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El otro día, poco antes de acabar el año, mi amigo Juan Pedro me llamó y me preguntó si no me apetecía fundar un partido de izquierdas. Era temprano, las ocho y pico de la mañana, demasiado temprano para ponerse a fundar nada. "No lo sé", le respondí, bostezando y rascándome el sobaco. "Es que ahora mismo estaba pensando en hacer unas lentejas". Me dijo que lo de las lentejas "llevaba mucho trabajo" y que un partido de izquierdas "se funda en un pispas"; sin ir más lejos, la semana pasada él había fundado cuatro. Venga, sin echar pereza: lo fundábamos y luego me echaba una mano con las lentejas. Al final lo hicimos, pero con bastante desgana, no les voy a engañar, y entre unas cosas y otras no sé ni dónde pusimos el resguardo. Total, por la tarde, después de comernos las lentejas, fuimos a un recital de poesía y vino tan poca gente que casi ni notamos la diferencia.

Lo de fundar partidos de izquierda está de moda, yo creía que hasta Yolanda Díaz había fundado uno, pero mi amigo Juan Pedro me recordó que Sumar todavía no estaba fundado del todo. "De hecho", dijo, "a estas alturas ni siquiera se sabe muy bien lo que es": una coalición electoral, una colección primavera-invierno de Cortefiel, una selección ibérica de petanca o un reality de La Sexta. Cualquier día hace un especial Iker Jiménez en Cuarto milenio y nos lo explica.

"Básicamente", prosiguió Juan Pedro, "Sumar es un caballo de Troya dentro de la izquierda, una maniobra sibilina del PSOE para desarticular a sus socios de Podemos y regresar a los dulces pastos de la socialdemocracia, la horizontalidad, la banca, el IBEX, esas cosas". Le dije que no podía ser, que me extrañaba mucho que los votantes de izquierdas se dejaran engañar de esa forma y me respondió que los votantes de izquierdas, a diferencia de los de derechas, son como los fanáticos del iPhone: que compran uno y a los tres meses lo tiran. Siempre están cambiando de modelo a la espera del definitivo, uno que instale directamente el paraíso en la Tierra.

El caso es que, mientras estábamos hablando, casi sin darnos cuenta, Juan Pedro notó un picor en la planta del pie izquierdo, "un asunto feo", comentó, "esto ya me lo conozco". Se descalzó, se quitó el calcetín y, en efecto, había una especie de papiloma pugnando por salir, un bulto que no auguraba nada bueno. Pidió hora en su podólogo, quien lo atendió al día siguiente, torció la jeta y le diagnosticó una fascitis plantar. No había nada que hacer, le había brotado otro partido político a la altura del talón de Aquiles, y encima en el pie izquierdo. "Mira que se lo advertí", dijo el podólogo. "Déjese usted de fundaciones, practique deporte, haga vida sana, vote con la cabeza. Pero usted, ni caso. Hala, a fundar partidos de izquierda".

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05.01.2024

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El otro día, poco antes de acabar el año, mi amigo Juan Pedro me llamó y me preguntó si no me apetecía fundar un partido de izquierdas. Era temprano, las ocho y pico de la mañana, demasiado temprano para ponerse a fundar nada. "No lo sé", le respondí, bostezando y rascándome el sobaco. "Es que ahora mismo estaba pensando en hacer unas lentejas". Me dijo que lo de las lentejas "llevaba mucho trabajo" y que un partido de izquierdas "se funda en un pispas"; sin ir más lejos, la semana pasada él había fundado cuatro. Venga, sin echar pereza: lo fundábamos y luego me echaba una mano con las lentejas. Al final lo hicimos, pero con bastante desgana, no les voy a engañar, y entre unas cosas y otras no sé ni dónde pusimos el resguardo. Total, por la tarde, después de comernos las lentejas, fuimos a un recital de poesía y vino........

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