«Nunca Máis”–estas dos palabras pronunciadas tan melosamente como solo saben hacerlo “os galegos de pro da Galicia profunda e mariñeira– fue el lema creado por la plataforma ciudadana tras el sombrio accidente del petrolero liberiano «Prestige», el 13 de noviembre del 2002, como reacción popular de las rancias y cicateras izquierdas españolas contra la gestión de la grave catástrofe medioambiental por parte del Gobierno de Aznar y de la Xunta de Galicia, presidida por Fraga.

El vertido de su carga –77.000 toneladas de fuel-oil pesado–frente a la famosa «Costa da Morte» causó una de las mayores catástrofes ecológicas y medioambientales de la historia de la navegación mercante, tanto por la extensión de la zona afectada como por la cantidad de contaminantes vertidos a la mar.
Este accidente provocó una especial incidencia en Galicia, donde además causó una grave crisis política nacional –que se extendió y afectó al resto de Comunidades—y que provocó una importante y colectiva controversia en la opinión pública, así como múltiples manifestaciones en contra del Gobierno del PP.

El famoso y mántrico slogan “Nunca Máis» fue xerigrafiado en blanco y negro y a color en cientos de miles de camisetas, pasquines y banderolas; miles de veces repetido, miles de veces escrito y miles de veces repartido –en castellano, euskera, galego, bable, catalán, valenciano y mallorquín– y, a la vez, estuvo multipresente en todos los medios informativos y cadenas de televisión , públicas y privadas.
Las izquierdas –como no podía ser de otra manera– en franca connivencia con los exaltados movimientos ecologistas y el Bloque Nacionalista Galego (BNG) lanzaron una feroz y virulenta campaña política contra el Gobierno del PP .

Múltiples equipos de voluntarios de todos los rincones de España y de Europa, de la más variopinta ralea y procedencia ideológica— de los concejos, cofradías de pescadores, colectivos de ecologistas, militares, civiles, universitarios, miembros de Protección Civil, de los Servicios de Urgencias y Emergencias e incluso, de la empresa de capital público TRAGSA– trabajaron día y noche “todos a una”, como en Fuenteovejuna, (pero sin el comendador de por medio), contra la marea negra del “chapapote” que afectó a casi más de 2.000 kms. de la costa gallega, portuguesa y francesa.

Esto lo recuerdo como si hubiera sido ayer, ya que un grupo de enfermeros y técnicos de la Gerencia de Emergencias 061 de la Región Murcia –de la que yo era el gerente en aquellos años– se desplazó a Galicia para ayudar y colaborar como voluntarios en las tareas de retirada del “chapapote” (en galego) o del “galipote” (en murciano).

Las ayudas técnicas y económicas recibidas desde la Xunta de Galicia, del Gobierno Central, de los particulares e incluso del Fondo Solidario de la Unión Europea (FSUE) fueron bastante cuantiosas. Sin entrar a fondo en los miles de millones de euros recibidos para la recuperacion económica y ecológica de las zonas afectadas, éstos –a pequeña escala y con un poco de imaginación– se pueden deducir por las declaraciones y conversaciones particulares y coloquiales de «os pescadores e mariñeiros de Muxía» :

(…)“A mí, desde el primer mes me empezaron a dar 2.000 euros al mes más 6.000 en concepto de indemnización… pero los patrones se llevaban mucho más.
Ganábamos mucho más que si hubiéramos salido a la mar… Fueron vacaciones y sueldo fijo… ¡Estábamos todos contentos del carallo, la verdad…!»

(…) «Se pagó y se pagó muy bien… Los alcaldes no ponían ni una pega… Le daban dinero hasta a quienes sabían que habían sido enrolados a última hora…
La gente se compró pisos y coches… No te exagero… Está feo decirlo… –pero aquí, entre la gente del mar– se escucha y se comenta que ¡ojalá hubiera otro Prestige!»…

Quizá todo esto ha contribuido sobremanera a que –ahora nuestro maravilloso Gobierno socialcomunista de coalición «progresista», «feminista» y presidido por el «trilero» Sánchez y que, aunque en el año del «Prestige», estaba donde debería seguir estando por el bien de España –en la oposición pura y dura– a la vista de las pingües subvenciones y cómodos beneficios obtenidos por el fructífero y providencial accidente del petrolero, intenten de nuevo responsabilizar al gobierno de la Xunta de Galicia de la presencia en sus playas de millones y millones de las llamadas «bolitas de pellets».

Se trata de unas bolitas de plástico utilizadas como materia prima para elaborar diferentes productos de plástico, son muy ligeras y en la arena se suelen dispersar muy fácilmente complicando mucho la labor de retirarlas. También se las llama «nurdles» o «lágrimas de sirena». Con ellas, los «anti-todo» de las izquierdas españolas –las mismas de siempre– pretenden tumbar las próximas y cercanas elecciones autonómicas galegas y de paso –como comentaban cuando el famoso y providencial «maná, no caído del cielo, sino en forma de «chapapote» negro arrastrado por el mar– obtener alguna que otra indemnización, prebenda o un sustancioso «sueldecico» de»bobilis-bobilis».

A pesar de las circunstancias que concurren en este nuevo suceso, el de las bolitas de «Pellets» o del » nuevo pequeño Prestige» –como una gran mayoría de los afiliados al BNG quieren denominarlo– pero mucho me temo y, ojalá no me equivoque, en esta ocasión concreta –aunque la pinten calva– no les va a caer esa «breva».
Una vez más la culpa tampoco ha sido del Gobierno de la Xunta, sino que está vez si lo es del Gobierno Central –ya que el 8 de diciembre pasado, nada más ocurrir el accidente en aguas portuguesa , a unos 80 kms de Viana do Castelo, al caer al mar seis contenedores del mercante «Tocanao» con bandera de Liberia y cargado de bolitas de «pellets» de plástico, el organismo luso responsable de la vigilancia marítima y el propio armador lo comunicó a las autoridades portuarias lusas y éstas al Gobierno español– por haber hecho caso omiso al aviso y guardar en el baúl de los recuerdos lo ocurrido y no comunicárselo a la Xunta hasta el día 3 de enero.Y como se suele decir en estos casos: ¡Éramos pocos y parió la abuela!

Estas bolitas de «pellets» al estar formada por materiales de micro plásticos, tales como el polietileno, cloruro de poliestireno, polipropileno polivinilo, etc, etc.. y de otros tantos plásticos de la misma famila reforzadas con fibras –que debido a su diminuto tamaño, menos de 5 milímetros, no se pueden eliminar por no ser biodegradables– se las considera como una de las mayores y posibles fuentes contaminantes no intencionadas.

Según refiere la Comisión Europea, estos microplásticos de «pellets» : (…)»Suelen contaminar los ecosistemas marinos, los terrestres, los alimentos y el agua potable y, además la continua exposición a los microplásticos — según estudios de laboratorio– se ha vinculado a una serie de efectos tóxicos y físicos en los organismos vivos y muy probablemente nocivos para los seres humanos»(¿?) .

(…) «Se acumulan en los animales, en los peces y en los moluscos, y, por tanto son muy consumidos por los seres humanos en los alimentos».

Debido a esto, es posible que este vertido sea considerado un delito contra el medio ambiente. Dado el posible carácter delictivo del vertido, esto, sin duda alguna, va a conllevar múltiples y broncos debates políticos en torno a la protección del medioambiente, especialmente en una sociedad –con un real y profundo vínculo emocional con sus aguas– como es la gallega, y que ya fue años atrás duramente golpeada por el hundimiento del Prestige.

Respecto a determinar la responsabilidad en las catástrofes marítimas, la Normativa de la UE es muy clara al respecto: cuando afectan exclusivamente a las aguas, la responsabilidad de poner todos los medios disponibles para atajar el desastre medioambiental es siempre competencia directa del armador y del Estado al que correspondan las aguas jurisdiccionales ; pero en el caso que ya el vertido haya llegado a los arenales costeros (playas), aunque sigue siendo responsabilidad del armador y de la Comunidad Autónoma correspondiente.

En todo este galimatías y totum revolutum –de toxicidad si o no, de responsabilidad del armador. central o autonómica, del derecho sí o no a futuribles indemnizaciones– a lo máximo que pueden aspirar en este incidente las oportunistas y codiciosas izquierdas es: las galegas,con el BNG a la cabeza, a intentar descalificar al gobierno de Alfonso Rueda para disminuir el voto para el PP en las próximas elecciones autonómicas a la presidencia de la Xunta y derrocarlo ; y el resto, las vascas, cántabras y asturianas a intentar «rascar» en lo posible –mediante las mentiras y felonías que suelen utilizar a tal fin– alguna cicatera y fraudulenta indemnización a cargo de sus respectivas Comunidades Autonómicas y, claro,siempre contando con la connivencia y opacidad del Gobierno de Sánchez, que en estas lides se defiende como gato panza arriba.

En está ocasión, además de salirles el tiro por la culata, «la marea blanca» de las bolitas de «pellets» no les va a resultar al Gobierno y a los partidos que lo conforman tan fácil, tan rentable tan generosa y tan productiva –politica y económicamente– como lo fue, en su momento, la «marea negra» del chapapote del «Prestige». Lo que si es seguro es que esto les vuelve a brindar una nueva escusa para intentar , una vez más, defenestrar y eliminar al PP de Feijóo de la presidencia de Galicia y Cantabria, las Comunidades autónomas donde gobierna.

No se descarta la posibilidad de que todo esto vaya intencionadamente encaminado a consolidar la tan cacareada, repetitiva y –por eso aún no recuperada– «seguridad juridica» empresarial en todo el territorio nacional– atentos a estas dos palabras pues, por desgracia, y salvo que las exigencias impuestas por el prófugo y golpista que gobierna España desde Waterloo sean muy difíciles e imposibles de conceder– nos vamos a hartar hasta la saciedad de oirlas a machaca-martillo durante muchos meses para así llegar al prometido nirvana de la «paz social» sanchista y poder «entrar» por la puerta grande en los libros de Historia como, reciente y solemnemente, ha vaticinado Nadia Calviño, la ex vicepresidente primera del Gobierno, antes de su sustanciosa e interesada huida económica a Luxemburgo a presidir el Banco Europeo de Inversiones(BEI), donde gozará, entre otras muchas prebendas, de un sueldo base de 381.397,92 euros al año, como presidenta.

Por cierto, por si no lo sabían, su marido Ignacio Manrique de Lara recibió –siendo ella la vicepresidente primera del Gobierno de Sánchez– en pleno confinamiento del Covid 963.000 euros de dinero público en ayudas del Gobierno para cubrir un ‘agujero’ de 1.052.009 euros que tenía su empresa, Aldael Consultores S.L.

En esta ocasión la «zorra» de la fábula atribuida a Esopo no pudo despreciar estas especiales «uvas» y exclamar: «¡No están maduras !». Para que luego digan…que » ¡así » se las ponían al felón de Fernando VII y…ni por esas!».

Pedro Manuel Hernández López, Médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex Senador por Murcia.

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«La marea blanca de los arenales de la cornisa cantábrica «embronca» al Gobierno»

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15.01.2024

«Nunca Máis”–estas dos palabras pronunciadas tan melosamente como solo saben hacerlo “os galegos de pro da Galicia profunda e mariñeira– fue el lema creado por la plataforma ciudadana tras el sombrio accidente del petrolero liberiano «Prestige», el 13 de noviembre del 2002, como reacción popular de las rancias y cicateras izquierdas españolas contra la gestión de la grave catástrofe medioambiental por parte del Gobierno de Aznar y de la Xunta de Galicia, presidida por Fraga.

El vertido de su carga –77.000 toneladas de fuel-oil pesado–frente a la famosa «Costa da Morte» causó una de las mayores catástrofes ecológicas y medioambientales de la historia de la navegación mercante, tanto por la extensión de la zona afectada como por la cantidad de contaminantes vertidos a la mar.
Este accidente provocó una especial incidencia en Galicia, donde además causó una grave crisis política nacional –que se extendió y afectó al resto de Comunidades—y que provocó una importante y colectiva controversia en la opinión pública, así como múltiples manifestaciones en contra del Gobierno del PP.

El famoso y mántrico slogan “Nunca Máis» fue xerigrafiado en blanco y negro y a color en cientos de miles de camisetas, pasquines y banderolas; miles de veces repetido, miles de veces escrito y miles de veces repartido –en castellano, euskera, galego, bable, catalán, valenciano y mallorquín– y, a la vez, estuvo multipresente en todos los medios informativos y cadenas de televisión , públicas y privadas.
Las izquierdas –como no podía ser de otra manera– en franca connivencia con los exaltados movimientos ecologistas y el Bloque Nacionalista Galego (BNG) lanzaron una feroz y virulenta campaña política contra el Gobierno del PP .

Múltiples equipos de voluntarios de todos los rincones de España y de Europa, de la más variopinta ralea y procedencia ideológica— de los concejos, cofradías de pescadores, colectivos de ecologistas, militares, civiles, universitarios, miembros de Protección Civil, de los Servicios de Urgencias y Emergencias e incluso, de la empresa de capital público TRAGSA– trabajaron día y noche “todos a una”, como en Fuenteovejuna, (pero sin el comendador de por medio), contra la marea negra del “chapapote” que afectó a casi más de 2.000 kms. de la costa gallega, portuguesa y francesa.

Esto lo recuerdo como si hubiera sido ayer, ya que un grupo de enfermeros y técnicos de la Gerencia de Emergencias 061 de la Región Murcia –de la que yo era el gerente en aquellos años– se desplazó a Galicia para ayudar y colaborar como voluntarios en las tareas de retirada del “chapapote” (en galego) o del “galipote” (en murciano).

Las ayudas técnicas y económicas recibidas desde la Xunta de Galicia, del Gobierno Central, de los........

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