El novelista Irving Wallace [1916 – 1990] cuando lo tenía todo en su vida, con la fortuna acumulada por sus éxitos literarios y la fama personal adquirida [más de 200 millones de libros vendidos], siente una sensación de vacío en lo más profundo de su ser. Es entonces cuando escribe LA PALABRA, obra ésta en la que su protagonista está marcado por tintes autobiográficos, al reflejar el autor en su personaje de ficción, sus propias inquietudes y desasosiegos espirituales.

La trama comienza en las ruinas de Ostia Antica, el antiguo puerto marítimo de Roma, cuando el profesor Augusto Monti descubre un pergamino del siglo I d.C. que resulta ser el más grande y trascendental descubrimiento arqueológico de todos los tiempos. Se trata del “Documento Q”, el evangelio escrito por Santiago, el hermano menor de Jesús, donde se revela a un Jesucristo inédito hasta la fecha. El texto no sólo desvela los años perdidos de Jesús, sino que además pone patas arriba una gran parte de lo recogido por los Evangelios Canónicos.

Teólogos, impresores, lingüistas, traductores, cristólogos y otros profesionales de todo el mundo forman un único grupo de trabajo, conocido en clave como “Resurrección Dos”, que publicará y explotará comercialmente “La Palabra”.

El protagonista de la novela, Steven Randall, dirige la agencia de relaciones públicas que es la encargada de promocionar la nueva Biblia a nivel mundial. Pero desde el momento en que -por ética profesional- decide investigar sobre la veracidad del nuevo Evangelio, cae preso de una red de intrigas que le hacen sospechar sobre la autenticidad del pergamino hallado. Sin que ningún miembro de “Resurrección Dos” consiga detenerlo, Randall conseguirá, finalmente, llegar hasta la única persona que conoce la verdad.

La historia que cuenta la novela de Irving Wallace está construida sobre un hecho real. Estudiosos alemanes del siglo XIX descubrieron un documento llamado “Del Quell” (fuente en alemán). La fuente «Q» se planteó por primera vez en el marco de la llamada teoría de las dos fuentes, propuesta por los alemanes Weisse y Wilke. Los biblistas siempre habían hablado de un primer evangelio escrito que sirve de fuente, a su vez, a los otros dos y que entre los tres forman los llamados evangelios sinópticos.

Olvidándonos de la parte histórica, y volviendo a centrarnos en el tema que nos ocupa, diremos que el libro de Wallace constituye un estudio psicológico sobre la falta de fe del hombre moderno, al tiempo que describe la búsqueda, el anhelo y la necesidad de encontrar ese ´algo´ que el propio autor siente que le falta.

Cuando Irving Wallace comenzó a escribir “La Palabra” era ateo, sin embargo, sus estudios, investigaciones, el conocimiento de la vida de Cristo, el trato con religiosos, y especialistas en estudios bíblicos, lo llevaron a una nueva situación en la que – a partir de entonces – la figura de Jesucristo iba a marcar su vida.

El Evangelio según Santiago, trasluce un derroche de imaginación por parte del autor, pero al tiempo parece tan auténtico que necesariamente revela el profundo estudio que tuvo que realizar Irving Wallace de los Sagrados Textos, especialmente del Nuevo Testamento, la fuente “Q”, así como de los llamados evangelio apócrifos.

Fue a partir de la publicación de “La Palabra”, cuando algunos críticos que hasta la fecha le habían aplaudido hasta coger agujetas, comenzaron a despreciar los escritos del autor. Lo que había sucedido es que Irving Wallace se había ido convirtiendo – poco a poco -en una persona religiosa, y eso -entonces como ahora- fue considerado como políticamente incorrecto por parte de los mediocres voceros del mundillo de la cultura parda.

Ante la disparidad de opiniones sobre las creencias religiosas de Wallace, me decido a investigar un poco por mi cuenta. Pienso, entonces, que lo más sencillo es encontrar una imagen de su tumba, para poder ver bajo qué signo religiosos fue enterrado; bueno, signo o carencia de cualquier referencia religiosa, lo cual hubiese apuntado hacia el ateísmo. Les cuento

La familia de Irving Wallace había emigrado a EEUU procedente de Rusia, en donde tenía sus raíces. Como hemos reseñado antes, Wallace tenía fama de ateo, aunque distintas fuentes lo ubicaban dentro de la iglesia protestante. Pues bien, si Irving Wallace procedía de Rusia y sus padres eran creyentes, lo propio hubiese sido que profesara la religión ortodoxa, o la judía, en lugar de la protestante que era la que le atribuían.

Lo bien cierto es que el célebre autor de “La Palabra”, está enterrado en un cementerio judío, bajo el signo del candelabro de los siete brazos, lo cual dice mucho y al mismo tiempo no dice nada. Y es que cuando una familia entierra a sus muertos, priva más la tradición religiosa de los ancestros, que las creencias personales del difunto. Al fin y al cabo, de la lápida y los gastos del entierro, se hacen cargo los deudos del finado, y ya se sabe que quien paga manda. ¿O no? Y eso si hablamos de situaciones ordinarias, porque si entramos en el campo de los eventos atípicos, no tienen más que montar una sesión de espiritismo e invocar a los 33.874 enterrados bajo la unidad de la gigantesca Cruz del Valle de los Caídos, y verán con el popurrí ideológico y espiritual que se encuentran. Bueno, pensándolo mejor, no lo hagan, porque igual se lían a tiros otra vez y les pilla a ustedes en medio. Los experimentos mejor con gaseosa. Créanme.

QOSHE - ‘La Palabra’ - Antonio Gil-Terrón Puchades
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‘La Palabra’

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14.03.2024

El novelista Irving Wallace [1916 – 1990] cuando lo tenía todo en su vida, con la fortuna acumulada por sus éxitos literarios y la fama personal adquirida [más de 200 millones de libros vendidos], siente una sensación de vacío en lo más profundo de su ser. Es entonces cuando escribe LA PALABRA, obra ésta en la que su protagonista está marcado por tintes autobiográficos, al reflejar el autor en su personaje de ficción, sus propias inquietudes y desasosiegos espirituales.

La trama comienza en las ruinas de Ostia Antica, el antiguo puerto marítimo de Roma, cuando el profesor Augusto Monti descubre un pergamino del siglo I d.C. que resulta ser el más grande y trascendental descubrimiento arqueológico de todos los tiempos. Se trata del “Documento Q”, el evangelio escrito por Santiago, el hermano menor de Jesús, donde se revela a un Jesucristo inédito hasta la fecha. El texto no sólo desvela los años perdidos de Jesús, sino que además pone patas arriba una gran parte de lo recogido por los Evangelios Canónicos.

Teólogos, impresores, lingüistas, traductores, cristólogos y otros profesionales de todo el mundo forman un único grupo de trabajo, conocido en clave como “Resurrección Dos”, que publicará y explotará comercialmente “La Palabra”.

El protagonista de la novela, Steven Randall, dirige la agencia de relaciones públicas que........

© Periodista Digital


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