A las personas que se oponen a todo y que no hacen nada se les llama normalmente perros del hortelano. Este dicho es muy cierto en algunos casos de la realidad como el del agua para llenar la laguna Alalay. Amen de opinar sobre la extracción de lodos de la laguna y los volúmenes extraídos, una situación que nadie se da cuenta es que si queremos mejorar la gestión ambiental debemos ingresar agua de buena calidad por lo menos de una calidad similar al agua utilizada para riego agrícola. Por tanto, cualquier alternativa que signifique tener esa disponibilidad debería ser bien aprovechada.
Una alternativa planteada por el Alcalde y Semapa y que fue rechazada por el presidente de la empresa Misicuni es precisamente el agua excedente de Misicuni, que por falta de canales no se está utilizando en riego y que se viene expulsando al río Chijllahuiry y a otros de Tiquipaya (después de la planta de generación de hidroelectricidad de Joverancho). Otra alternativa es el agua de lluvia (enero y febrero de cada año) que circula por el río Rocha en la zona de El Abra y que depende del nivel de sedimento para permitir que ingrese a la laguna. Una tercera alternativa y la más importante, es que los escurrimientos de las aguas pluviales de las serranías San Miguel, Cerro Verde, Huayra K’asa y San Pedro sean colectados en un área de retención de sedimentos antes de su ingreso a la laguna y luego conducirlos a ella.
Finalmente, una fuente alternativa serían las aguas residuales de las industrias y actividades de manufactura que utilizan importantes volúmenes de agua para su proceso y que están obligados por normativa ambiental a descontaminar sus efluentes y descargar luego a la laguna con la calidad verificada por la autoridad ambiental competente (Secretaria de Medio Ambiente Gobernación).
En todo esto no se necesita ni un peso adicional a lo que ya invierten todas las instituciones que son parte de la gestión ambiental de la laguna Alalay. Entonces, lo que se propone es que dichas instancias dejen esa actuación de perros del hortelano y se despojen de su ego institucional, porque el agua es un bien público y un recurso al cual todos tenemos derecho de acceder sin ninguna distinción.
La relación interinstitucional coordinada para desarrollar acciones rutinarias en bien del desarrollo urbano sostenible, permitirá garantizar un nivel suficiente y constante el nivel de agua de la laguna.
El monitoreo de la calidad y cantidad del agua es una competencia obligatoria de las instituciones del quehacer local para permitir la vida sostenible del único espejo de agua importante para la calidad atmosférica de la ciudad.
Como corolario, la población que tiene su residencia alrededor de la laguna debe contribuir con su educación ambiental sobre este espejo de agua fundamental para la urbe cochabambina.
CIUDAD SUSTENTABLE
José Castellón Onofre
Investigador CEPLAG-UMSS
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