El espacio territorial es un conjunto indisociable de sistemas de objetos construidos caracterizados como tangibles, en paralelo a sistemas de acciones humanas reconocidos como intangibles; es por esta razón que es posible analizarlo en diferentes categorías, entre ellas, la de Milton Santos, geógrafo y abogado brasileño, que acuña el término de Rugosidades, en referencia a espacios constituidos por el conocimiento que otorga la historia del lugar como lo que queda del pasado y como forma de espacio construido en el paisaje, además de los resquicios de las dinámicas vivenciales como procesos que se sustituyen, acumulan y superponen.

Lo que en el paisaje representa un tiempo del pasado, no siempre es visible y solo puede ser comprendido en base a relatos que permitirán entender el porqué de los asentamientos humanos en un determinado contexto. En este sentido, la presencia y organización de tangibles e intangibles en un espacio territorial determinan sus características y relaciones que se generan tanto entre objetos como en acciones de sus habitantes y que muchas veces generan tensiones que se evidencian en cambios como producto de nuevas relaciones sociales, económicas o ambientales y que dejan un sello para configurar otra historia que se reinventa cada vez producto de esa interacción. Por ejemplo, las dinámicas humanas en las migraciones, que llevan su propia carga cultural a otro espacio, generando fenómenos positivos o negativos, haciendo que los sistemas se tornen complejos y con tendencia a generar sobreposiciones que transforman al espacio territorial irremediablemente.

Las acciones humanas se encuentran en confrontación constante y se manifiestan en un lugar que tiene un pasado, nunca desaparecen por completo y solo se acumulan o superponen. En este marco, las Rugosidades permiten mirar la historia en el presente a partir de varias dimensiones, unas más relevantes que otras e influyen en las configuraciones espaciales, sabiendo que esa superposición de tiempos trae consigo tensiones que pueden acabar suprimiéndose o transformando unas a otras.

Valgan estas reflexiones para que la planificación actual del territorio considere que un lugar no es igual a otro, que cada uno tiene una carga diferente de tangibles e intangibles como producto de su historia y que se territorializan de diferente manera, en este sentido, los planes tipo para todos los lugares no funcionan.

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

JAIME ALZÉRRECA PÉREZ

Docente e investigador IIACH- UMSS

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