Nadie sabía de donde venía, ni lo que la estaba consumiendo. Que sí que sí, que a la parrala le gusta el vino, que no, que no, que el aguardiente o el marrasquino. Que sí que sí, que si lo bebe no puede andar, que no que no, que solo bebe para olvidar.

En «Retrato de una mujer moderna» Manuel Vicent ha novelado la biografía de Concha Piquer que llegó a Nueva York con catorce años donde la fama y el dinero no evitaron una desdichada vida sentimental en manos de representantes y terceros.

Como la Parrala que cantaba la Piquer, así son los telediarios. La parrala sí, la parrala no, unos dicen que sí, otros dicen que no y pretendiendo conmocionarnos, nos dejan cada día igual, unos días con arena y otros con cal, sin perder de vista el parné, que ahora viene del poder político, más que de los anunciantes.

Como la Parrala, esta España de los socialistas está siendo baqueteada, vapuleada e incluso violada por chantajistas, separatistas y terroristas, y como la Piquer, España aparece diariamente en los telediarios como la “Otra”, la amante de hombres que tienen otras familias y otros intereses, «casados con su partido» y ciegos o desentendidos de la Nación.

«Quien me compra este misterio» de por quien llora, por quien bebe, por quien sufre la Parrala, claman diariamente los telediarios. Pero quedan pocas dudas. La Parrala sufre por la perversidad de un ave fría que lleva un tupper en la mochila; la de un sicario sin comentarios que ha descubierto el centro de la Constitución; y por la idiocia que tiene en casa cuatrocientos metros de peluquería y aun no ha reparado en que le falta un hervor.

La Parrala se está consumiendo por la Sanidad, por la Educación, por la Inmigración desordenada o por el Código penal con amnistías y terrorismo a la carta. Por eso y por culpa de un infame, lo que está consumiendo a la Parrala es la estupidez de un puñado de dirigentes que jamás debieron serlo.

A ver quién levanta este país, cuando se vayan los que están pretendiendo que la Parrala dependa de una paga, no salga de la cantina, se eche finalmente en sus manos y no pueda ponerse en pie.

Sabíamos que veníamos hacia aquí sin poder evitarlo, con el coletas, Monedero y la valija de Ábalos. Y puede prolongarse pero no debe durar mucho porque el precio es muy alto. El que están pagando cubanos y venezolanos y ahora los españoles por culpa de unos fantoches.

Los telediarios de esta España vilipendiada a la que el sanchismo está consumiendo repiten todos los dias la Parrala sí, la Parrala no, mientras sus representantes quieren engañarla e incluso violarla con el terror, como a aquella mujer moderna que con catorce años emigró a Nueva York, vivió el triunfo y el drama y conoció a Lorca, que subió al escenario y besó sus pies al escuchar su voz.

Víctor Entrialgo

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«La Parrala»

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29.01.2024

Nadie sabía de donde venía, ni lo que la estaba consumiendo. Que sí que sí, que a la parrala le gusta el vino, que no, que no, que el aguardiente o el marrasquino. Que sí que sí, que si lo bebe no puede andar, que no que no, que solo bebe para olvidar.

En «Retrato de una mujer moderna» Manuel Vicent ha novelado la biografía de Concha Piquer que llegó a Nueva York con catorce años donde la fama y el dinero no evitaron una desdichada vida sentimental en manos de representantes y terceros.

Como la Parrala que cantaba la Piquer, así son los telediarios. La parrala sí, la parrala no, unos dicen que sí, otros dicen que no y pretendiendo conmocionarnos, nos dejan cada día igual, unos días con........

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