09/03/202408/03/2024 Javier Cámara.- Vanessa Rábade

¡Suéltenlo! ¡Déjenlo libre! ¡No se atrevan! ¡No secuestren a Javier Cámara! Él no tiene la culpa de nada, él sólo es un gran intérprete, uno de nuestros mejores actores. No, se lo ruego, no se lleven a Javier Cámara. Él no tiene nada que ver con esto. Él, que ha puesto rostro a algunos de los personajes más encomiables de nuestro cine, no sabe nada de lo otro, de lo de Ucrania. Él, ahora, solo es un tío Vania perdido en Castilla, enclaustrado en las Naves del Matadero.

"Puede que la amenaza de guerra no sea inminente, pero no es imposible". El eco de las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, pronunciadas el pasado 28 de febrero, resuena con fuerza todavía. Las instituciones comunitarias llaman al rearme europeo, otra vez. La maquinaria propagandística se ha puesto en marcha, ya no hay quien la frene; la industria armamentística se frota las manos. El presidente de la República de Francia, Emmanuelle Macron, va más lejos todavía y apuesta directamente por el envío de tropas europeas a Ucrania.

El lenguaje se calienta a las puertas de unas elecciones europeas (próximo mes de junio) en las que la ultraderecha tiene muchas papeletas de crecer como la espuma y multiplicar su presencia en el próximo Parlamento Europeo de Bruselas y Estrasburgo. Macron endurece el tono, como si pareciéndose a ella fuera a frenar la intención de voto a Marine Le Pen. Von der Leyen hace lo propio para mostrar un PPE contundente ante el agujero por el que se le escapan los votos a estribor. En noviembre, además, se celebrarán elecciones estadounidenses y una victoria de Donald Trump, candidato in pectore republicano, podría cambiar el tablero de juego ucraniano. Estados Unidos podría echarse al un lado en una guerra que no tiene visos de resolverse, lo que agravaría el conflicto bilateral Rusia-UE.

Hasta el próximo 7 de abril se puede ver en la Sala Fernando Arrabal del Teatro Español, en el Matadero de Madrid, Vania x Vania, una originalísima puesta escena de Tío Vania, el clásico del dramaturgo ruso Antón Chéjov escrito en 1899. La versión del texto (de los textos) y la dirección (direcciones) corren a cargo de Pablo Remón, una de las figuras a tener más en cuenta del teatro actual. Javier Cámara es el protagonista en un brillante elenco que cuenta, también, con Israel Elejalde, Marta Nieto, Juan Codina, Marina Salas y Manuela Paso. Hablamos en plural de la obra (las obras), porque Remón nos invita a ver dos funciones en la misma tarde, dos versiones de Tío Vania. Misma obra, mismo elenco de actores y actrices, mismo director... Pero dos obras, dos versiones diferentes.

Europa aprovecha la guerra de Ucrania y la tensión con Rusia para impulsar su industria militar


"Cuando veo un espectáculo mío, siempre quiero volver a montarlo. Si hubiera tomado esta decisión en lugar de aquella, si hubiéramos ido por este camino en lugar de aquel. Me dan envidia entonces los pintores, que vuelven una y otra vez sobre el mismo motivo", explica Remón. Por ello, el espectador puede ver en el escenario madrileño, primero, una propuesta que nos lleva a "un Chéjov desnudo, esencial, un acercamiento minimalista al texto y a la interpretación". La segunda, "una reescritura de Chéjov en dos tiempos: Rusia, finales del XIX; Castilla, a día de hoy. Un juego teatral". Dan ganas de ver este experimento, ¿no creen?

Cuando la guerra toma protagonismo, la primera víctima es la verdad, ya sabemos. La propaganda es una de las principales armas en una contienda bélica. Y más cuando alguno de los actores implicados es una sociedad democrática, por lo que existe la necesidad de crear un clima de opinión favorable a la barbarie. La denigración del enemigo, convertirlo en un monstruo y robarle cualquier condición de ser humano es, por tanto, una tarea imprescindible para quienes dirigen la maquinaria. Si nos van a pedir dinero para matar más y mejor, tienen que convencernos. Veremos, pues, un aumento de la rusofobia en los próximos meses. Muchos medios de comunicación se alinearán con la tarea, una razón de Estado, hay que incrementar el gasto militar.

Ya lo vimos. Hace dos años, cuando arrancó la invasión rusa de Ucrania y estalló la guerra. Entonces, una gran campaña se expandió por todo Occidente que asimilaba lo ruso y las personas rusas con Vladimir Putin. Una gran caza de brujas. "Sabemos distinguir perfectamente entre un país y un pueblo. Seguiremos leyendo a Tolstói, pero condenamos al Gobierno ruso", aclaraba el entonces ministro de Cultura, Miquel Iceta. Mientras, grandes estudios de cine como Disney, Warner o Sony cancelaron sus estrenos en Rusia, donde Netflix y Spotify suprimieron sus servicios. Francia rompía todas las relaciones con instituciones culturales rusas. Hubo quien pedía derribar la estatua a Dostoievski en Florencia o cerrar el Museo Ruso de Málaga.

Unión Militar Europea


El Teatro Real de Madrid canceló las actuaciones previstas del Ballet Bolshói. El Liceu de Barcelona hizo lo propio con el concierto de Anna Netrebko, que estaba previsto para el 3 de abril del 2022 por el 175 aniversario del espacio. El director de orquesta Valery Gergiev fue cancelado en la Scala de Milán. Hubo inhabilitaciones hasta de artistas fallecidos: el director de cine Andréi Tarkovski falleció en 1986 en París y su film Solaris no se exhibió en la Filmoteca de Andalucía por ser, el artista, ruso. "La cultura es el tercer frente en la guerra de Ucrania", sentenciaba, hace dos años, Nadine Dorries, secretaria de Estado de Cultura, Medios de Comunicación y Deporte del Reino Unido, en una comparecencia en la Cámara de los Comunes de Londres.

Libertad de creación, de opinión, de pensamiento, en peligro. Xenofobia es, también, valorar una obra por el origen del creador o creadora. Paredes al campo, para que la cultura y el arte, que son capaces de quebrar pensamiento monolíticos, no hagan de las suyas. Una vía de la resolución del conflicto negociada ni siquiera se vislumbra. Más armas, más gasto militar, más muerte.

Más de dos años desde la ilegal invasión rusa de Ucrania, detonante de un conflicto que va cambiando el mundo. Hastío, como en las obras de Chéjov, como en Tío Vania, donde los personajes se aburren de vivir, del lentísimo compás del paso del tiempo. Vayan a ver Vania x Vania al Matadero, pues la escalada militar puede llevarse también la expresión artística por delante. Que no nos quiten a Chéjov. Y que no secuestren a Javier Cámara por interpretar al tío Vania. El pobre Cámara, desaparecido, por interpretar a un personaje de la Rusia zarista...

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¡No secuestren a Javier Cámara!

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09.03.2024

09/03/202408/03/2024 Javier Cámara.- Vanessa Rábade

¡Suéltenlo! ¡Déjenlo libre! ¡No se atrevan! ¡No secuestren a Javier Cámara! Él no tiene la culpa de nada, él sólo es un gran intérprete, uno de nuestros mejores actores. No, se lo ruego, no se lleven a Javier Cámara. Él no tiene nada que ver con esto. Él, que ha puesto rostro a algunos de los personajes más encomiables de nuestro cine, no sabe nada de lo otro, de lo de Ucrania. Él, ahora, solo es un tío Vania perdido en Castilla, enclaustrado en las Naves del Matadero.

"Puede que la amenaza de guerra no sea inminente, pero no es imposible". El eco de las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, pronunciadas el pasado 28 de febrero, resuena con fuerza todavía. Las instituciones comunitarias llaman al rearme europeo, otra vez. La maquinaria propagandística se ha puesto en marcha, ya no hay quien la frene; la industria armamentística se frota las manos. El presidente de la República de Francia, Emmanuelle Macron, va más lejos todavía y apuesta directamente por el envío de tropas europeas a Ucrania.

El lenguaje se calienta a las puertas de unas elecciones europeas (próximo mes de junio) en las que la ultraderecha tiene muchas papeletas de crecer como la espuma y multiplicar su presencia en el próximo Parlamento Europeo de Bruselas y Estrasburgo. Macron endurece el tono, como si pareciéndose a ella fuera a frenar la intención de voto a Marine Le Pen. Von der Leyen hace lo propio para mostrar un PPE contundente ante el agujero por el que se le escapan los votos a estribor. En noviembre, además, se celebrarán elecciones estadounidenses y una victoria de Donald Trump, candidato in pectore republicano, podría cambiar el tablero de juego ucraniano. Estados Unidos podría echarse al un lado en una guerra que no tiene visos de resolverse, lo que........

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