10/02/2024 Ana Pontón, tras una entrevista con 'Público'. / Jaime García-Morato

Galicia termina allá en Piedrafita do Cebreiro, cuando la A6 cruza la frontera y se interna en el Bierzo de León. Las elecciones de la próxima semana, domingo 18 de febrero, solo apelan al electorado gallego, pero las consecuencias políticas llegarán más allá de Piedrafita, y del Bierzo. No solo porque un posible mal resultado de Alfonso Rueda, imaginemos que diera con el PP fuera de la Xunta, suponga tal terremoto para el partido que el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo quedaría tambaleándose. Ni tampoco porque Sumar se juegue un arranque de proyecto luminoso o sombrío dependiendo, en parte, de los votos que obtenga Marta Lois en la tierra de origen de su líder, Yolanda Díaz...

Las consecuencias políticas para el resto del Estado de lo que suceda en Galicia también tendrán mucho que ver con el nivel de apoyo que consiga el soberanismo gallego. Y eso, hoy, tiene nombre propio: Ana Pontón. La 'número uno' del BNG ya se convirtió la pasada legislatura en líder de la oposición. Primero, a Feijóo y luego, a Rueda, sucesor designado por dedazo divino del PP.

Esta campaña, la nacionalista está logrando, además, brillar por encima del resto de candidatos. Así se pudo comprobar en el debate del pasado lunes, de donde se extraen algunas contundentes conclusiones: el BNG, para gobernar, necesitará del PSdeG y, quizás, de Sumar; existe un bloque de izquierdas que no está a la guerra entre ellas como quiere hacer ver el PP, sino que es capaz de coordinarse y detectar con claridad quién es el adversario en Galicia: Rueda; ese conjunto tiene una cabeza visible y líder y es, sin lugar a dudas, Pontón.

Más allá de Piedrafita, también se haría notar un gobierno de Pontón, que tendría consecuencias a distintos niveles de la política estatal. El mero hecho de que la alternativa al PP en Galicia ya sea el soberanismo de izquierdas gallego, por encima del socialismo o de la izquierda alternativa ahora referenciada en Sumar, ya tiene esas consecuencias. Si Pontón llegara al Gobierno, se acrecentarían mucho más. En primer lugar, tanto Galicia, como Catalunya y Euskadi tendrían gobiernos soberanistas.

Pontón, Iñigo Urkullu de momento y Pere Aragonès estarían, de momento, al frente de la Xunta, la Lehendakaritza y la Generalitat, respectivamente. Esta evidencia podría tener consecuencias para la política estatal, si los tres ejecutivos consiguieran coordinarse para acumular fuerzas e imprimirle velocidad al debate atávico pendiente de la política española: la cuestión territorial.

Esta conjunción de tres gobiernos soberanistas sería un añadido a la mayoría parlamentaria en la que se sustenta el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Díaz. Una mayoría en el Congreso exigua e inestable, como estamos viendo, pero que está basada en la suma de fuerzas soberanistas y progresistas y que, si algo tienen en común, es la tendencia política a una descentralización y federalización del Estado y a un mayor reconocimiento de los derechos nacionales de los distintos territorios como pasos previos a abrir el debate del derecho a la autodeterminación de los mismos.

Esta alineación Galicia-Euskadi-Catalunya está pendiente, además, de otro hito de gran relevancia que tendrá lugar en los próximos meses, previsiblemente en la segunda quincena de abril: las elecciones vascas. Esta semana, el Sociómetro vaticinaba un empate a 27 escaños entre EH Bildu (cuyo candidato es Pello Otxandiano) y el PNV (con Imanol Pradales como cabeza de lista). El 72% del próximo parlamento vasco sería o independentista de izquierdas (EH Bildu) o nacionalista de derechas (PNV), es decir, soberanista. Además, esta semana se conocía otra encuesta, en esta ocasión de el diario El Correo, que vaticinaba un adelanto en uno o dos escaños de los abertzales a los jetzales, el PNV estaría entre los 25 y los 26 diputados.

En Catalunya, por su parte, la legislatura ha entrado en su recta final y tiene su horizonte, como muy tarde, a principios del 2025, aunque cada vez suenan voces con más fuerza que hablan de un adelanto electoral y sitúan estos comicios en noviembre. Mucho tendrá que ver en esto la aprobación o no de la ley de amnistía en el Congreso y sus plazos, pues esta puede ser condicionante para la composición de las candidaturas de los partidos independentistas.

Los sondeos señalan a un gran crecimiento del PSC de Salvador Illa, que se quedaría lejos de la mayoría absoluta. El independentismo (ERC, Junts y CUP) tendría también difícil revalidar un Govern con mayoría absoluta independentista. Primero, porque una mayoría absoluta en el Parlament de estos tres partidos está complicada según los sondeos; en segundo lugar, porque las evidentes tensiones entre ERC y Junts no insinúan un entendimiento placentero en el corto o medio plazo. Por ello, un tripartit con PSC, ERC y comuns es una figura que cada vez se ve más nítida.

Tanto en Galicia, como en Euskadi o Catalunya parece cada vez más evidente la entente y entendimiento de socialistas con soberanistas. Esta puede ser otra consecuencia de un hipotético gobierno de Pontón en Santiago de Compostela. El PSOE, hoy en día, no se entiende sin sus alianzas y conversaciones con los distintos independentismos, nacionalismos o soberanismos del Estado, pese a que le duela a Emiliano García-Page. Curiosamente, si diseccionamos por territorios, el PSOE no es primera fuerza política del abanico progresista, en estos momentos, ni en Galicia, donde está por delante el BNG; ni en Euskadi, EH Bildu; ni en Catalunya, de momento, ERC. Pero tampoco en Madrid, donde una fuerza regionalista como Más Madrid le come la tostada al PSOE.

Esta es otra derivada que habrá que tener en cuenta una vez se conozcan los resultados gallegos. ¿Qué relación quiere tener Sumar, un conglomerado de fuerzas políticas de izquierdas, algunas de ellas también soberanistas, con estos independentismos hegemónicos en las izquierdas de sus territorios (EH Bildu, BNG y ERC)? El proyecto de Yolanda Díaz entra en proceso asambleario para su fundación ideológica y orgánica el próximo mes de marzo. Un debate pendiente que también tendrán que afrontar.

Especulaciones, hipótesis... Sobre las consecuencias del resultado gallego más allá de Piedrafita do Cebreiro habrá tiempo para reflexionar. De momento, hacemos un cambio de sentido en la A6 y, en vez de dirigirnos al Bierzo, nos adentramos de nuevo en Galicia. Próximo municipio, Nogales. El BNG ha logrado algo ya muy relevante, darle la vuelta a la tendencia en las encuestas: el PP va a la baja y el nacionalismo gallego, hacia arriba en la gráfica. Queda una semana, y está todo en juego.

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Ana Pontón más allá de Piedrafita

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10.02.2024

10/02/2024 Ana Pontón, tras una entrevista con 'Público'. / Jaime García-Morato

Galicia termina allá en Piedrafita do Cebreiro, cuando la A6 cruza la frontera y se interna en el Bierzo de León. Las elecciones de la próxima semana, domingo 18 de febrero, solo apelan al electorado gallego, pero las consecuencias políticas llegarán más allá de Piedrafita, y del Bierzo. No solo porque un posible mal resultado de Alfonso Rueda, imaginemos que diera con el PP fuera de la Xunta, suponga tal terremoto para el partido que el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo quedaría tambaleándose. Ni tampoco porque Sumar se juegue un arranque de proyecto luminoso o sombrío dependiendo, en parte, de los votos que obtenga Marta Lois en la tierra de origen de su líder, Yolanda Díaz...

Las consecuencias políticas para el resto del Estado de lo que suceda en Galicia también tendrán mucho que ver con el nivel de apoyo que consiga el soberanismo gallego. Y eso, hoy, tiene nombre propio: Ana Pontón. La 'número uno' del BNG ya se convirtió la pasada legislatura en líder de la oposición. Primero, a Feijóo y luego, a Rueda, sucesor designado por dedazo divino del PP.

Esta campaña, la nacionalista está logrando, además, brillar por encima del resto de candidatos. Así se pudo comprobar en el debate del pasado lunes, de donde se extraen algunas contundentes conclusiones: el BNG, para gobernar, necesitará del PSdeG y, quizás, de Sumar; existe un bloque de izquierdas que no está a la guerra entre ellas como quiere hacer ver el PP, sino que es capaz de coordinarse y detectar con claridad quién es el adversario en Galicia: Rueda; ese conjunto tiene una cabeza visible y líder y es, sin lugar a dudas, Pontón.

Más allá de Piedrafita, también se haría notar un gobierno de Pontón, que tendría consecuencias a distintos niveles de la política estatal. El........

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