Contrariamente a lo que pensamos, lo que buscamos en derredor cada mañana no son los objetivos sino las ilusiones, que son las que nos mueven porque, se cumplan o no, son ellas las que nos mantienen en pie.

Ilusión es despertarse a un día del que espera uno algo. Para eso algunos recomiendan dividir la semana en «cada uno» de los siete días para que cada uno tenga su afán y no se nos escape ninguno, como se derrama el agua de un jarrón o el grano de un saco roto.

Y si hablamos de ilusiones, aparte de derrocar al tirano y defender nuestras libertades, lo importante es la vida privada porque lo que a menudo hace la pública es privarnos de tiempo y recursos que no propician ni permiten que nos dediquemos «a las cosas».

«Españoles a las cosas, pedía Ortega». Pero para dedicarnos a las cosas, tienen que dejarnos, porque los políticos y sus medios en su exclusivo afán de conservar el poder y con desprecio absoluto del futuro y del interés general, hacen justamente lo contrario, impedirlo.

En «Breve tratado de la ilusión» el maestro Julián Marías escribe sobre las dos acepciones del término. Hasta 1830 aproximadamente, ilusión se empleó sólo en sentido peyorativo, como engaño, aquello que no es real, «no te hagas ilusiones», «esto es ilusorio», «eres un iluso». Pero en ese momento y no otro, Espronceda, Zorrilla etc.. aparece en España un sentido positivo del término, «tengo ilusión», «me hace ilusión» esta relación, este viaje, este proyecto, este libro, esta persona, tengo ilusión por esto o aquello, «me siento o vivo ilusionado». Este sentido «positivo» del término sólo existe en español y no se encuentra en ninguna otra lengua.

Esta ilusión positiva tiene que ver con el deseo, pero «un deseo con argumento», proyectado hacia el futuro, «futurizo», dice el maestro. Ilusión por volver a ese lugar, a esa ciudad, ese paisaje o esa cara que nunca se termina de ver, que está viva y nunca se termina de leer. El hombre nunca termina de ver la cara amada, ese es el carácter de la ilusión. Proyectiva, futuriza e inagotable. La vida con ilusión es sin duda mucho más interesante que sin ella.

Ilusión es tambien la vocación, esa llamada a hacer algo, y eventualmente, consagración a ello, movilizando la persona entera en eso que está haciendo. La ilusión o consagración de los padres con los hijos, la mayor vocación, la de los abuelos con los nietos, o el maestro con sus discípulos, atenuada hoy por la masificación de la educación.

Ilusión es también la que se tiene por el otro sexo, tan amenazada en nuestro tiempo, empezando por el Ministerio y una panda de atrevidos «ignorantes e ignorantas».

Cierto que la ilusión positiva en esta materia puede convertise en negativa, o sea en desengaño cuando, -por lo que sea-, y esto ya es más complejo, no se es capaz asumir o soportar el peso de las aristas de la personalidad ajena que no se vieron o quisieron ver inicialmente.

En la vida pública la ilusión negativa y la positiva pueden aparecer unidas. Y así, junto a «la ilusión negativa de sus engaños», mientras Sanchez sigue llenando el Congreso de chantajistas, «estamos ilusionados» con que se vaya de una puñetera vez. Tarde o temprano el tirano y sus esbirros pagarán el tiempo y las energías que los españoles hemos tenido que emplear para mandarlos al ostracismo, en lugar de dedicarlo a otras tareas más importantes.

Hartos de este gobierno y pastoreados por una oligarquía de medios y partidos, los españoles están deseosos de concentrar sus esfuerzos en otras tareas. Asi que no olvides tus ilusiones, porque incluso cuando éstas fallan, queda siempre la esperanza, que es lo último que se pierde.

Victor Entrialgo de Castro

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» No olvides tus ilusiones»

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11.03.2024

Contrariamente a lo que pensamos, lo que buscamos en derredor cada mañana no son los objetivos sino las ilusiones, que son las que nos mueven porque, se cumplan o no, son ellas las que nos mantienen en pie.

Ilusión es despertarse a un día del que espera uno algo. Para eso algunos recomiendan dividir la semana en «cada uno» de los siete días para que cada uno tenga su afán y no se nos escape ninguno, como se derrama el agua de un jarrón o el grano de un saco roto.

Y si hablamos de ilusiones, aparte de derrocar al tirano y defender nuestras libertades, lo importante es la vida privada porque lo que a menudo hace la pública es privarnos de tiempo y recursos que no propician ni permiten que nos dediquemos «a las cosas».

«Españoles a las cosas, pedía Ortega». Pero para dedicarnos a las cosas, tienen que dejarnos, porque los políticos y sus medios en su exclusivo afán de conservar el poder y con desprecio........

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