Esta semana, debido a un inesperado proyecto, me embarqué junto con mi hermano Antonio en un viaje a lo profundo de la Amazonia. Esa Amazonia que no solo está teniendo problemas con el aire contaminado por los chaqueos, sino que más bien está ardiendo en todo el sentido de la palabra.

En medio del viaje, he podido ver el efecto que está teniendo este problema en la vida de la gente. Colas de adultos mayores y niños en las farmacias, todos con grandes problemas de respiración. Pero realmente no entendía lo que estaba pasando hasta que al volver, un inesperado bloqueo en Caranavi me obligó a embarcarme en una de las aventuras más emocionantes que he realizado en mi vida, por los lugares más remotos de mi hermoso país.

Convencido por un gomero, nos dijo que la única salida era cruzar todo los Yungas para llegar a La Asunta. La verdad es que era la primera vez que escuchaba ese nombre y caí redondito en la promesa de que solo eran unas cuantas horas. Todavía me pregunto si el gomero y las personas de los pollos donde comimos nuestra última porción, se seguirán riendo de habernos mandado por ese camino.

Es así que, con una sonrisa, nos embarcamos en una travesía por el corazón de los Yungas. Animales extraños y hermosos paisajes opacados por la poca visibilidad generada por los chaqueos. Una de las primeras cosas que nos dejó impresionados fue ver con nuestros propios ojos los focos donde se están desarrollando las quemas y, sobre todo, que en medio de los asentamientos sí existía energía que servía para enfriar la cerveza y las papas fritas, que es lo más fácil de encontrar en esa zona.

A partir de las 3 horas de viaje, y cuando comenzó a anochecer, nos comenzó a entrar un poco de preocupación. No lográbamos llegar a nuestro destino final y ya era mucho tiempo que no estábamos ni siquiera conectados para avisar dónde estábamos. Pasada una hora del atardecer, logramos llegar a lo que se podría denominar como pueblo, Puerto Rico. Ahí nos dimos cuenta de que todavía estábamos a dos horas de llegar a La Asunta.

Llegar a La Asunta nos impactó. Eran como las 12 de la noche y el pueblo tenía más vida que Nueva York. Calles repletas, con productos que van desde bazares para cumpleaños hasta pollitos a la broaster. Ahí recién nos dimos cuenta de que estábamos en el centro de la actividad minera de oro de Bolivia. Cada vez que avanzábamos hacia Chulumani, podíamos observar una cantidad increíble de retroexcavadoras que permiten que muchas personas puedan cumplir su sueño emprendedor, o más bien, su última esperanza emprendedora.

Muchas veces escuchamos de cosas que están pasando en el país, pero realmente me he sentido impactado por la magnitud de lo que vi. Y me ha hecho reflexionar sobre lo cerca que estoy de esa realidad, pero lo lejos que estoy de sentirla mía. Uno ve su país con ojos de un lugar donde el desarrollo sostenible está progresando y es muy duro ver la verdadera magnitud de lo que somos capaces de hacer para obtener una mayor área de campo fértil para los agronegocios o cómo estamos destruyendo cerros enteros contaminando nuestros ríos con el pretexto de generar economía. Solo el tiempo podrá decir cuál es el costo económico, social y ambiental de esta manera inmediatista de hacer las cosas. Por mi lado, seguiré soñando en un mundo donde la sostenibilidad sea el camino a un mejor bienestar. Sabiendo que no se trata de ser perfecto, pero al menos de no hacerse al loco.

#ACTUARENVEZDEHABLAR

Manuel Laredo Garnica

Emprendedor Social en Economía Circular

[email protected]

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Duele la Amazonía boliviana

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25.11.2023

Esta semana, debido a un inesperado proyecto, me embarqué junto con mi hermano Antonio en un viaje a lo profundo de la Amazonia. Esa Amazonia que no solo está teniendo problemas con el aire contaminado por los chaqueos, sino que más bien está ardiendo en todo el sentido de la palabra.

En medio del viaje, he podido ver el efecto que está teniendo este problema en la vida de la gente. Colas de adultos mayores y niños en las farmacias, todos con grandes problemas de respiración. Pero realmente no entendía lo que estaba pasando hasta que al volver, un inesperado bloqueo en Caranavi me obligó a embarcarme en una de las aventuras más emocionantes que he realizado en mi vida, por los lugares más remotos de mi hermoso país.

Convencido por un gomero, nos dijo que la única salida era cruzar todo los Yungas para llegar a La Asunta. La verdad es que era la primera vez que escuchaba ese nombre........

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