marzo 12, 2024marzo 12, 2024 Isabel Díaz Ayuso/ Europa Press

En España siempre que uno de los dos grandes partidos acusa al otro de corrupción corre el riesgo de estar mirándose al espejo; por eso hay que tener mucho cuidado con donde apunta uno el dedo, ya que podría estar escarbando a fondo en la propia nariz. Con este lío del bipartidismo, saca uno los trapos sucios de Ferraz y, sin querer, exhibe unas sábanas sucias de inmundicia en Génova. De esta manera, no era difícil sospechar que la furia por exprimir el caso Koldo -un auténtico pozo de mierda en medio de la bancada del PSOE- iba a acabar salpicando también al PP. Era cuestión de tiempo y, sobre todo, de simetría.

En efecto, a base de investigar contratos bajo cuerda y apaños turbios durante la crisis del coronavirus, se ha descubierto que el novio de Ayuso, Alberto González Amador, no sólo se dedicó -lo mismo que el hermano de la presidenta- a forrarse a base de bien vendiendo material sanitario en los peores meses de la pandemia, sino que además defraudó a Hacienda más de 350.000 euros entre 2020 y 2021 gracias a una trama de facturas falsas y sociedades pantalla. Se preguntaba el viernes la presidenta de la Comunidad de Madrid para cuándo un Día del Hombre y la Fiscalía le responde que el martes 12 de marzo puede celebrarlo ella sola. En Madrid no hay peligro de tropezarte con tu ex: el peligro es tropezarte con tu novio.

Con el fichaje del novio, la frutosfera de Ayuso se sigue ampliando hasta escapar del ámbito conocido y empezar a hacerle la competencia a la familia Pujol, que le saca una ventaja de varios decenios. La pobre mujer tiene mala suerte con esto de los trompicones fortuitos en la capital; primero tropezó con su padre, que dejó un pufo de 311.000 euros en un préstamo sin devolver a Avalmadrid; luego con su hermano, que les voy a contar a ustedes; después con la madre, cuya sociedad mercantil ha recibido más de un millón de euros en ayudas y 25 contratos desde que su hija está en el poder; y ahora con el novio. Faltan tíos, tías, abuelos y sobrinos, pero primos hay para parar un tren: unos seis millones y pico en la Comunidad de Madrid. Parece que el único que está limpio, de momento, es Pecas, el perrito al que sacaba a cagar en las redes sociales -pero sólo porque está muerto, no se crean.

De inmediato, Ayuso ha salido a denunciar que hay una persecución contra ella, una conjura que dura ya cinco años y en la que no paran de ponerle palos en las ruedas. No le falta razón, aunque hay que señalar que en la conspiración andan metidos hasta el fondo su familia prácticamente al completo, su novio y hasta Pablo Casado, que fue el primero que advirtió del peligro que tiene caer en la órbita de la presidenta de la Comunidad de Madrid: lo estaba advirtiendo y se cayó con todo el equipo. Hay un inexplicable principio físico según el cual uno se arrima a Ayuso y se lo lleva crudo. El cargo lo ocupa ella, sí, pero es la familia la que se forra. Tampoco hay que escandalizarse mucho, porque se iban a forrar igual.

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Ayuso y la frutoesfera

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12.03.2024

marzo 12, 2024marzo 12, 2024 Isabel Díaz Ayuso/ Europa Press

En España siempre que uno de los dos grandes partidos acusa al otro de corrupción corre el riesgo de estar mirándose al espejo; por eso hay que tener mucho cuidado con donde apunta uno el dedo, ya que podría estar escarbando a fondo en la propia nariz. Con este lío del bipartidismo, saca uno los trapos sucios de Ferraz y, sin querer, exhibe unas sábanas sucias de inmundicia en Génova. De esta manera, no era difícil sospechar que la furia por exprimir el caso Koldo -un auténtico pozo de mierda en medio de la bancada del PSOE- iba a acabar salpicando también al PP. Era cuestión de tiempo y, sobre todo, de simetría.

En efecto, a base de investigar contratos bajo cuerda y apaños turbios durante la crisis del coronavirus, se ha descubierto que el novio de Ayuso, Alberto González Amador, no sólo se dedicó -lo mismo que el hermano de la presidenta- a forrarse a base de bien vendiendo........

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