La crisis de nuestro sector exportador no es un tema nuevo.

Muchos y antiguos son los factores que contribuyen al deterioro de nuestra capacidad competitiva. La desindustrialización es uno de ellos, la ausencia de una buena logística de transporte, la localización ineficiente de nuestras industrias lejos de los mares, la inestabilidad de nuestra capacidad productiva en el sector agropecuario, la ineficiencia de los trámites de comercio exterior, la elevada protección arancelaria que frena la modernización tecnológica y la debilidad del bilingüismo son todas señales de ese ‘Tíbet de Latinoamérica’ como bien hemos sido descritos.

Las cifras son preocupantes. En el 2022 exportamos 56.900 millones y el año pasado apenas 49.500 millones de dólares con una caída del 13 por ciento. Es cierto que el año no fue bueno en crecimiento de la economía mundial, pero en el año 2011 habíamos exportado 57 mil millones de dólares, una cifra muy similar a la del 2022. Aun teniendo en cuenta los efectos distorsionantes derivados de la volatilidad del precio del petróleo, el resultado no es nada bueno.

Señalar al actual gobierno de esta crisis sería injusto. Ni Santos ni Duque asumieron con decisión el tema de la competitividad del país. Hay que remontarse al gobierno de Uribe para encontrar una verdadera preocupación por el tema de las exportaciones y su crecimiento que pasó de 12 mil millones de dólares en 2002 a cerca de 40 mil millones en el 2010. A partir de esa fecha, los progresos han sido mucho más lentos.

Si en valor los resultados son preocupantes, en diversificación son lamentables. Las exportaciones no tradicionales representaron en el 2023 tan sólo un 43 por ciento del total. A principios de este siglo eran el 56 por ciento del total exportado. En el 2023, café, petróleo, carbón y ferroníquel mandan la parada con un 57 por ciento del valor exportado. Petróleo, carbón y ferroníquel, tan estigmatizados como dañinos para el país y el mundo, representan 51 por ciento de las exportaciones. Mucho se habla del aguacate Hass, pero la verdad es que es otro espejismo que disfraza la falta de nuevos productos en nuestra oferta exportable.

Tampoco aprovechamos los tratados comerciales. En 2012, cuando entró en vigor el TLC con los Estados Unidos, ese mercado representaba 21.900 millones de dólares de exportaciones. El año pasado sumó 13.100 millones con una caída del 40 por ciento en valor.

Este panorama desolador debería ser una de las grandes preocupaciones del país. No exportamos porque no somos competitivos y porque nuestros empresarios se refugian en mercados domésticos que tienen protección y altos márgenes de ganancia. Otros países han entendido que exportar es modernizar la economía.

Algunos sugieren que deberíamos importar exportadores de Perú, Chile, China o México. Así de grave es la situación.

***
Coletilla: el costo económico de la tensión política es inmenso.

MIGUEL GÓMEZ MARTÍNEZ
​Decano de Economía
migomahu@gmail.com

QOSHE - ¿Importar exportadores? - Miguel Gómez Martínez
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¿Importar exportadores?

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14.02.2024

La crisis de nuestro sector exportador no es un tema nuevo.

Muchos y antiguos son los factores que contribuyen al deterioro de nuestra capacidad competitiva. La desindustrialización es uno de ellos, la ausencia de una buena logística de transporte, la localización ineficiente de nuestras industrias lejos de los mares, la inestabilidad de nuestra capacidad productiva en el sector agropecuario, la ineficiencia de los trámites de comercio exterior, la elevada protección arancelaria que frena la modernización tecnológica y la debilidad del bilingüismo son todas señales de ese ‘Tíbet de Latinoamérica’ como bien hemos sido descritos.

Las cifras son preocupantes. En el 2022 exportamos 56.900 millones y el año pasado apenas 49.500 millones........

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