En el estado de Guerrero, México, 20 niños y niñas, de entre 12 y 17 años, se han unido a las fuerzas de autodefensa de Ayahualtempa, ante la desprotección que viven sus familias frente a los carteles que operan en su territorio, han optado por organizarse para defenderse de estos grupos.
La impactante imagen de niños y niñas uniformados con camisetas que los identifican como parte de la "policía comunitaria" que se dispone a combatir al narcotráfico, utilizando pañuelos que les cubren el rostro, armados y en posición de firmes cargando rifles en las manos, resulta tan interpeladora como espeluznante. ¿A qué nivel de inseguridad y abandono estatal han llegado estas comunidades para que los niños quieran o se les imponga enfrentar la violencia indiscriminada del narco? ¿Hasta qué punto es válida o justificable esta medida con tal de denunciar la ineficiencia del Estado y desenmascarar la ausencia de autoridad?
Es cierto que, a pesar del incremento de la violencia en Bolivia, aún estamos lejos de la realidad que se vive en México o Ecuador, donde la brutalidad promovida por el narcotráfico se hizo noticia mundial cuando el narcotraficante más peligroso del país escapó de la cárcel y asaltantes armados irrumpieron en un canal de televisión que transmitía en vivo; pero no estamos distantes del impacto del narcotráfico en los más jóvenes e incluso los niños y niñas.
No sé si lo recordarán, pero lo apunto porque no es un hecho simplemente anecdótico o chistoso: el año pasado, tres menores de entre 11 y 12 años huyeron de sus casas en Sacaba, alegando la situación de pobreza en que vivían y su mal desempeño escolar, emprendieron rumbo al trópico para "ser narcos". Lo mismo le decía una niña un año antes a su entrevistadora ante la inocente pregunta sobre qué planes tenía para su futuro.
En una sociedad que promueve el éxito a toda costa, pero donde la mayoría vive en condiciones de pobreza, falta de oportunidades y pérdida de valores la difusión vía novelas, películas y redes sociales, del estilo de vida del narco hace que parezca una “opción” fácil y sea atractiva para niños y jóvenes que aspiran a tener dinero, lujo y poder.
Si no cambiamos esto, el futuro se juega entre narcos y anti-narcos.
ABAJO Y A LA IZQUIERDA
Cecilia Chacón R.
Feminista y exconcejala por la ciudad de La Paz
[email protected]