La Navidad, época en que el espacio público es invadido por actividades comerciales, culturales, religiosas y asistenciales; propiciando que su contexto se inunde de masas de personas que deambulan generando caos peatonal y vehicular en un riesgo constante de inseguridad en varias escalas.

Manuel Delgado, antropólogo español, sostiene que el espacio público es un contenedor de coexistencias pacíficas y armoniosas de lo heterogéneo de una sociedad, en un contexto que otorga la posibilidad de estar juntos sin que nos atropellemos unos con otros. Pero, esta visión de espacio público no generalmente es compartida por intereses económicos o políticos y es de ahí que surge una gran masa social presente en las calles.

Actualmente, al cerro San Pedro se trasladó la dinámica navideña que tradicionalmente se desarrollaba en el paseo del Prado y su contexto natural protegido por varias normas es invadido por una gran acumulación de residuos producto de la dinámica comercial informal, con el consecuente deterioro de su territorio, muy aparte de sufrir presiones debido al crecimiento y expansión descontrolada de la mancha urbana y otros problemas de inseguridad ciudadana que se dan en el lugar.

Los impactos ocasionados por lo descrito, se muestran en varias escalas; en la salud, la aglomeración de personas hacen proclives a los contagios dadas las condiciones de muy bajo o nulo control de bioseguridad, considerando una nueva arremetida de Covid-19; en lo ambiental, la gran cantidad de desechos que se acumulan en un entorno de polución percibida por todos los sentidos; en la seguridad ciudadana, la alta posibilidad de accidentes por la coexistencia de peatones y motorizados que se mueven en paralelo en un escenario dinamizado por personajes navideños, comerciantes y parroquianos que circulan al son del reguetón, cumbias y merengues, quedando en el recuerdo los villancicos navideños que sonaban tan propicios a la fecha.

Existe un constante debate sobre los usos del espacio público y que vale la pena abordarlo desde todas las esferas, reflexionando si vale la pena invadirlo con la finalidad de generar reactivación económica o solo un paliativo momentáneo a los problemas económicos. ¿Lo planteado se constituirá en una razón legitima para invadir espacios protegidos medioambientalmente?

CULTURA, ZOOCIUDAD Y TERRITORIO

JAIME ALZÉRRECA PÉREZ

Docente e investigador IIACH- UMSS

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