febrero 8, 2024febrero 7, 2024

El concepto de terrorismo se ha devaluado mucho en los últimos tiempos. Antes, para conseguir el carné de terrorista, tenías que currártelo un montón: apuntarte a la yihad, ingresar en una organización armada clandestina, poner una bomba en un coche, pegarle un tiro en la nuca a alguien. Matar gente, en fin. Ahora los terroristas crecen por generación espontánea, casi por descuido, según se agachan a recoger un adoquín del suelo, a montar un espectáculo de marionetas o a enzarzarse a hostias con un tipo en una taberna. La definición de terrorismo se va ensanchando hasta el punto de que ahora mismo debo andarme con ojo, no vaya a estar escribiendo un atentado en lugar de un artículo.

A ocho chavales de Alsasua les cayeron varios años en prisión por una agresión a dos guardias civiles de paisano y a sus parejas, aunque el fiscal llegó a pedir hasta cincuenta y sesenta y dos años de cárcel por considerarlo ataque terrorista, impugnación que fue finalmente desechada por el tribunal. Ahora la Junta de Fiscales del Supremo va a abrir causa por terrorismo contra el ex presidente de la Generalitat, aunque, la verdad, no tengo claro si fue porque Puigdemont alentó personalmente las algaradas y disturbios que provocaron incidentes callejeros y dejaron heridos a unos ochenta agentes entre las fuerzas de seguridad, o porque el peinado de Puigdemont ha causado un agujero en la capa de ozono a la altura del Baix Llobregat.

Este miércoles, el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, ha aprovechado esta ampliación semántica para denominar "terroristas" a los parlamentarios de Junts. Es una etiqueta arriesgada, ya que, con mucho más motivo que ochenta policías heridos, alguien podría tachar de "terrorismo", incluso de "genocidio", el protocolo sanitario que durante la pandemia significó la muerte de más de siete mil ancianos en la Comunidad de Madrid. También es verdad que los ancianos no llevaban uniforme oficial, no eran policías ni guardias civiles: a lo mejor ahí está el quid de la cuestión.

De momento, todo es muy confuso, porque cuando Feijóo inició negociaciones para intentar sacar adelante su candidatura después de las elecciones, tuvo la pésima idea de reunirse con los mismos representantes de Junts a los que ahora considera terroristas fuera de la ley. De todas maneras, Feijóo está acostumbrado a estos encuentros en la cuerda floja desde que se iba de vacaciones con un narco que toda Galicia sabía a lo que se dedicaba excepto él. Qué culpa tendrá Feijóo de llegar siempre con un poco de retraso a la realidad.

Se conoce que el delito de terrorismo depende mucho del signo político del colega que esté a los mandos en ese momento, de manera que mientras Sánchez o Zapatero son cómplices de asesinos por pactar con Bildu, Aznar en 1996 podía reunirse tranquilamente con auténticos carniceros con las manos manchadas de sangre, quienes, gracias al contacto de su bigote benefactor, pasaban a engrosar la novedosa categoría de "Movimiento Vasco de Liberación". Uno puede pensar lo que quiera de Puigdemont y sus secuaces, pero equiparar la sardana del procés con los más de 850 asesinatos, los 2.600 heridos, los más de 90 secuestros y las miles de familias destrozadas por el terrorismo etarra, es una locura, una indecencia y una frivolidad. Nadie echa de menos a la ETA, excepto el PP.

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El concepto de terrorismo se ha devaluado mucho en los últimos tiempos. Antes, para conseguir el carné de terrorista, tenías que currártelo un montón: apuntarte a la yihad, ingresar en una organización armada clandestina, poner una bomba en un coche, pegarle un tiro en la nuca a alguien. Matar gente, en fin. Ahora los terroristas crecen por generación espontánea, casi por descuido, según se agachan a recoger un adoquín del suelo, a montar un espectáculo de marionetas o a enzarzarse a hostias con un tipo en una taberna. La definición de terrorismo se va ensanchando hasta el punto de que ahora mismo debo andarme con ojo, no vaya a estar escribiendo un atentado en lugar de un artículo.

A ocho chavales de Alsasua les cayeron varios años en prisión por una agresión a dos guardias civiles de paisano y a sus parejas, aunque el fiscal llegó a pedir hasta cincuenta y sesenta y dos años de cárcel por considerarlo ataque terrorista, impugnación que fue finalmente desechada por el tribunal. Ahora la........

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