18/01/202417/01/2024 Iñaki Ardanaz y Pilar Gómez en 'La loca y el feminista', de Sangra Gallego.

Una de las lecciones que uno aprende cuando estudia algo de feminismo, aunque sean solo unos textos introductorios, es que el patriarcado tiene la capacidad continua de reinventarse, de adaptarse a cada momento histórico y de buscar aliados en todos los contextos. Solo así es posible explicar su pervivencia y los diferentes rostros que ha ido adoptando a lo largo de los siglos.

En estos momentos de neoliberalismo salvaje, es evidente que dicho orden político, que también es una estructura de pensamiento, ha encontrado en el mercado un cómplice impagable y en las redes sociales un vehículo imprescindible para que, entre otras cosas, sigamos desvinculándonos de lo común.

Es decir, en este mundo de presentismo, narcisismo y egos a la deriva, es fácil que los señores de toda la vida dejen intocables los pactos que los mantienen en el poder, mientras que el resto andamos entretenidos y domesticados, aunque pensemos lo contrario, en los espacios digitales.

Eso sí, no nos faltan etiquetas a las que agarrarnos, discursos políticamente correctos sobre los que galopar e ilusiones de ser, pese a todo, ciudadanos comprometidos. Algo de lo que por cierto somos expertos en la izquierda, tan dados a dejarnos llevar por la magia de las palabras y por el incienso de los púlpitos laicos.

La brecha del estudio del CIS es ideológica: la mayoría de hombres de izquierdas están satisfechos con los avances del feminismo


En medio de una cuarta ola, y de su correspondiente reacción de hombres agraviados, el feminismo corre el riesgo de convertirse en una suerte de pasaporte que nos convalida y que nos ubica en un espacio, el de los discursos que estimamos impecables desde el punto de vista moral, al tiempo que nos genera la ilusión de colocarnos a salvo de cuestionamientos que removerían el suelo que pisamos.

Es ésta una lección que pareciera que los hombres, algunos hombres, hemos aprendido con rapidez y soltura. Tan entrenados como estamos en la capacidad de mantenernos siempre a flote (lo del sacrificio de Leonardo di Caprio en Titanic fue solo una concesión al amor romántico).

De esta manera, no hemos dudado en coger una bandera sobre la que hasta antes de ayer no teníamos ni idea, al tiempo que hemos aprendido, tan espabilados como somos, una serie de consignas que nos permiten superar cualquier entrevista superficial y que nos generan la ilusión, la fantasía más bien, de que hemos hecho todo un arduo trabajo de deconstrucción.

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Sobre hombres feministas, nuevas masculinidades y mujeres hasta el mismísimo

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18.01.2024

18/01/202417/01/2024 Iñaki Ardanaz y Pilar Gómez en 'La loca y el feminista', de Sangra Gallego.

Una de las lecciones que uno aprende cuando estudia algo de feminismo, aunque sean solo unos textos introductorios, es que el patriarcado tiene la capacidad continua de reinventarse, de adaptarse a cada momento histórico y de buscar aliados en todos los contextos. Solo así es posible explicar su pervivencia y los diferentes rostros que ha ido adoptando a lo largo de los siglos.

En estos momentos de neoliberalismo salvaje, es evidente que dicho orden político, que también es una estructura de pensamiento, ha encontrado en el mercado un cómplice impagable y en las redes sociales un vehículo imprescindible para que, entre otras cosas, sigamos desvinculándonos de lo común.

Es decir, en este mundo de presentismo,........

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