12/12/202311/12/2023 Pixabay.

Recientemente el primer ministro israelí Netanyahu ha criticado duramente a nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, porque ha sido el único líder que se ha atrevido a decirle a la cara que está vulnerando el derecho internacional en su guerra sin cuartel y desproporcionada contra Palestina, provocando la muerte de miles de civiles, con una alta cifra de niños y niñas. "Israel debe cumplir también -le dijo el presidente- el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario... La cifra de palestinos muertos es verdaderamente insoportable... Debemos dar pasos urgentes hacia un alto el fuego humanitario duradero... Debemos empezar a trabajar desde ahora en la aplicación de la solución de los dos Estado".

El líder israelí, muy enfadado por estas palabras del presidente español, ha llamado a consultas a dos embajadoras: la de Israel en España y la de España en Israel.

Lo que le ha dicho el presidente Sánchez es lo que piensan muchos líderes mundiales, que mudos y cómplices no se atreven ni a pedir el alto el fuego para evitar la masacre de la población civil palestina y asisten, como si no fuera con ellos, al increíble espectáculo de un Estado, que se autoproclama democrático, cometiendo un genocidio en toda regla contra la población palestina de Gaza.

Francisco de Vitoria pasa por ser uno de los dos fundadores del derecho internacional. El otro jurista también considerado fundador es Hugo Grocio, cuyo volumen Del derecho de la guerra y de la paz (De iure belli ac pacis), fue libro de texto en las universidades. Vitoria es uno de los más destacados representantes de la escuela española de derecho natural de los siglos XVI y XVII, situada en su época en la vanguardia de la defensa de los derechos humanos. Señala Vitoria tres requisitos de la guerra justa (bellum iustum): auctoritas legitima, iusta causa, recta intentio. Estos requisitos vitorianos (también denominados indistintamente principios, criterios o estándares por los estudiosos) han tenido una extraordinaria vigencia durante siglos posteriores en la doctrina y en la regulación legal de la guerra, sirviendo de marco general para el análisis de la justicia de la guerra. Actualmente es frecuente encontrar en los tratadistas, siguiendo a Vitoria, una división del tema de la guerra en dos apartados denominados derecho a la guerra (ius ad bellum) y derecho en la guerra (ius in bello). El primero hace referencia a la legitimidad para declarar una guerra y sobre todo a las causas, para que una guerra pueda ser concebida como justa. El segundo se concentra en las reglas de comportamiento, que deben estar presentes en la ejecución de una guerra, para que ésta pueda denominarse justa.

Me valgo del enunciado de los tres requisitos citados para desarrollar la filosofía de Vitoria acerca de cómo debe conducirse la guerra para merecer el título de justa y a continuación expongo si Israel los ha seguido en sus guerras con Palestina. Vitoria aborda su teoría de la guerra principalmente en su Relección segunda sobre los indios o del derecho de guerra de los españoles contra los bárbaros. Las citas que vienen a continuación se refieren a esta relección. Relección era la lección extraordinaria del maestro sobre un asunto controvertido, a cuya lectura se convocaba a toda la universidad; algunas, como las de Vitoria, merecieron su publicación.

Autoridad legitima

Francisco de Vitoria

La autoridad en las relaciones privadas para repeler una agresión es la del particular ofendido. En el ámbito público es el Estado el que posee la legitimidad para declarar y hacer la guerra, pero no cualquiera, sino el Estado que denomina Vitoria perfecto. ¿Y qué es un Estado perfecto? Pues el Estado al que nada le falta, que es un todo, "vale decir, que no es parte de otro, sino que tiene leyes propias, consejo propio, magistrados propios, como son los reinos de Castilla y Aragón, los principados de los venecianos y otros semejantes". Estado perfecto es la organización política independiente, que no tiene otro poder por encima de ella. Un Estado que está presidido por un príncipe soberano. Lo que quería decir Vitoria es que la autoridad para declarar la guerra residía en el Estado soberano, que es un concepto que comienza a formarse en su tiempo.

Además, hay otro requisito, que debe acompañar a la declaración de guerra, muy importante para Vitoria: que la guerra sea la última medida, cuando ya han fracasado las otras posibles, el último remedio. La guerra no puede ser un pretexto, sino un instrumento cuando sin ella ya no es posible obtener la satisfacción de una grave injuria: "Supuesto que el príncipe tiene autoridad para hacer la guerra, lo primero de todo no debe buscar ocasión y pretextos para hacerla, sino que, en cuanto le sea posible, debe guardar paz con todos los hombres.". Por lo tanto, la legítima autoridad para declarar la guerra justa debe ir acompañada del carácter "indispensable" (expresión vitoriana) de la guerra.

Israel

En la época de Vitoria el cénit del poder político era el Estado soberano, la organización política totalmente independiente. No es el caso de los Estados actuales, dependientes de organismos supraestatales como Naciones Unidas o la Unión Europea. Hoy los juristas hablan de las limitaciones de la soberanía estatal por la dependencia exterior de los Estados. Condenaría de raíz Vitoria a Israel porque no acepta las normas y resoluciones de Naciones Unidas, de la que es miembro, incurriendo en una sucesión constante de incumplimientos desde 1948. Israel no es hoy un Estado plenamente independiente, que carece de tratados y convenios contraídos con organizaciones supraestatales. Razón por la que Vitoria le negaría la capacidad de declarar una guerra en contra de las decisiones tomadas por esas organizaciones.

Por otro lado, Israel no ha observado lo que denomina Vitoria la primera regla conclusiva de su relección: el uso de la guerra como último remedio. Desde el momento que Israel no cumple con las resoluciones de Naciones Unidas, sistemáticamente, una tras otra, especialmente el reconocimiento de un Estado palestino, y que emprende contra las mismas ocupaciones constantes del territorio de Palestina, está colocando las bases para la rebelión del adversario y facilitando el uso de la guerra como instrumento ordinario y habitual, y no excepcional, en sus relaciones con Palestina.

Justa causa

Francisco de Vitoria

Cuando el dominico se enfrenta a las justas causas de la guerra, parte de la consideración de las causas arbitradas tradicionalmente por la opinión pública y la doctrina como justas, y que sin embargo según él no lo son. No es causa justa la guerra emprendida por causa de religión: "La diversidad de religión no es causa justa para una guerra". Tampoco la ambición del príncipe de extender sus dominios: "No es causa justa de una guerra el deseo de ensanchar el imperio". O de alcanzar la gloria: "Tampoco es causa justa de una guerra la gloria o cualquier otra ventaja del príncipe". La única causa es para Vitoria la injuria: "La única y sola causa justa de hacer la guerra es la injuria recibida". No cualquier injuria, sino una injuria grave, pues hay que buscar la proporcionalidad entre daño y sanción, o, como dice Vitoria, "la pena debe guardar proporción con el delito".

Israel

¿Dónde está en las actuaciones de Israel esa relación de pena y delito que exige Vitoria en el requisito de la justa causa de la guerra? ¿Dónde la equivalencia entre la injuria y la reparación de la misma? Por otro lado, la justa causa no puede ser valorada de un modo puntual, sino sistemático y es precisamente Israel quien lleva injuriando a Palestina desde el punto de vista formal (desprecio a las resoluciones de Naciones Unidas, comenzando por la resolución 181 de 1947, que creaba dos Estados, el israelita y el palestino, decisión mantenida en todas las resoluciones posteriores de Naciones Unidas), material (ocupaciones sistemáticas y constantes del territorio palestino y de las propiedades de los palestinos, construyendo viviendas para los israelíes) y jurisdiccional (miles de presos palestinos sin causa de detención y en prisión sin plazo).

Recta intención

Francisco de Vitoria

Para Vitoria hay una regla básica en lo que se refiere a la conducta en la guerra justa: la moderación y la proporcionalidad, teniendo en cuenta el fin último de la guerra justa que es la paz. Formula un principio en parecidos términos a su maestro, Tomás de Aquino: "Es menester procurar que de la guerra no surjan mayores males que los que con la misma se quieren evitar". El príncipe debe tener muy presente en la ejecución de la guerra justa esta máxima, para que ésta no se vuelva contra él y sus combatientes, al llevar a cabo una explotación de la misma de una manera ilícita y desmedida, que no asegure la paz en su territorio tras su culminación. La apelación a la moderación llega a su extremo cuando Vitoria exige al príncipe que sea juez de la misma guerra justa que él ha ganado (no parte de la contienda, sino juez), dictando una sentencia justa para sus enemigos, "no como acusador, sino como tal juez, de manera que, aunque su fallo deba satisfacer a la nación agraviada, sea, en cuanto sea posible, con el menor daño y perjuicio para la nación ofensora".

La cuestión que le depara más quebraderos de cabeza es la referente a los inocentes. Sobre los civiles Vitoria afirma que no deben sufrir las consecuencias de la guerra y el príncipe y los soldados deben hacer todo lo que estén en sus manos para no producirles perjuicio. Sus palabras son contundentes: "Nunca, por sí y con intención deliberada, es lícito matar a los inocentes".

Por lo demás entra en un extraordinario casuismo en este apartado de la recta conducta en el desarrollo de la guerra, planteando dudas y resolviéndolas con prudencia, tras exponer las opiniones doctrinales sobre las cuestiones que aporta, a veces aduciendo contra corriente ideas sorprendentes e inesperadas, como el derecho del soldado de no ir a una guerra que considera injusta en su propia conciencia. Contundentes palabras, que levantaron pólvora contra el dominico. La objeción de conciencia al servicio militar en pleno siglo XVI. Sólo por esto Vitoria debería ser considerado como un autor moderno en la cuestión de la separación del derecho y la moral.

Israel

En este tercer requisito de la guerra justa es más visible el alejamiento de Israel de la doctrina de Vitoria. Su compañero de orden religiosa, Bartolomé de las Casas, más avanzado que él, habló claramente, cuando era atrevido decirlo, de que la Corona española había perpetrado un genocidio con los nativos de las recién descubiertas Indias. Vitoria prefirió moverse en el terreno de la teoría sin bajar a hechos consumados. Creo que Israel se coloca en el punto más alto posible contra la recta intencionalidad de una guerra justa, porque no es que cometa sus agresiones contra Palestina con la falta de moderación y proporcionalidad exigidas por Vitoria, sino que sencilla y cabalmente está llevando a cabo el genocidio del pueblo palestino. ¿Cuándo Israel en sus sucesivas guerras contra los palestinos, desde la creación del Estado de Israel en 1948, ha observado moderación y proporcionalidad? Ha sido la permanente lucha sin pausa de un poderoso ejército habilitado por Estados Unidos contra unas guerrillas de Palestina, en las que el alto precio lo han pagado miles de civiles asesinados (especialmente niños y niñas) palestinos.

En un plato de la balanza tenemos la devastación por Israel del territorio y los inmuebles del pueblo palestino, la ocupación persistente de los mismos con la única razón de la fuerza, la muerte de palestinos/as (15.000 y más de una tercera parte niños/as en la fecha de este escrito, cuyo número sigue aumentando) en cifras muy superiores a las de los israelíes, la vulneración de las resoluciones de Naciones Unidas y de los acuerdos convenidos con Palestina, la oposición frontal a la creación de un Estado palestino, ya exigida por Naciones Unidas en 1948 y en sucesivas resoluciones.

Y en el otro plato de la balanza tenemos la agresión de Palestina a Israel en octubre pasado con el resultado del asesinato de unos 1.400 israelíes y la captura de 245 rehenes. Juzgue el lector/a a qué lado de la balanza se aproxima más la guerra justa predicada por Vitoria.

Si "el fin de la guerra es la paz", si la explotación de la guerra por el vencedor no debe hacerse de manera que "no asegure la paz en su territorio tras su culminación", como demanda Vitoria, ¿qué paz cabe esperar tras la actual masacre palestina ejecutada por el ejército israelí?

Conclusión

Francisco de Vitoria, fundador del derecho internacional, estableció en el siglo XVI unas reglas mínimas de la guerra justa, que serían posteriormente trasladadas a los tratados y convenios internacionales. Eran el abecé de los requisitos de la guerra justa y del derecho internacional humanitario. Israel lleva incumpliendo estos requisitos desde la fundación del Estado de Israel. Esta es la realidad, por muchos embajadores/as que el cínico Netanyahu llame a capítulo. El Gobierno israelí está perpetrando un genocidio contra el pueblo palestino ante el desesperado clamor del secretario general de Naciones Unidas y el silencio cómplice de casi todos los líderes mundiales.

En un artículo mío en este medio, Estados Unidos: el principal responsable de las guerras Palestina-Israel, aducía que Estados Unidos había permitido que su protegido y "eterno amigo", Israel, hiciera todo lo que le viniera en ganas contra la población palestina durante dos tercios de un siglo, traspasando impunemente todas las líneas rojas del derecho y de la ética. Es hora de que la comunidad internacional frene a Israel y le exija responsabilidades por sus actuaciones criminales. La situación clama al cielo.

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12.12.2023

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Recientemente el primer ministro israelí Netanyahu ha criticado duramente a nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, porque ha sido el único líder que se ha atrevido a decirle a la cara que está vulnerando el derecho internacional en su guerra sin cuartel y desproporcionada contra Palestina, provocando la muerte de miles de civiles, con una alta cifra de niños y niñas. "Israel debe cumplir también -le dijo el presidente- el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario... La cifra de palestinos muertos es verdaderamente insoportable... Debemos dar pasos urgentes hacia un alto el fuego humanitario duradero... Debemos empezar a trabajar desde ahora en la aplicación de la solución de los dos Estado".

El líder israelí, muy enfadado por estas palabras del presidente español, ha llamado a consultas a dos embajadoras: la de Israel en España y la de España en Israel.

Lo que le ha dicho el presidente Sánchez es lo que piensan muchos líderes mundiales, que mudos y cómplices no se atreven ni a pedir el alto el fuego para evitar la masacre de la población civil palestina y asisten, como si no fuera con ellos, al increíble espectáculo de un Estado, que se autoproclama democrático, cometiendo un genocidio en toda regla contra la población palestina de Gaza.

Francisco de Vitoria pasa por ser uno de los dos fundadores del derecho internacional. El otro jurista también considerado fundador es Hugo Grocio, cuyo volumen Del derecho de la guerra y de la paz (De iure belli ac pacis), fue libro de texto en las universidades. Vitoria es uno de los más destacados representantes de la escuela española de derecho natural de los siglos XVI y XVII, situada en su época en la vanguardia de la defensa de los derechos humanos. Señala Vitoria tres requisitos de la guerra justa (bellum iustum): auctoritas legitima, iusta causa, recta intentio. Estos requisitos vitorianos (también denominados indistintamente principios, criterios o estándares por los estudiosos) han tenido una extraordinaria vigencia durante siglos posteriores en la doctrina y en la regulación legal de la guerra, sirviendo de marco general para el análisis de la justicia de la guerra. Actualmente es frecuente encontrar en los tratadistas, siguiendo a Vitoria, una división del tema de la guerra en dos apartados denominados derecho a la guerra (ius ad bellum) y derecho en la guerra (ius in bello). El primero hace referencia a la legitimidad para declarar una guerra y sobre todo a las causas, para que una guerra pueda ser concebida como justa. El segundo se concentra en las reglas de comportamiento, que deben estar presentes en la ejecución de una guerra, para que ésta pueda denominarse justa.

Me valgo del enunciado de los tres requisitos citados para desarrollar la filosofía de Vitoria acerca de cómo debe conducirse la guerra para merecer el título de justa y a continuación expongo si Israel los ha seguido en sus guerras con Palestina. Vitoria aborda su teoría de la guerra principalmente en su Relección segunda sobre los indios o del derecho de guerra de los españoles contra los bárbaros. Las citas que vienen a continuación se refieren a esta relección. Relección era la lección extraordinaria del maestro sobre un asunto controvertido, a cuya lectura se convocaba a toda la universidad; algunas, como las de Vitoria, merecieron su publicación.

Autoridad legitima

Francisco de Vitoria

La autoridad en las relaciones privadas para repeler una agresión es la del particular ofendido. En el ámbito público es el Estado el que posee la legitimidad para declarar y hacer la guerra, pero no........

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