En rechazo a lo que consideran una “jubilación forzosa”, los médicos del país determinaron movilizarse hoy, además de suspender las consultas en centros hospitalarios, con el consiguiente perjuicio para los pacientes, quienes requieren de atención que no puede esperar, y menos por un problema administrativo que debería ser resuelto entre este sector y el Gobierno.

Los médicos argumentan que, si el Gobierno logra que se aprueben las modificaciones a la Ley de Pensiones, se les obligaría a jubilarse a partir de los 65 años, cuando, según ellos, tienen aún la posibilidad de seguir aportando con sus conocimientos, además de que, por los años de estudio que deben invertir, empiezan a recibir los beneficios económicos mucho después que otros profesionales.

Por su parte, el Gobierno niega que se quiera obligar a médicos o maestros a jubilarse a los 65 años, sino que estos, si quieren seguir trabajando en instituciones públicas, deben pasar por un examen médico para demostrar que aún se encuentran en buenas condiciones de salud para ejercer su profesión.

Los médicos aseguraron que los centros de salud públicos y las cajas de salud acatarán la medida. Es decir, suspenderán las consultas externas, pero no las cirugías programadas o las emergencias que se presenten durante esta jornada.

Sin embargo, y pese a que los médicos pidieron comprensión a la población, quienes pagan los platos rotos por esta confrontación entre el Gobierno y el sector salud, son los pacientes, porque sus dolencias podrían empeorar por no tratarse a tiempo.

Lo más sensato es que los médicos demuestren con argumentos válidos que la jubilación debería ser voluntaria, como ellos plantean, o que pueden seguir trabajando más allá de los 65 años tras someterse a un examen de salud imparcial.

Otra opción es que estos médicos trabajen en sus consultorios, como muchos lo hacen, o en la formación de nuevos profesionales en universidades privadas que requieran de su experiencia.

Los médicos deben estar conscientes de que no se puede poner en riesgo la salud de los pacientes y menos por un problema que debería ser resuelto entre este sector y el Gobierno, y menos sin haber agotado todas las instancias de diálogo.

Si bien no se puede obligar a una persona a jubilarse cuando esta considera que aún tiene las fuerzas suficientes y capacidad para seguir trabajando, tampoco es viable que la jubilación sea del todo voluntaria, ya que indefectiblemente a todas las personas, a cierta edad, les llega el momento en el que deben descansar, no solo por el cuidado de su misma salud, sino por la de los demás; y más si se trata de médicos que en cuyas manos está el bienestar de sus pacientes.