Reestructurar la deuda externa de un país es una decisión que parte en dos su historia, casi siempre hacia el declive. Un país puede reestructurar su deuda de dos maneras: acudir a nuevos préstamos para sustituir una crédito por otro mejor, buscando mayor plazo y pagar menos interés, o renegociándola.

Para lograr una reestructuración con mejores créditos el gobierno debe convencer a quienes le prestan de que tiene cómo pagar en ese mayor plazo. Colombia lo ha hecho de rutina, incluso durante este Gobierno, y es lo que le ha permitido endeudarse a muy largo plazo (cincuenta años) para invertir en proyectos rentables por décadas, como la educación.

La otra vía, la renegociación, es para países insolventes, que no pueden pagar el capital o los intereses. Algunos pocos lo hacen para lograr un “descuento” del capital, para pegarle una “peluqueada” al prestamista. La alternativa que plantean es que el prestamista lo puede perder todo si no negocia. Esa es la táctica recurrente de Argentina.

Por eso renegociar la deuda con el FMI, como lo anunció el Presidente, para ampliar el plazo de pago, es innecesario, costoso, inoportuno y, si persiste en ese propósito, sería el mayor error de política económica posible, pues cerraría el crédito sin ningún beneficio.

Es innecesario, pues dólares para pagar no faltan: como la economía está estancada e importantes sectores -industria, comercio, construcción- están en franca recesión, las importaciones han caído significativamente, lo que nos permite tener relativamente más dólares que antes. La bonanza de precios de las principales exportaciones -café, petróleo, cacao, alimentos, etc.- sigue produciendo divisas.

También es innecesario pues el Gobierno no puede gastar lo que deje de pagar en capital del crédito con el FMI, sin modificar antes la Ley de presupuesto, el Marco Fiscal de Mediano Plazo y sin incumplir la Regla fiscal.

Es costoso, porque romper la disciplina fiscal y no cumplir la Regla Fiscal, aumentaría las tasas para nueva deuda, impidiendo cualquier futura reestructuración y encareciendo la deuda que rutinariamente toma el gobierno, lo que borraría con el codo lo que se logre en una renegociación con el FMI, si este aceptara negociar el plazo. Finalmente, es inoportuno anunciar una renegociación con el FMI, justo cuando estamos pidiendo la renovación de esa misma línea de crédito. No logra uno que le renueven un cupo de crédito, avisando antes que puede “pagar lo adeudado, pero más adelante”.

Si el Gobierno quiere y necesita gastar más debe repudiar la iniciativa de renegociación del Presidente, ejecutar mejor lo que ya tiene en las alforjas y ofrecer garantía a los mercados de su compromiso con la disciplina y la estabilidad fiscal, cumpliendo con la regla fiscal este año y los próximos.

Honrar la deuda, como lo hemos hecho desde la que financió la campaña libertadora, es un bien público, que a todos nos conviene. Una sola renegociación, más aún si es improbable, como la que anunció el presidente, puede aislarnos aún más.

JORGE RESTREPO
​X:@jorgearestrepo

QOSHE - Honrar la deuda - Jorge Restrepo
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Honrar la deuda

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18.04.2024

Reestructurar la deuda externa de un país es una decisión que parte en dos su historia, casi siempre hacia el declive. Un país puede reestructurar su deuda de dos maneras: acudir a nuevos préstamos para sustituir una crédito por otro mejor, buscando mayor plazo y pagar menos interés, o renegociándola.

Para lograr una reestructuración con mejores créditos el gobierno debe convencer a quienes le prestan de que tiene cómo pagar en ese mayor plazo. Colombia lo ha hecho de rutina, incluso durante este Gobierno, y es lo que le ha permitido endeudarse a muy largo plazo (cincuenta años) para invertir en proyectos rentables por décadas, como la educación.

La otra vía, la renegociación, es para países insolventes, que no pueden pagar el capital o los intereses.........

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