“Los huevos no deben bailar con las piedras”, sentencia que nos infiere a no confiar nunca en los políticos, porque por codicia e interés personal olvidaron el cardinal ejercicio cotidiano de la lealtad, consigo mismos y a la desmembrada y bella Bolivia por acción de gobernantes megalómanos y carentes de sentido de pertenencia y amor al país.

La política es una actividad altamente complicada cuando no se rige por los postulados escritos de la Ciencia Política y es conducida por los sentimientos, que equivale a la intuición de origen afectivo y, ésta, no tiene otra denotación que la existente que es la gobernada por los sentimientos que derivan en las pasiones. Las intuiciones intelectuales difieren de las sentimentales porque las primeras pertenecen al mundo de las ideas y las últimas al de los sentimientos.

La peligrosidad estriba en que se delega poder a los políticos para que conduzcan los intereses de un pueblo, y usualmente se presenta una dicotomía entre las aspiraciones legítimas de un pueblo y lo que propugna el político que puede estar ensoberbecido por la codicia, el egoísmo y el disfrute del poder para sí, desensibilizándose de las necesidades de una población.

La intuición de origen afectivo se traduce generalmente por impulsos inconscientes que guían a la mayor parte de nosotros y contra los cuales, hasta en los espíritus superiores, la razón se enfrenta con dificultad.

¿Qué se puede emprender racionalmente para vencer al dominio de los impulsos y las pasiones en la política? Un conocimiento básico de la Ciencia Política y la Filosofía desde Aristóteles que pregonaba con profundo convencimiento que nadie puede ser político si no siente el apostolado de servir exclusivamente al pueblo cuando se es servidor público.

En esta frase lograda comienza la intelección de un buen político, porque cuando se comprende el apostolado en su única definición existente que denota la propagación de la doctrina de servicio al ciudadano y la entrega a la causa del apostolado social, cesan las proclividades de nuestra natural imperfección para no regirse en el desempeño de un mandato de servidor público con diferentes grados de poder, por las virtudes y los valores.

Si el político, por el esfuerzo personal en su formación, utiliza con conocimiento sus intuiciones intelectuales en su mandato, acumula un mínimo pronóstico de torcer su conducta por lo ilícito.

Las intuiciones de origen sentimental o afectivo residen en todos, por ello, los que no tienen el privilegio de dominar a las intuiciones intelectuales simplemente con la intelección de las virtudes y valores pueden ser buenos servidores públicos. Entonces, con esa división de intuiciones intelectuales y afectivas y su explicación, cada cual ve allí la justificación de impulsos que la antigua razón y la vieja moral se esfuerzan por refrenar.

Con un simple repaso a las consecuencias del progreso del mundo por estos dos órdenes de intuición, se concluye asaz cómo la marcha ascendente de nuestra civilización se inclina, con hechos fehacientes, al desenvolvimiento de la intuición intelectual antes que la afectiva.

Lo deseable sería mantener en equilibrio estas dos formas de intuición, porque el espíritu y el corazón se diferencian, aquél busca el principio y la demostración mientras que éste asume otro distinto.

La filosofía, como han podido apreciar lectoras y lectores de esta columna, ayuda sobremanera a la evolución de las ideas y deja en el pensamiento humano la inquietud constante de buscar siempre la verdad.

FORO

Raúl Pino-Ichazo T.

Abogado, posgrados en Derecho Aeronáutico, Arbitraje y Conciliación; Filosofía y Política

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Los políticos con poder deben superar a las intuiciones

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15.11.2023

“Los huevos no deben bailar con las piedras”, sentencia que nos infiere a no confiar nunca en los políticos, porque por codicia e interés personal olvidaron el cardinal ejercicio cotidiano de la lealtad, consigo mismos y a la desmembrada y bella Bolivia por acción de gobernantes megalómanos y carentes de sentido de pertenencia y amor al país.

La política es una actividad altamente complicada cuando no se rige por los postulados escritos de la Ciencia Política y es conducida por los sentimientos, que equivale a la intuición de origen afectivo y, ésta, no tiene otra denotación que la existente que es la gobernada por los sentimientos que derivan en las pasiones. Las intuiciones intelectuales difieren de las sentimentales porque las primeras pertenecen al mundo de las ideas y las últimas al de los sentimientos.

La peligrosidad estriba en que se delega poder a los políticos para que conduzcan los intereses de un........

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