enero 22, 2024enero 21, 2024 El tenista Rafa Nadal, en una imagen de archivo. —Europa Press

A Rafa Nadal lo han nombrado embajador del tenis en Arabia Saudí y los envidiosos del lugar han salido a agitar los mismos cencerros de siempre. Que si Arabia Saudí es una dictadura atroz, que si allí se limpian el culo con los derechos humanos, vamos, como si Rafa se fijara en esas cosas. Él va a lo suyo, que es el deporte, el noble arte de pegar raquetazos, y rara vez se le ocurre subir a la pegajosa red de la política. Igual que Jaume Canivell, el comerciante catalán de porteros electrónicos en La escopeta nacional, de Berlanga, Rafa, durante su larga carrera de deportista, ha tenido bastante cuidado de no posicionarse casi nunca en un sentido o en otro. "Apolítico total. De derechas. Como mi padre".

Las pocas veces que a Rafa se le ha ocurrido subir a la red y lanzar una volea contra el independentismo catalán o contra la moción de censura que destronó a Mariano, se llevó el pelotazo de vuelta en toda la boca. Probablemente, por eso mismo jamás se le ha ocurrido opinar del drama de los desahucios, del descuartizamiento de la sanidad pública, de las inyecciones multimillonarias a la banca, del secuestro de la Justicia y de otros temas más o menos peliagudos e improcedentes. A Rafa, cuando gana un torneo, le ponen el himno nacional y ondean la bandera española bien alta, y entonces, con el himno y la bandera, él va que chuta.

Las malas lenguas dicen que todo ha sido cuestión de dinero, que a Rafa los jeques árabes lo han comprado gracias a un cheque con una barbaridad de ceros a la derecha, pero las malas lenguas no acaban de comprender que si algo le sobra a nuestro héroe, aparte de talento y visión para el tenis, es dinero. Si a Rafa le hubieran pedido ser embajador del tenis en Burundi o en Madagascar, que son países más pobres que una rata, hubiera aceptado encantado y además gratis. Lo que pasa es que no se lo han pedido y así difícilmente puede uno aceptar nada.

"Donde quiera que mires en Arabia Saudí puedes ver crecimiento y progreso", dice Rafa, "y estoy ilusionado por formar parte de este proyecto". Como las autoridades del país se tomen estas declaraciones al pie de la letra, lo mismo vemos a Rafa decapitando a disidentes o apedreando mujeres, dos de las disciplinas en las que Arabia Saudí es líder mundial indiscutible y en las que podrían aprovechar a fondo su ilusión y la fuerza de sus brazos. Tampoco se entiende en qué más cosas puede ver uno crecimiento y progreso en Arabia Saudí, aparte de la obscenidad y el despilfarro.

En los últimos tiempos, mucha gente veía en Rafa Nadal un inquietante parecido con Jose Mari Aznar, sobre todo desde que a Jose Mari se le ha despoblado el bigote y que Rafa habla más con la nariz cada día que pasa. Para evitar comparaciones odiosas, estos días ha circulado por las redes la imagen del ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Faisal Bin Farhan, un hombre que parece el doble exacto no tanto de Jose Mari cuando gastaba bigote sino del muñeco del guiñol de José Mari. Quién iba a sospechar que el interés de Aznar por la poesía árabe en la intimidad iba a llegar tan lejos como para que lo clonaran.

Por lo demás, las últimas declaraciones de Faisal Bin Farhan sobre la matanza de palestinos en Gaza las podía haber dicho Jose Mari en su inglés con acento tejano, comiendo dátiles y sin cambiar una palabra: "Reconoceremos a Israel bajo una normalización completa. Además, los informes actuales afirman que el mundo árabe no tiene ningún interés en reconstruir Gaza sólo para que sea destruida otra vez dentro de un año. Todo el mundo entiende que hay que destruir a Hamás de raíz". También las podía haber dicho el otro muñeco que se acaban de comprar, el de Rafa Nadal, sólo que él no suele meterse en política.

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22.01.2024

enero 22, 2024enero 21, 2024 El tenista Rafa Nadal, en una imagen de archivo. —Europa Press

A Rafa Nadal lo han nombrado embajador del tenis en Arabia Saudí y los envidiosos del lugar han salido a agitar los mismos cencerros de siempre. Que si Arabia Saudí es una dictadura atroz, que si allí se limpian el culo con los derechos humanos, vamos, como si Rafa se fijara en esas cosas. Él va a lo suyo, que es el deporte, el noble arte de pegar raquetazos, y rara vez se le ocurre subir a la pegajosa red de la política. Igual que Jaume Canivell, el comerciante catalán de porteros electrónicos en La escopeta nacional, de Berlanga, Rafa, durante su larga carrera de deportista, ha tenido bastante cuidado de no posicionarse casi nunca en un sentido o en otro. "Apolítico total. De derechas. Como mi padre".

Las pocas veces que a Rafa se le ha ocurrido subir a la red y lanzar una volea contra el independentismo catalán o contra la moción de censura que destronó a Mariano, se llevó el pelotazo de vuelta en toda la boca. Probablemente, por eso mismo jamás se le ha ocurrido opinar del drama de los desahucios, del descuartizamiento de la........

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