabemos que lucrar con un elemento fundamental para la vida no era, ni es, el camino. Asumimos que todavía queda mucho por hacer para lograr que todas las personas, animales, plantas y ecosistemas tengan acceso al agua en calidad y cantidad suficientes. Esto se vuelve un deber aún más difícil por el cambio climático, la deforestación que afecta al ciclo hídrico, la contaminación de todo tipo (especialmente la minera), la degradación del agua por la falta de tratamiento de nuestras aguas servidas, etc.
Frente a esos retos, las soluciones que hasta el momento el Gobierno ha ofrecido son paliativas: perforar pozos, llevar agua en cisternas, ¡incrementar las tarifas de agua!; cualquier cosa menos frenar la deforestación, prevenir incendios, eliminar las leyes incendiarias, luchar contra la minería, evitar la importación de mercurio que está envenenando los ríos y, claro, aumentar la inversión para tratar aguas residuales.
Por eso, es necesario rearticularse para defender la vida. Esa es la idea esencial de la Comunidad del Agua que aglutina a más de un centenar de organizaciones, colectivos y personas que decidimos pasar a la propuesta con un plan de siete puntos, de los cuales destaco tres: primero, la necesidad de soluciones estructurales y multidimensionales para restablecer el ciclo del agua; segundo, la urgencia de que el Gobierno asigne presupuestos para la gestión integral de recursos hídricos, saneamiento y cuidado del medio ambiente; tercero, elaborar participativamente una ley del ciclo del agua que no regule solo usos y usuarios, sino que integre la gestión de las cuencas y áreas de recarga y ponga fin a la gestión fragmentada del agua que no ayuda a su conservación.
La comunidad del agua es un espacio de reencuentro social, horizontal, sin jefes ni jefas, unitario y apartidario, que renueva la apuesta por el poder de la autoorganización y la acción social para gestar transformaciones profundas.
ABAJO Y A LA IZQUIERDA
CECILIA CHACÓN R.
Feminista y exconcejala por la ciudad de La Paz
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