Cuenta la historia que un samurái fue a cobrarle a un pescador el dinero que le había prestado, pero este no lo tenía y se escondió. El guerrero lo buscó airado y, cuando lo encontró, desenvainó su espada y gritó: ¿Qué tienes para decirme?

- Lo siento. Dame tiempo y te pagaré. Maneja tus emociones, según el dicho de la mano vacía: “Si alzas tu mano, aquieta tu genio; si tu genio se alza, aquieta tu mano”.

El samurái quedó pensativo, envainó su espada y dijo: Bueno, tienes razón. Esperaré y volveré en tres meses. Llegó a casa de noche y, sorprendido, vio a su esposa durmiendo y el contorno impreciso de otro samurái a su lado. Lleno de furia sacó su espada, pero recordó al pescador: “Si tu mano se alza, aquieta tu genio; si tu genio se alza aquieta tu mano”.

Se calmó, miró bien y vio a la esposa al lado de su propia madre que se había puesto ropas del hijo para cuidarla y asustar a otros. Entonces dio gracias por manejar bien sus emociones y calmarse. Se dijo: “en la vida hay cosas más valiosas que el dinero”.

Crece en sabiduría para controlar tus emociones con el poder de la serenidad. Acepta que ninguna emoción es mala y la acoges con amor como una sabia maestra.

Afirma: “Bienvenido miedo, me invitas a crecer más en amor y confianza. Lo hago y te vas, gracias”. Cuando amas y te amas, elevas tus niveles de consciencia y también tu energía vital. Entonces disfrutas todo lo que sucede en vida, y no te hundes en los momentos difíciles.

Aceptas lo duro y comprendes que por algo y para algo llega lo adverso. Te preguntas ¿qué quiero aprender? Las verdades no se enseñan, se comprenden experimentándolas. No puedes caminar con piernas prestadas. Solo prácticas aceptación y resiliencia al experimentar lo adverso.

Si eres sabio, cultivas la inteligencia en lo espiritual, lo emocional, lo mental y lo social. Eres una persona que solo produce armonía a su alrededor y genera consenso.

El sabio es supremamente tolerante, tiene un alta frecuencia vibratoria porque actúa con consciencia. El sabio dedica tiempo a conocerse más a sí mismo y, con inteligencia emocional, se convierte en un creador de buena energía. Es disciplinado y vive observando su actuar sin vergüenza ni culpa, sin enjuiciarse ni juzgar. Cada día lo hace mejor. Elimina los conflictos con los demás para no perder energía vital.

Acepta que se aprende del contraste, o sea, hay agravios para poder practicar perdón, hay pérdidas para crecer en desapego, y surge lo que parece inaceptable para practicar aceptación.

Inteligencia emocional no es reprimir una emoción, sino liberarla con amor y equilibrarla. Es lograr un autodominio emocional valorando los verdaderos sentimientos. Acoge siempre la emoción como una maestra que te enseña algo importante y valioso.

GONZALO GALLO G.
​Escritor y conferencista.

QOSHE - Emociones maestras - Gonzalo Gallo González
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Emociones maestras

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02.02.2024

Cuenta la historia que un samurái fue a cobrarle a un pescador el dinero que le había prestado, pero este no lo tenía y se escondió. El guerrero lo buscó airado y, cuando lo encontró, desenvainó su espada y gritó: ¿Qué tienes para decirme?

- Lo siento. Dame tiempo y te pagaré. Maneja tus emociones, según el dicho de la mano vacía: “Si alzas tu mano, aquieta tu genio; si tu genio se alza, aquieta tu mano”.

El samurái quedó pensativo, envainó su espada y dijo: Bueno, tienes razón. Esperaré y volveré en tres meses. Llegó a casa de noche y, sorprendido, vio a su esposa durmiendo y el contorno impreciso de otro samurái a su lado. Lleno de furia sacó su espada, pero recordó al pescador:........

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