La identidad de un pueblo nace o responde al espacio donde los seres humanos han nacido y se han desarrollado, dando de a poco forma a su cultura como sociedad; definida esta por sus saberes locales, como tradiciones, costumbres, formas de comer y vestir, hablar, su idioma, entre otros. Todo este cúmulo de saberes dan paso a la identidad de los pueblos que con el transcurrir del tiempo, crea un sentido de pertenencia, que orgullosos por esas expresiones, se muestran al mundo como diferentes en cuanto a los otros grupos, en su origen y su legado.

Los bolivianos tenemos una basta cultura expresada en un Estado plurinacional y multicultural; de esto deberíamos sentirnos orgullosos, porque esta es y representa nuestra identidad. Somos ricos en gastronomía, música, arte y ciencia, etc. Todo este potencial, sin embargo, está en riesgo de modificarse o desaparecer en muchos casos, a causa, entre otros, de la globalización y el turismo que a falta de políticas y estrategias, representan factores de aculturación de mucho impacto, es decir, que si no se prevé nada al respecto, afectarán en alto grado la identidad de nuestro país.

La cultura tan arraigada que se muestra orgullosa, por ejemplo, en festividades como el Carnaval de Oruro, Urcupiña en Cochabamba, Chutillos en Potosí y en otros espacios, donde al margen de la música, de las danzas y el baile, se muestran los saberes de las regiones, de pronto influenciados por los factores mencionados, permeando y cambiando los usos y costumbres de nuestra sociedad, especialmente, en las generaciones jóvenes, que por la influencia externa son blanco fácil en aceptar una cultura global, como lo plantea el paradigma de la globalización, con intenciones solo de mercado, borrando y pisoteando nacionalidades y fronteras. Frente a estos hechos, la conservación y la gestión de la cultura, se ha convertido en una tarea nada fácil,

En el turismo, por su parte, que si bien representa una alternativa de desarrollo potencial, de acuerdo como va la tendencia mundial, con un crecimiento a veces descontrolado al calor también del mercado que relega el potencial turístico natural y cultural a un segundo plano, urge se pueda crear conciencia para que receptores y turistas tengan experiencias maravillosas, sin modificar la identidad cultural de Bolivia que, repetimos, es única en tanto la diversidad de culturas que existen en su suelo. Encarar esta tarea exige profesionales y expertos en el tema, no improvisaciones.

FORO

FRANZ GUSTAVO MORALES MÉNDEZ

Docente investigador UMSS

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