04/03/202403/03/2024 Un vehículo militar cerca de la frontera entre Gaza e Israel.- REUTERS/Amir Cohen
En el oeste de Estados Unidos existen extensos territorios convertidos en tierra muerta. Lugares tan devastados que resulta imposible que en un futuro cercano puedan desarrollarse en ellos formas de vida que no estén condenadas de antemano a la degradación y la enfermedad. A esos territorios se los viene denominando zonas de sacrificio: espacios de excepción donde el capitalismo depredador y el complejo militar-industrial se han aplicado a fondo y sin límite. Las zonas de sacrificio incluyen terrenos aniquilados por las industrias más contaminantes o la minería a cielo abierto, vertederos gigantes y áreas de pruebas militares.
Las zonas de sacrificio existen porque el funcionamiento del sistema capitalista requiere de territorios que puedan ser infinitamente devastados. Nos tratan de convencer de que es una devastación necesaria, dado que nos libra de otras aún peores (la justificación del sacrificio militar) o garantiza nuestro bienestar económico (la justificación del sacrificio capitalista).
Su creación se retrotrae, en última instancia, al colonialismo, puesto que son los territorios de los otros los que se suelen destruir. No es casual que desde Canadá a Chile se encuentren sobre todo en tierras indígenas: las fronteras de expansión donde todo es permisible.
Las zonas de sacrificio tienen actualmente más vigencia que nunca gracias al auge de la ultraderecha y el capitalismo nihilista (mal llamado capitalismo libertario o anarcocapitalismo). Son zonas de sacrificio todos los territorios desregulados donde reina la destrucción: los yermos tóxicos de la minería a gran escala y la industria pesada, los vertederos del Sur Global, los espacios de tránsito de la migración.
Los niños mueren por desnutrición en Gaza, donde varios hospitales dejan de funcionar Países enteros pueden transformarse hoy en zonas de sacrificio. Argentina es un buen ejemplo de ello: no es casual que "sacrificio" sea la palabra más utilizada para referirse a los planes de Milei –y no necesariamente por parte de sus críticos. Al igual que en el caso de los vertederos tóxicos y los campos de pruebas nucleares, el principio que subyace es el de necesidad: hay que inmolar el país (es decir, a los ciudadanos de las clases medias y populares, a las comunidades indígenas y ecosistemas enteros) para alcanzar un bien mayor.
En el siglo XXI, las zonas de sacrificio han dejado de ser el espacio de excepción para convertirse en la norma del espacio.
Gaza representa en la actualidad la zona de sacrificio por excelencia: un territorio abierto a la devastación total en el que se puede experimentar con nuevas armas, poner en práctica estrategias eliminacionistas (etnocidio, genocidio, ecocidio, hambrunas provocadas), destruir el derecho internacional humanitario, reimponer la censura y jugar a la peor geopolítica. Hemos decidido colectivamente que en ese espacio de excepción los palestinos pueden ser asesinados en masa y sin consecuencias y su tierra transformada en un desierto inhabitable.
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Zona de sacrificio: Gaza
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04/03/202403/03/2024 Un vehículo militar cerca de la frontera entre Gaza e Israel.- REUTERS/Amir Cohen
En el oeste de Estados Unidos existen extensos territorios convertidos en tierra muerta. Lugares tan devastados que resulta imposible que en un futuro cercano puedan desarrollarse en ellos formas de vida que no estén condenadas de antemano a la degradación y la enfermedad. A esos territorios se los viene denominando zonas de sacrificio: espacios de excepción donde el capitalismo depredador y el complejo militar-industrial se han aplicado a fondo y sin límite. Las zonas de sacrificio incluyen terrenos aniquilados por las industrias más contaminantes o la minería a cielo abierto, vertederos gigantes y áreas de pruebas militares.
Las zonas de sacrificio existen porque el funcionamiento del sistema capitalista requiere de territorios que puedan ser infinitamente devastados. Nos tratan de convencer de que es una devastación necesaria, dado que nos........
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