Emociones maestras
Cuenta la historia que un samurái fue a cobrarle a un pescador el dinero que le había prestado, pero este no lo tenía y se escondió. El guerrero lo buscó airado y, cuando lo encontró, desenvainó su espada y gritó: ¿Qué tienes para decirme?
- Lo siento. Dame tiempo y te pagaré. Maneja tus emociones, según el dicho de la mano vacía: “Si alzas tu mano, aquieta tu genio; si tu genio se alza, aquieta tu mano”.
El samurái quedó pensativo, envainó su espada y dijo: Bueno, tienes razón. Esperaré y volveré en tres meses. Llegó a casa de noche y, sorprendido, vio a su esposa durmiendo y el contorno impreciso de otro samurái a su lado. Lleno de furia sacó su espada, pero recordó al pescador:........
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